Brasil atraviesa la mayor crisis hídrica en 91 años frente a la escasez de lluvia en los últimos meses. La falta de agua coincide con el avance de la deforestación en el Amazonas, profundizada durante el gobierno de Jair Bolsonaro, fuente de abastecimiento de los ríos locales, con impacto a nivel regional como en el caso del río Paraná. La situación pone en peligro el abastecimiento energético, ya que las hidroeléctricas están con capacidades mínimas en sus embalses y generan el 65 por ciento de la energía del país. 

El presidente de Brasil Jair Bolsonaro se vio forzado a ordenar medidas de ahorro de energía en los edificios de la administración pública, que deberán restringir entre un 10 y un 20 por ciento el consumo, según se publicó el miércoles en el Boletín Oficial. La meta de reducción del uso de la energía impuesta por el decreto presidencial estará vigente entre septiembre de este año y abril de 2022.

El decreto presidencial incluye recomendaciones y alternativas para reducir el uso de equipos que consumen energía en dependencias públicas, como la disminución del aire acondicionado, de luces en horarios diurnos y hasta de computadores. Todos los organismos públicos deberán crear comités internos que se responsabilicen por las medidas de reducción del consumo y hacer publicos en la web sus registros de energía mes a mes. 

Cada dependencia de la administración pública también deberá mostrar sus niveles de consumo con comparativas anuales desde 2018 y ofrecer explicaciones en caso de que no cumplan la meta de ahorro. El Gobierno federal administra cerca de 23.000 edificaciones públicas propias o alquiladas, incluyendo escuelas, hospitales, universidades y predios administrativos.

Según los especialistas, las medidas voluntarias de ahorro podrán evitar que el Gobierno sea obligado a imponer un impopular racionamiento eléctrico.

Deforestación y cambio climático

El avance de la deforestación del Amazonas, cuyo ecosistema único genera los denomindas "ríos voladores" que desecandenan las lluvias para abastecer las cuencas de los ríos, es uno de los motivos que se analizan frente a la crítica sequía que enfrenta el país. 

La deforestación, producto del avance de la frontera agropecuaria para la ganadería y el cultivo de soja, provoca también una disminución en la absorción de Co2, gas de efecto invernadero que incrementa el calentamiento global. Según el Sistema de Alerta de Deforestación del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon), en la última década, la selva Amazónica perdió 649 kilómetros cuadrados de vegetación nativa. 

Pese a que el Gobierno ha descartado por ahora la posibilidad de imponer un racionamiento para reducir el consumo de energía o el riesgo de un apagón, los analistas han alertado sobre la crítica situación de las hidroeléctricas, responsables por la mayor parte de la energía generada por el país.

Represas en niveles mínimos

La intensa sequía y la escasez de las lluvias en los últimos meses dejó las represas de gran parte de las hidroeléctricas de Brasil en niveles mínimos: las represas en las regiones sureste y centro-oeste del país, responsables por el 70 % de la energía hidráulica generada por Brasil, están con sus niveles de agua por debajo del 23 % de la capacidad. 

Esto obligó a activar plantas térmicas, más costosas y contaminantes, para compensar la reducción de la generación. Brasil tiene una capacidad instalada para generar 186 gigavatios de energía, de la cual un 65 por ciento es hidráulica, la fuente más barata y menos contaminante, y un 17 por ciento térmica.