La crisis que atraviesa Afganistán dio un giro dramático este jueves con un doble atentado reivindicado por el grupo Estado Islámico (ISIS) que causó la muerte de al menos 70 civiles afganos y 13 militares estadounidenses en el aeropuerto de Kabul, donde seguían las evacuaciones de civiles que huyen del nuevo régimen talibán. En el primero de los ataques un suicida del grupo terrorista detonó una bomba en uno de los accesos al aeropuerto, mientras que otro hizo estallar los explosivos que llevaba encima en las inmediaciones de un hotel cercano a la terminal aérea.
ISIS-K, la rama regional de la fuerza extremista en Afganistán, se atribuyó los ataques de acuerdo a un mensaje difundido en su canal de Telegram. Por su parte los talibanes condenaron los sangrientos atentados remarcando que se produjeron en una zona bajo control militar estadounidense. Tanto Estados Unidos como el Reino Unido venían advirtiendo sobre una "elevada amenaza terrorista" en el lugar. El presidente Joe Biden prometió responder "con fuerza y precisión" a los ataques. Pese a la lluvia de criticas por la retirada, Biden ratificó que Estados Unidos abandonará Afganistán y lo hará en la fecha prometida, el 31 de agosto. "Es tiempo de terminar una guerra de 20 años", disparó.
¿Cómo se dieron los atentados?
Se trata del primer ataque de este tipo desde que los talibanes tomaron el control del país el pasado 15 de agosto, pese a los férreos controles de seguridad de los islamistas en Kabul. La primera de las explosiones tuvo lugar a las 18:24 horas de Afganistán cerca de una de las puertas de acceso al aeropuerto de la capital afgana. Cuando todas las miradas apuntaban a ese lugar y se trataba de ayudar a las víctimas se produjo la segunda explosión a través de un coche bomba, a unos 300 metros de distancia y junto al hotel Baron, la base empleada por el Reino Unido para coordinar sus evacuaciones.
Un exmilitar británico que presenció el ataque desde un auto en el que llegaba al aeropuerto de Kabul dijo que vio a uno de los agresores armado con un fusil AK-47. "De repente oímos disparos y nuestro vehículo fue atacado, y si nuestro conductor no hubiera dado la vuelta, habría sido baleado en la cabeza por un hombre", detalló Paul Farthing.
Afganos con las ropas empapadas de sangre y mujeres llorando intentaban salir de la zona, mientras decenas de heridos eran transportados en carretillas. "Cuerpos y trozos de carne fueron echados a un canal cercano" describió un testigo presencial, Milad, a la agencia AFP. "Cuando la gente escuchó la explosión el pánico fue total. Los talibanes empezaron a disparar al aire para dispersar a la gente", agregó un segundo testigo.
El joven aseguró que en la confusión perdió todos los documentos que le hubieran permitido abordar un vuelo con su mujer y tres hijos. "No quiero volver al aeropuerto nunca más. Maldito sea Estados Unidos, su evacuación y sus visados", exclamó.
Poco después de los ataques, varios medios extranjeros reportaron otras dos explosiones en la capital afgana pero el vocero del movimiento talibán, Zabihullah Mujahid, descartó que fueran atentados. Mujahid sostuvo que se trató de explosiones controladas de las fuerzas estadounidenses para destruir municiones.
Reivindicación del ISIS-K
Los ataques fueron reconocido por la rama afgana del ISIS, según un comunicado de su agencia de información Amaq. El autodenominado Estado Islámico de Khorasan (ISIS-K) detalló la forma en que se dio una de las explosiones, perpetrada por uno de sus combatientes suicidas después de superar los controles de seguridad "de las fuerzas estadounidenses y la milicia talibán alrededor de la capital".
"Pudo llegar a una gran concentración de traductores y colaboradores del Ejército estadounidense en el campo de Baran, cerca del aeropuerto de Kabul, e hizo estallar un cinturón explosivo matando a unas 60 personas e hiriendo a 100, entre ellos miembros de los talibanes", agregaron los yihadistas en su versión de los hechos.
"Los haremos pagar"
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió venganza contra los autores de los atentados. "Para los que cometieron este ataque, no perdonaremos, no olvidaremos, los cazaremos y los haremos pagar. Defenderé a mi gente y nuestros intereses con toda la fuerza que tengo", prometió Biden en un discurso a la nación desde la Casa Blanca.
