Nieva en Benidorm 5 Puntos
It Snows in Benidorm, España/Gran Bretaña, 2020.
Dirección y guion: Isabel Coixet.
Duración: 117 minutos.
Intérpretes: Timothy Spall, Sarita Choudhury, Carmen Machi, Pedro Casablanc, Ana Torrent.
Estreno en Paramount+.
El error de la realizadora catalana Isabel Coixet (la de Mi vida sin mí y La vida secreta de las palabras) es haber querido imponer una trama. Desde el momento en que aparece, con 50 kilos menos, el rostro como desinflado, el ceño fruncido de preocupación y el gesto apesadumbrado de siempre, está claro que la película es él, que no hay película que pueda ir más allá de él. Desde siempre, un poco por obra suya y otro poco de su mentor, Mike Leigh, antes y después del cinturón gástrico Timothy Spall (Londres, 1957) evocó la figura y la psicología de un bloodhound, hermoso sabueso de gran volumen, mejillas caídas, aspecto de fiaca y bueno como el pan. En La vida es dulce (1990) fue el mejor amigo de la familia, tan malo cocinando como eligiendo el vestuario. En Secretos y mentiras, el hermano de la protagonista, siempre presente para hacer el apoyo. En A todo o nada (2002), un agobiado chofer de taxi. En Mr. Turner (2014) fue el célebre pintor, solitario, más bien ascético en términos sexuales, eventualmente hosco y más de una vez excéntrico.
Dueño de una capacidad única para crear caricaturas con varias capas de espesor, en Nieva en Benidorm, coproducción hablada en inglés, Spall vuelve a ser el hombre de soledad preocupante, célibe y de cotidianidad reiterada, demasiado buen tipo para trabajar en un banco. Al contrario que Bill Murray en Hechizo del tiempo, para él la meteorología es la tabla de salvación (tal vez gracias a ella no sea asesino serial o violador). Lo que a Peter Riordan le gusta del clima es su previsibilidad, aunque a veces pueda no ser tal. Lo que más le atrae son las nubes. Puede pasar horas observándolas, y las paredes de su casa están tapizadas con fotos de ellas. “Lo que me gusta de vos es que sos un tipo inocente”, le dirá alguien. Acierta: Peter es un Fulgencio sin picardía, abrumado, empequeñecido. Pero bueno.
Spall hace de este ser potencialmente miserable un tipo al que uno querría darle una mano, por más encerrado que esté en sus manías, sus pequeñas nubosidades. Brevemente: lo despiden del banco de Manchester donde trabaja, justamente por ser demasiado bueno, no sabe qué hacer con su vida y decide acudir al llamado de su hermano, desde hace décadas vecino de Benidorm, en la Costa Blanca valenciana. Cuando llega, al enterarse de que el hermano desapareció por poco se le caen las valijas de la mano (“ahora hay unas con rueditas”, había comentado). Coixet debió haber filmado lo que filma durante el primer acto: Peter y su entorno, su desorientación, su soledad, su bonhomía, su condición de sapo de otro pozo (saco marrón y camisa de vestir, donde andan todos en ojotas y camisas hawaianas). Guionista al fin, Coixet empieza a hacerle vivir peripecias, y allí la película, que era Spall, se pierde. Como curiosidad debe anotarse la presencia de una veterana Ana Torrent, inolvidable niña de El espíritu de la colmena y Cría cuervos.