Refrescar la mirada
Aunque ubicuos, nunca faltan los que den la nota con sus formas ocurrentes: de tornillo, de platillo volador, de avioneta, incluso –por qué no– de damajuana. Oh, ¡Tanques de agua!, sean sobrios o estrafalarios, permanecen esencialmente necesarios, aunque generalmente pasen inadvertidos para el acostumbrado ojo promedio. Por suerte, una propuesta invita a “descotidianizar la mirada y, así, aproximarse de otra forma a la ciudad”, a partir –claro– de estos objetos omnipresentes, a menudo desatendidos u olvidados. “De estos elementos de abastecimiento, me atrae especialmente su impronta de resto arqueológico urbano; forman parte de una historia compartida y, asimismo, siguen funcionando como punto de referencia, de orientación”, dice la artista platense Mariana Sanguinetti, creadora de Tanques de agua, refrescante cuenta de Instagram que se encuentra activa desde el pasado año. Devoto a exponer un amplio repertorio de tanques, “con sus semejanzas y pequeñas variaciones”, el proyecto bebe de imágenes propias y fotografías enviadas por colaboradores espontáneos, de las más diversas latitudes: de Córdoba a Entre Ríos, de Río Negro a Salta; también de Dinamarca, Estados Unidos o México. “Algunos sorprenden por su emplazamiento, el contexto que los rodea y que complementa sus formas”, suma esta licenciada y profesora en Artes Plásticas, egresada de la Universidad Nacional de La Plata, que gusta prestar especial atención “a aquello que, por ser habitual o rutinario, pasa desapercibido”. El interés lo corrobora su obra como artista: el proyecto en curso Arqueología de lo cotidiano, donde recolecta objetos que encuentra en su entorno para ensayar diferentes maneras de aproximarme a la urbe, sumando dibujos personales, registro fotográfico, audiovisual. “Trabajo con el recuerdo y con la construcción de archivo”, destaca Sanguinetti, cofundadora –junto a Leandro Mosco– de la galería Ramos Generales, de La Plata, que también oficia de tienda de arte. Por lo demás, acerca de Tanques de agua, recuerda que “es una práctica transportable, que se activa donde sea que una esté”. Invitados sean todos, entonces, a ejercitar lúdicamente la mirada extrañada, y compartir tanques en su cuenta.
El Pingüino está de regreso
Cuando el año que viene se concrete el esperado estreno de The Batman, con Robert Pattinson calzándose por primera vez el ajustado traje del trasnochado vengador, una caterva de villanos se la pondrá difícil al enmascarado; incluido Colin Farrell en su rol de Oswald Cobblepot, es decir, el Pingüino. Maquiavélico personaje con más caras que aletas; entre ellas, la de Burgess Meredith en la legendaria serie televisiva de los 60s, y por supuesto, la de Danny DeVito, memorable en su encarnación del abominable malvado en la película Batman Vuelve (1992), de Tim Burton, con voraz apetito de venganza tras ser criado por aves marinas en el zoológico de Gotham por el abandonado de sus epidérmicos padres. Pues, en pos de celebrar el 80 cumpleaños del Pingüino (su primera aparición en la historieta data del ’41, a partir del trabajo de Bill Finger y Bob Kane), la factoría DC ha decidido ir a la fuente: tuvo la ocurrencia de invitar al actor de cintas como Tirá a mamá del tren, Matilda y Gemelos a ponerse en la pálida piel del personaje una vez más, pero esta vez desde la pluma. Sucede que, en su debut total como autor de tebeos, DeVito está escribiendo una historieta centrada en el pérfido enemigo de Bruno Díaz, que contará con ilustraciones de Dan Mora y con portada del celebrado artista Lee Bermejo. La historia gráfica será la primera entrega de Gotham City Villains Anniversary Giant, flamante antología centrada en algunos de los malhechores más emblemáticos de Ciudad Gótica, que ven sus planes sistemáticamente truncados por héroe murciélago (Scarecrow y Poison Ivy, entre ellos). Qué se trae entre manos el barrigón de smoking, pajarita y monóculo, conocido por sus paraguas de alta tecnología y su naricita en forma de pico, es aún un misterio. Pero habiendo sido literalmente hundido por el Batman de Michael Keaton, seguramente Danny DeVito hará sudar la gota gorda al Caballero de la Noche.