"Responderemos en nuestro tiempo con la fuerza y en el lugar que decidamos", agregó un Biden que tuvo que cancelar su encuentro con el primer ministro israelí Naftali Bennett de visita en Washington. El mandatario demócrata también lanzó dos críticas poco veladas a los talibanes.
Primero vinculó los atentados a la decisión del movimiento insurgente de abrir las cárceles y liberar a todos los detenidos en el país. "De inmediato empezaron a planear atentados contra las fuerzas estadounidenses", aseguró el mandatario en referencia a presuntos presos del ISIS liberados.
Después criticó la cadena de mando de los talibanes, dando a entender que los acuerdos que negociaron con la cúpula para garantizar las evacuaciones no siempre se cumplieron en las calles, especialmente alrededor del aeropuerto, donde se inmoló uno de los dos atacantes suicidas del ISIS. "No es lo que llamarías una operación bien coordinada desde la comandancia como lo es la de las fuerzas estadounidenses", afirmó.
Biden destacó que "no hay evidencias de que haya habido una connivencia entre los talibanes y el ISIS" y reconoció que en este momento tanto su gobierno como el movimiento islamista "tienen un interés común": que Estados Unidos se retire el 31 de agosto y abandone el último punto que controla en el país, el aeropuerto internacional de la capital, tal como acordó la anterior administración de Donald Trump.
Los talibanes, duros con Estados Unidos
El movimiento talibán salió a responsabilizar a Estados Unidos de las fallas de seguridad del jueves. Los atentados "tuvieron lugar en una zona donde la seguridad está en manos de las fuerzas estadounidenses", aseguró Mujahid, vocero del grupo islamista. Los talibanes están "prestando mucha atención a la seguridad y protección de su gente, y los responsables serán detenidos", agregó.
"Exigimos la retirada de los estadounidenses en el plazo determinado y en la fecha determinada. No tenemos previsto extender los plazos de su estancia en Afganistán" tras las explosiones en la capital, subrayó Mujahid, al indicar que esto se aplica únicamente al personal militar y que el traslado de civiles pueden continuar más allá del 31 de agosto.
A su juicio, el ejército de Estados Unidos cuenta con todas las capacidades para terminar la salida a tiempo. "Tienen grandes aviones, pueden evacuar a sus fuerzas y empleados pero no deben llevarse afganos comunes o forzarlos a marcharse", avisó el portavoz en rueda de prensa.
Repudio internacional
El doble atentado cosechó el repudio unánime de la comunidad internacional y profundizó el compromiso de Estados Unidos y sus aliados de continuar y completar las evacuaciones antes de fin de mes. La canciller alemana Angela Merkel denunció un ataque "absolutamente despreciable" y agregó que "se trata de una situación muy, muy tensa para sacar a la gente del país". Alemania indicó a través de un comunicado que ya concluyó con sus evacuaciones.
El presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró en cambio que aún quedaban por evacuar "cientos" de personas. "Mientras hablamos, tenemos 20 autobuses de ciudadanos con doble nacionalidad y afganos que queremos repatriar", dijo Macron. Por su parte el primer ministro británico, Boris Johnson, prometió que la operación de evacuación en Afganistán continuará a pesar del "bárbaro" y "despreciable" doble atentado ocurrido en el aeropuerto de Kabul.
La tensión que atraviesa a las potencias es tal que el secretario general de la ONU, António Guterres, llamó a una reunión de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Guterres envió cartas para invitar formalmente a Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China a reunirse el próximo lunes. Rusia se mostró supuestamente reticente, pero se espera que los cinco asistan.
En la última semana, el aeropuerto de Kabul fue escenario de algunas de las imágenes más duras del fin de la guerra más extensa en la historia de Estados Unidos. Un vuelo tras otro ha salido de allí para sacar a quienes temen represalias por haber colaborado o trabajado para las fuerzas extranjeras, o que los talibanes vuelvan a imponer el brutal régimen que caracterizó a su anterior gobierno hasta que fue derrocado por una invasión internacional liderada por los estadounidenses en 2001.