Boca sigue brindando señales de recuperación. Este miércoles por la noche lo hizo ante Platense, al que venció 3 a 1 aunque con unos sufridos y algo desconcertantes minutos finales tras dominar gran parte del encuentro. El sábado pasado lo había hecho ante Patronato, poniéndole fin a la racha de 10 partidos sin triunfos que propició la salida de Miguel Angel Russo. Aunque aquel fue un 1 a 0 ajustado, con gol agónico e incluso polémica por un tanto mal anulado a los entrerrianos, el equipo de Sebastián Battaglia supo mostrar una renovada vocación ofensiva tras mendigar algún que otro tiro al arco en las fechas previas. En Vicente López reafirmó tal iniciativa.
El primer gran manotazo del DT interino ya había sido el ingreso del centrodelantero Luis Vázquez, a quien bien conoce de la Reserva, para así mover a Norberto Briasco a la banda izquierda y darle aire al exHuracán, ya sea por su incomodidad dentro de la cancha jugando de improvisado nueve como por las críticas que venía recibiendo fuera de la misma. Y en su segundo partido como extremo -tras seis de referente ofensivo- le llegó el gol. El atacante aprovechó un titubeo fatal entre Acevedo y De Olivera y los anticipó con un toque por encima del arquero, quien se apresuró al salir de su área. Pero el platinado fue mucho más que un festejo: resultó un problema constante para los defensores calamares, que le cometieron reiteradas infracciones para detenerlo.
El segundo gran ajuste de Battaglia fue este miércoles. Aprovechando lo apretado del calendario, le dio "descanso" a algunos titulares y, así, minutos a juveniles. En defensa ingresó Agustín Sández, mucho más sobrio que el siempre imprevisible Frank Fabra y quien incluso se dio el gusto de meter un terrible derechazo en el travesaño, además de otras muy buenas incursiones en ataque. En el medio, Alan Varela en lugar del batallador pero poco dúctil con la pelota Esteban Rolón para aceitar la salida desde el fondo. Y en ataque, Aaron Molinas (por Cristian Pavón), de gran nivel ante Patronato y quien probó nuevamente que cuenta con un excelente panorama a la hora de habilitar compañeros e incluso para realizar las pausas necesarias.
De todos modos, aunque Boca gozó en exceso de la pelota (66 por ciento de posesión), tampoco es que le sobraron chances claras de gol. Y así, como esto es fútbol, Platense se lo pudo empatar contra todo pronóstico tras un córner que la visita nunca supo despejar y Nicolás Bertolo capitalizó con pecho y volea al final del primer tiempo. Era de pelota parada que el Calamar lograba lastimar, tras apostar casi todas sus fichas al contraataque con la velocidad del hábil Juan Curuchet y la de los jóvenes Mansilla y Monzón, ambos incorporados para este semestre.
Pero quedaba demasiado tiempo (y dominio visitante) como para que la historia se quede en el 1 a 1. Así, a los 52, tras una larga serie de pases, el Pulpo González metió un golazo desde afuera del área. Con la ventaja, a los de Battaglia sólo les quedaba protegerla, pero pecaron al refugiarse en su campo y sufrieron con los embates calamares hasta que el ingresado Pavón se escapó y puso el tercero. El nuevo Boca sufre pero gana y, lo más importante, da señales de mejoría gracias a varios puntos altos: la solvencia de Marcos Rojo (con una evidente licencia para pegar) desde el fondo, la inspiración de Molinas en el medio y la movilidad de Briasco en ataque.