Agresivos zombies racistas
De los creadores de Left 4 Dead, aclamada saga de videogames que hace más de una década desarrollara la firma californiana Turtle Rock Studios, llega una nueva horda de pérfidos zombies por liquidar, en pos de supervivencia virtual, evidentemente. Cooperativo y en primera persona, el venidero juego lleva por nombre Back 4 Blood y ubica en pie de guerra contra muertos vivos en plena tierra arrasada, apañándose terrícolas por salvar lo poco que queda de una humanidad al borde de la extinción. Con fecha prevista de lanzamiento en octubre y distribución a cargo Warner Bros Games, la flamante épica tiene todo para triunfar… siempre y cuando subsane rápidamente un problemita jorobado que se ha vuelto viral en menos de lo canta un gallo resucitado. Sucede que, en su versión beta, Back 4 Blood ya ha sido testeada por cantidad de adictos a las consolas, que mientras urdían planes y echaban tiros a mansalva, se sorprendieron ingratamente al escuchar cierto “gruñido” zombie que, más bien, era un insulto racial. Entre los extraños y aleatorios sonidos guturales que profieren los perversos muertos vivos, más de un gamer pasmado les oyó decir nigger, término que -como es harto sabido- se utiliza peyorativa y discriminatoriamente contra personas afroamericanas. ¿Zombies racistas? Pues, sí, efectivamente, aunque no porque quisieran volver a los monstruos aún más crueles. Se trata de un despiste involuntario, claramente desafortunado, conforme han aclarado a la velocidad del rayo voceros de Warner Bros. “La palabra jamás se grabó y, por supuesto, nunca fue nuestra intención que formara parte del juego. El audio que se oye es resultado de dos gruñidos diferentes que, al reproducirse simultáneamente, suenan como ese vocablo ofensivo. Estamos trabajando diligentemente para solucionar el problema, que debería estar resuelto en breve”, se ha expedido la firma ante la avalancha de críticas. Al menos, el error saltó antes de que estuviera en el mercado, no ha corrido más hemoglobina que la estrictamente necesaria.
De la barbería a la biblioteca
“Queridos amigos míos, por favor escriban unas líneas en este pequeño cuaderno con tiras de Wash Tubbs. Ayúdenme a tenerlos siempre presentes”, puede leerse en un álbum de recortes que, antaño, a partir de 1928, probó ser fuente de entretenimiento entre clientes de la barbería Bungalow, en el pueblo Fredonia de Kansas, en los Estados Unidos. El dueño del negocio se llamaba I.A. Persinger, hombre con lógica facilidad para la tijera: no solo la usaba con agilidad para emparejar melenas y bigotes, también recortaba con mimo las historietas diarias de Wash Tubbs en pos de pegarlas en un cuaderno que, de tan voluminoso, terminó pesando... más de 16 kilos. Publicada originalmente en diarios locales en 1924, esta tira del norteamericano Roy Crane ofrecía gags a partir de desventuras mundanas del personaje homónimo, un torpe empleado de tienda. Al cabo de unos pocos meses, empero, su autor decidió dar nuevo enfoque a la trama: el protagonista renuncia a su laburo y se lanza a la aventura, primeramente uniéndose a un circo, en un cómic a menudo tenido por pionero del género acción. Con tanto predicamento en sus días que, según ciertos especialistas en tema, Wash Tubbs habría popularizado ciertos recursos, hoy clásicos, como las famosas onomatopeyas “¡Bam!”, “¡Pow!”. La peculiaridad del libro de recortes del barbero Persinger, sin embargo, yace en las anotaciones que dejaban los visitantes en sus páginas. “Es mucho más que una recopilación de historietas”, señala Karen Green, curadora del área de manuscritos raros de Columbia University Libraries, que acaba de adquirir e incorporar el tomo a la colección de la institución: “Es un registro de la vida durante la Gran Depresión”. “Algunas páginas tienen mensajes escritos entre o debajo de los cómics, a veces incluso encima. A muchos les gustaba hacer rimas. Persinger pronto empezó a agregar dibujos, y ocasionalmente, hacía observaciones metafísicas sobre el mundo durante este período histórico. A medida que las hojas se completaban, añadía adicionales –alrededor de 800– para que la gente siguiera manifestando sus pensamientos, sus ideas”, cuenta Green sobre el reciente hallazgo, fortuito, con el que se topó en redes sociales. “Las historietas pueden ser excelentes transmisores de las normas sociales en curso, de los movimientos políticos, reflejar las preocupaciones diarias de la gente. Hay tantas vías de investigación posibles a partir de este álbum de recortes… En especial, si hacemos hincapié en los comentarios que dejan las personas sobre las propias historietas, que dicen mucho sobre cómo impactaba esta forma de arte en la vida cotidiana de las personas”, recalca la estudiosa, que recién comienza la faena analítica, maniobrando con extremo cuidado el envejecido tomo, que eventualmente será digitalizado, disponible desde 2022 para que internautas curiosos le echen una miradita, de así desearlo.