No es el hobby más convencional, pero Alicia Williams asegura que -para ella- es ciento por ciento terapéutico, la relaja sobremanera, le permite despejar la cabeza de los problemas diarios. A esta diligente mujer de Bedford, Virginia, le gusta frecuentar el cementerio local, visitarlo surtida de productos de limpieza, elegir las tumbas más afectadas por el paso del tiempo y, luego, con esmero, comenzar un meticuloso proceso de fregado, restaurando antiguas lápidas de personas desconocidas que, a causa del abandono evidente, han visto mejores días. Gracias a su metódico proceso de suave raspaje con espátula plástica, enjuague con una solución biodegradable y restregadura con cepillo, la roña cede, et voilá los grabados originales, las inscripciones clarísimas, ilegibles antes de que esta estadounidense lidiase con la mugre largamente acumulada…

Que Williams ha encontrado su nicho, literal y figurativamente, lo corroboran los 2 millones y medio de seguidores de su cuenta de TikTok, que miran en trance el laborioso hacer de Lady Taphos, tal es el apodo online de esta manifiesta taphophile, término inglés que refiere a entusiastas de los cementerios, conforme explica la web Atlas Obscura. “Alguna gente mira sus clips por los suaves sonidos de raspado y cepillado. Otra se siente atraída por los extraordinarios cambios de imagen de las lápidas, y no faltan quienes se enganchen por las lecciones de historia”, ofrece la mentada publicación. Porque, en efecto, AW se zambulle cada vez en la labor detectivesca, compartiendo también los datos biográficos que logra reunir de los muertos cuyas placas deja en impecables condiciones. “En ocasiones, el único registro de sus existencias es el sepulcro, no hay acta de nacimiento ni de defunción, pero por fosas circundantes se puede averiguar un poco más sobre sus vidas”, cuenta Williams, que intenta reconstruir sus árboles genealógicos: “Es como resolver un rompecabezas, en el que hay que estar muy atenta a los detalles”.

Cuando le preguntan qué se necesita para llevar la atípica tarea adelante, ella aconseja “armarse de paciencia y, obviamente, pedir permiso a las autoridades de la necrópolis”; también da tips prácticos a sus espectadores; entre ellos, rociar agua a baja presión o usar cepillos de cerdas suaves. “No es que sea difícil, pero tampoco se consiguen resultados satisfactorios de la noche a la mañana. Es menester esperar que los productos de limpieza surtan efecto, hagan su trabajo. De hecho, en promedio, un buen resultado me toma entre dos y tres meses, algunos hasta medio año. Es un laburo en progreso. Si están así después de décadas o más de siglo, lo lógico es que necesiten un poco de tiempo para verse mejores”, ofrece quien debutase aseando el sepulcro de “la tía Hattie, hermana de mi bisabuela, que fue enterrada sola; el resto de la familia descansa en otro camposanto”.