En el libro Armas, gérmenes y acero: Breve historia de la humanidad en los últimos 13.000 años, Jared Diamond busca dar respuesta al interrogante planteado en relación al por qué algunos pueblos se han desarrollado y otros no, o en todo caso por qué lo han hecho en distinto grado.
El desarrollo al que se refiere no es el estrictamente económico, sino que busca responder desde una perspectiva histórica y antropológica, por qué los seres humanos en algunas partes del mundo permanecieron en la edad de piedra, mientras que otras sociedades desarrollaban tecnologías que les permitieron conquistar otros pueblos y civilizaciones, hasta convertirse en las grandes potencias que hoy lideran el mundo. No obstante, este abordaje propuesto resulta también de utilidad para analizar las categorías económicas propias del actual desarrollo.
¿Quién ese Jared Diamond?
Diamond nació en Boston, Estados Unidos, en 1937. Actualmente es profesor de Geografía en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), pero inicialmente se graduó en fisiología y antes de dedicarse a la geografía se interesó también en la ornitología.
Ese libro fue publicado en 1997 y rápidamente se convirtió en un best-seller internacional, se tradujo a diversos idiomas y recibió varios premios, entre ellos, un Pulitzer. A lo largo de ese trabajo, intenta descifrar las razones por las cuales las civilizaciones denominadas euroasiáticas, en general, han sobrevivido y conquistado a otras.
A lo largo de su argumentación, Diamond refuta la idea de que la hegemonía de los pueblos euroasiáticos originarios se deba a la superioridad genética, moral o intelectual. Por el contrario, sostiene que las diferencias de poder y, particularmente, la posesión de tecnología entre las diferentes sociedades humanas tienen su origen en las diferentes condiciones medioambientales que son amplificadas por ciertos mecanismos de retroalimentación a partir de los cuales, si algunas diferencias culturales o genéticas han favorecido a los europeos y asiáticos, ellas mismas fueron generadas por la influencia del propio ámbito biogeográfico.
A partir de la narración de los principales hechos de la batalla de Cajamarca, el autor se pregunta: ¿Cómo pudo haber tanta diferencia entre dos culturas para que Pizarro con un ejército de 168 hombres derrotara a miles de nativos? ¿Por qué fueron los españoles los que llegaron a Sudamérica y no al revés?
¿Cómo fue la colonización?
Para Diamond, la captura de Atahualpa, el último emperador inca, a manos de Pizarro y sus hombres ilustra el conjunto de factores inmediatos que tuvieron como resultado la colonización del Nuevo Mundo por los europeos en vez de la colonización de Europa por los indígenas americanos.
Las razones inmediatas del éxito de Pizarro incluyen:
* La tecnología militar basada en las armas de fuego, las armas de acero, los caballos.
* Las enfermedades infecciosas endémicas en Eurasia.
* La tecnología marítima europea.
* La organización política centralizada de los estados europeos.
* La escritura.
A partir de estas ventajas, los pueblos de origen euroasiático, especialmente los que continúan viviendo en Europa y Asia oriental, además de los trasplantados a América del Norte, dominan el mundo moderno en lo relativo a riqueza y poder.
Otros pueblos, como los habitantes autóctonos de Oceanía, América y el extremo meridional de África, han dejado de ser dueños incluso de sus propias tierras y han sido diezmados, sometidos y en algunos casos exterminados por los colonizadores europeos.
Riquezas y poder
Así, la pregunta sobre la desigualdad en el mundo moderno puede reformulase del modo siguiente: ¿Por qué la riqueza y el poder se distribuyen como lo están ahora y no de otra manera? ¿Por qué los indígenas americanos y africanos y los aborígenes australianos no fueron quienes diezmaron, sometieron y exterminaron a los europeos y los asiáticos?
Estas diferencias tecnológicas y políticas ya existentes hace cientos de años fueron la causa inmediata de las desigualdades del mundo moderno. De ese modo, los imperios que disponían de armas de acero entre otras tecnologías de avanzada pudieron conquistar o exterminar a las tribus que tenían armas de piedra y madera. La historia de las interacciones entre pueblos distintos es lo que configuró el mundo moderno mediante la conquista, las epidemias y genocidios.
Estas colisiones crearon conflictos que no se han apagado todavía al cabo de muchos siglos, y que continúan aún latentes en algunas de las zonas más turbulentas del mundo.
