“¿Las promesas de OkCupid no se cumplieron? ¿Ya descubriste que el índice de deseabilidad de Tinder es casi un delito federal? ¿La cuarentena te destruyó? ¿La virtualidad te juega siempre una mala pasada?”. Con ese puntapié se presenta Enganchades: Yo quiero amar ¿y qué?, una cruza entre espectáculo de stand up, vivo de Instagram y un servicio a la comunidad para un matcheo asistido, sincronizado y cuidado.
Desde la economía libidinal del swipe hasta de sus más vivos recuerdos del living de Roberto Galán, pasando por la redefinición de las tareas celestinas que las apps imponen, se explayan a pedido de Soy las anfitrionas de este show: Danila Saiegh, Vanesa Strauch y Lucas Román.
Teorías del encastre
A la pulsión casamentera Danila Saiegh la lleva en su ADN. Viene de una familia con tradición para incentivar todo tipo de enganches, parejas a largo plazo, affaires: “Siempre me encantó enganchar gente. Muchas de las amigas de mi mamá están todas con gente que les presentó ella. También mi hermano engancha gente, y mi abuela. Y a mí me interesa mucho el tema de las citas, las app. A una versión preliminar de Enganchades... la empezamos a hacer en la radio -los tres trabajamos en Futurock-, pero nos faltaba lo visual. Lo empecé a hacer en lugares chiquitos, por supuesto prepandemia. Con la pandemia empezamos a pensar qué hacer al respecto con Lucas y con Vane. La gente estaba muy sola en las casas, chateando y sufriendo. Hay algo de las apps, que hace que la gente esté pasada de rosca y esté volviendo a otro tipo de modos de conocer gente, un poco más analógicos, un poco más cuidados. Hay algo muy de zapping, que a veces puede estar bueno, pero también siento que muchas personas están empezando a precisar cosas más amables, más seguras, más amorosas”.
¿Y qué hace del show de matcheo en vivo que ustedes ofrecen una propuesta más amorosa?
Vanesa Strauch: Bueno, lo característico de las apps de citas es que, más allá de la descripción que puede ser más o menos verdadera, te basás en una foto para dar ok o descartar. En Enganchades… la gente llena un formulario extenso con un montón de características de cada une, nunca el match se hace a partir de la foto.
¿Podríamos decir que el método Enganchades… es un intermedio entre la labor celestina analógica y el matcheo de las apps?
V. S.: Algo así. Imaginate que cuando alguien te presenta a alguien es otra cosa, muy distinta que cuando conocés a alguien en Tinder. A esa persona le das más bola, porque viene de esa otra mano, que te presentó a su amigo o amiga porque te conoce. Intentamos algo así, que la cosa venga más, por así decir, trabajada...
Lucas Román: A mí como app para conocer gente, más que las que están diseñadas para eso, me gusta Instagram. En un momento me funcionó porque me daba más confianza conocer el entorno de esa persona, sus mascotas, sus sobrinos, que sé yo. Inclusive, teniendo en cuenta que ese entorno tiene algo de ficticio también. El otro día Danila me presentó a alguien que era amigo de otra persona. Y se debatió en el grupo, porque también era una responsabilidad: si esa persona se enoja y hay un disturbio entre nosotros, afecta a la gente que está en el medio. Cuando el enganche viene más analógico, creo que uno es más precavido con el trato del otro.
¿Dónde estaría fallando el sistema? Si es que se puede hablar de fracaso…
L. R.: Para mí si falla. Siempre está la sensación de que uno está en la fiesta equivocada. Y al mismo tiempo en el fondo todo el mundo está queriendo querer a alguien. El problema es que últimamente hay un discurso de que decir algo así está mal. Esto se mezcla con las críticas al amor romántico. Criticar el amor romántico es una cosa, pero eso no tiene que convertirse en la cancelación de cualquier tipo de demostración de interés con respecto a otra persona.
V. S.: En Tinder, hay una cosa de hastío, que si estás en una búsqueda del amor, te gusta une de cada veinte. La lógica del swipe genera que nadie te guste porque siempre puede haber algo mejor, y siempre algo mejor a ese otra persona que creías mejor. Si la oferta es infinita, hay insatisfacción desde el vamos.
D. S.: Todo eso es cierto... pero para balancear yo diría que la enorme ventaja de las apps es que te podés reinventar en cada cita. Reinventar quién querés ser. Decir, por ejemplo: ya fui muy amorosa y me ghostearon. ¿Y si pruebo con otras formas?
La cocina del amor
¿Cuáles son concretamente sus técnicas de matcheo en Enganchades…?
L. R.: Le proponemos a la gente llenar un formulario. Evitamos las preguntas sobre datos físicos más allá de lo que la gente quiera decir sobre sí misma. Queremos evitar eso tan de Grindr, donde todo el mundo pone medidas, peso. Esas clasificaciones medio nazis. Sí preguntamos en qué momento sentimental estás: si te acabás de separar, si estás sola hace tres años y querés algo, o querés sexo, también le preguntamos a qué se dedican, cómo se autoperciben y qué es lo que buscan (con qué géneros quieren matchear). También: de dónde sos, qué edad tenés, qué te duele del mundo. Una pregunta sobre un libro y otra sobre un programa de tele.
¿Y a la hora de cruzar todos los datos cómo hacen?
V. S.: Nos volvimos locos la última vez. Eran 800 formularios cuyos datos tenemos que comparar. Hay gente que se anota solo para ver pero no envía formularios. Esta vez tendremos la opción de anotar a une amigue que tal vez no se anima. A algunos matcheos los decidimos en el show y otros reciben el dato por correo para usarlo si quieren.
¿Quiénes son sus referentes celestinos? ¿Qué le deben a Roberto Galán o a Cupido, de Much Music?
D. S.: A mí Galán me fascinaba. En Yo me quiero casar había una intención de sacar a los viejos de la soledad.
L. R.: Lo que se hacía en Cupido para mí era una parodia, a veces una burla. Lo de Galán era un acompañamiento a personas mayores que estaban solas. Cupido tenía algo medio de fogonear un show. Eso tenía que ver con un registro de la televisión de esa época, que hoy está en cuestión.
D. S.: Igualmente creo que el gran valor de esos dos programas fue hacerse cargo del deseo. Algo que es muy importante en Enganchades.
L. R.: Se genera un ambiente donde se puede decir: quiero estar en una relación. Eso es algo que hoy cuando estás con tus amigos es difícil de escuchar. Hay medio como una ley que te hace decir: estoy bien solo. Proponemos una vía de escape a ese otro lugar careta.
V. S.: Además, en nuestro formulario, en el casillero que pregunta qué buscás, tenemos en cuenta el factor pandemia: “yo estoy para chatear y tener citas virtuales”, “yo estoy vacunada y lista para todo”.
L. R.: A Vane se le ocurrió la opción “Encuentro con barbijo”. Y es muy requerida.
V. S.: Propongo: ¡Todo el mundo en pelotas pero con el tapabocas!
Este sábado 28 de agosto a las 22: Streaming en vivo. Invitada: Juliana Gattas, de Miranda. Entradas por Passline. Y el sábado 18 de septiembre a las 20, en el Centro Cultural Güemes, Rosario. Entradas por Entradaplay.