Una idea antes extendida y que todavía comparten ciertos sectores en la actualidad es que esos resultados regionalmente tan dispares reflejan diferencias innatas en la inteligencia, la modernidad biológica o la ética del trabajo. Según esa creencia, se supone que los euroasiáticos son más inteligentes y trabajadores, mientras que los aborígenes, americanos, australianos, los papúes y otras tribus son menos capaces y ambiciosos. No existen pruebas que corroboren estos postulados.
Diferentes tipos de sociedades
Por el contrario, la explicación sobre las diferencias en los tipos de sociedades que coexisten en el mundo moderno se origina en las discrepancias medioambientales existentes. La acentuación de la centralización política y la estratificación social se vio impulsada por el aumento de la población humana, propiciando a su vez por el auge y la intensificación de la producción de alimentos. Pero, sorprendentemente, muy pocas especies de plantas silvestres y animales salvajes son aptas para su domesticación y conversión en cultivos y ganado.
Esas pocas especies salvajes estaban concentradas originalmente en sólo una decena de pequeñas regiones del mundo, cuyas sociedades humanas, en consecuencia, gozaron de una ventaja decisiva para el desarrollo de la producción de alimentos y excedentes, una tecnología avanzada y gobiernos de grandes Estados.
Esas diferencias explican por qué los euroasiáticos que vivían cerca de la región del mundo (Creciente fértil) con las especies domesticables de plantas y animales más valiosas para la supervivencia humana, acabaron expandiéndose por el planeta, mientras que otras civilizaciones no lo hicieron. De esta forma, estos factores medioambientales permitieron en definitiva a estas civilizaciones una difusión mejor de alimentos y de las técnicas de producción, así como también en la trasmisión de conocimientos y nuevas tecnologías.
Estas ventajas permitieron producir más comida que en otras partes del planeta, lo cual dio lugar a un notable crecimiento demográfico y a la correspondiente división del trabajo. De este modo, el producir más calorías por trabajador, permitió sostener a una clase social que no estaba enfocada en la obtención de comida al tiempo que se incrementaba la densidad poblacional.
Tener una clase que no estuviera dedicada a la producción de alimentos permitió la creación de una estructura burocrática, dedicada a la organización política y a la acumulación de conocimientos, así como también un ejército dedicado a la defensa y posteriormente a la conquista.
La acumulación originaria
Diamond plantea que la colonización de un pueblo por otro no tuvo nada que ver con las diferencias genéticas o raciales entre unos y otros, sino que se debió a particularidades biogeográficas, especialmente a las diferencias en cuanto a superficies habitables y lotes de especies de animales salvajes o plantas silvestres disponibles. Las asombrosas diferencias entre la historia a largo plazo de los pueblos de los distintos continentes no se han debido a diferencias innatas entre los propios pueblos, sino a diferencias en sus respectivos medios.
Esta perspectiva permite observar con claridad como la denominada acumulación originaria del capital y la violencia a ella asociada configuró las primeras estructuras de poder económico que resultaron determinantes en la conformación del mundo actual. Esta acumulación primigenia no es otra cosa que el proceso histórico de escisión de los trabajadores de los medios de producción, la cual se constituye como originaria dado que configura la prehistoria del capital y el modo de producción correspondiente al mismo.
El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población aborigen, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, así como la transformación de Africa en un coto reservado para la comercialización de esclavos, caracterizaron los albores de la era capitalista y constituyeron factores fundamentales en esa acumulación originaria reproducida en gran parte hasta nuestros días a través de diversos mecanismos de sucesión.
Tener en cuenta este proceso histórico permite comprender mejor el origen de las relaciones de poder vigentes y ayuda a entender cómo el mundo moderno y sus desigualdades han llegado a ser como son. Además, este recorrido histórico de raigambre antropológica efectuado por Diamond destaca como la acumulación de conocimientos, la difusión de los mismos y la incorporación de estos en los procesos productivos, de la mano de la cooperación colectiva y la planificación estatal en un marco de competencia entre diversas civilizaciones, han resultado fundamentales para el progreso humano.
En su conjunto, resulta una lección de utilidad a la hora de plantear las estrategias del desarrollo económico y social en nuestros días y en nuestras latitudes.
* Economista UBA. @caramelo_pablo