El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Catamarca, admitió el careo solicitado por el representante de la Secretaría de Derechos Humanos, Ramiro Fresneda, en la causa que busca determinar la responsabilidad de Francisco Castañeda, en las desapariciones y secuestros de Griselda del Huerto Ponce y Julio Genaro Burgos.
El careo se realizará entre dos ex militares que testificaron y discreparon en cuanto al objetivo de los denominados “censos poblacionales” que realizaba el Ejército durante la última dictadura militar, y fue solicitado el 18 de agosto pasado por Fresneda y por el fiscal de Cámara Rafael Vehils Ruiz, con la oposición del defensor del acusado, el abogado Lucio Montero: “Corresponde hacer lugar al pedido por la discrepancia observada”, determinó el Tribunal compuesto por los jueces Enrique Lilljedahl, Mario Martínez y Federico Bothamley.
Francisco Labatte y Néstor Silva (Jefe de Armas y Jefe de Soldados, respectivamente), se encontrarán en la Sala de Audiencias el próximo 1 de septiembre. Ambos estuvieron bajo el mando de Castañeda, responsable de la Compañía “A” del Regimiento Aerotransportado 17 durante los secuestros de Ponce y Burgos, concretados el 15 de diciembre de 1976.
Tras emitir la resolución, el Tribunal habilitó nuevamente el debate para que se escuchen las voces de más testigos; esta vez, habló el ex policía Juan Carlos Denett, Enrique Tula Norris, Manuel Horacio Castro y Carlos Lazarte, los tres ex conscriptos que hicieron el servicio militar durante el año 1976 en el Regimiento Aerotransportado 17 con asiento en Catamarca.
Denett, sólo testificó sobre las funciones de la Brigada de Investigaciones, de la policía unidad en donde él prestaba servicio al momento del hecho. El ex policía dijo no recordar nada de lo que hacían y reclamó por ser llamado a testificar.
Por su parte, los ex conscriptos hablaron sobre sus funciones bajo las órdenes de Castañeda. Los tres coincidieron en que participaron de los denominados “censos poblacionales”. Según su relato, ellos, como solados sin rango, sólo hacían “seguridad” en esos momentos.
Los tres coincidieron que un “censo” consistía en cercar una manzana designada entre unos 15 a 20 soldados para impedir el paso de cualquiera. Hasta esos lugares llegaban en camiones Unimog y los jefes de servicios junto a un secretario era quienes ingresaban a los hogares. Según explicaron “nunca supimos lo que sucedía adentro” de las viviendas. “Nunca encontramos armamento ni elemento que pueda sugerir alguna acción”, dijo Lazarte al respecto.
Para realizar estos “censos” iban armados y ninguno recordó que los vecinos de la manzana se hubiera negado a recibirlos.
Si bien la memoria de todos fue selectiva al momento de ser consultados, los tres dijeron como respuesta al abogado defensor que “ningún miembro de su familia o conocido sufrió alguna vez represalia por parte de alguna fuerza policial o militar”. Tula Norris, aseguró que su padre en aquel momento se presentó como candidato a diputado y a gobernador representando al partido Demócrata, al que identificó con ideología de centro-derecha, y dijo que nunca fue perseguido por sus ideas.
En tanto, Castro, confesó que sabía que los funcionarios que estaban ejerciendo al momento del “golpe militar”, estaban detenidos en el Hogar Escuela, pero no dio detalles.
El debate pasó a un cuarto intermedio para el 1 de septiembre a las 9 de la mañana.
Qué se juzga
A Castañeda se le imputa el encubrimiento agravado de las desapariciones de Griselda Ponce y Burgos. En aquel momento el ahora coronel retirado estaba a cargo de la denominada Jefatura A del Regimiento Aerotransportado 17.
Fue el 15 de diciembre de 1976 a las 3 de la mañana cuando un grupo de cinco o seis personas vestidas de civil, encapuchadas y portando armas largas, golpearon la puerta del domicilio de la familia Ponce. En la vivienda, durmiendo, estaban Griselda Chasampi y dos de sus hijas, Felicinda y Griselda Ponce. Además, estaban de visita por las vacaciones, dos sobrinos de la mujer, hijos de otras hermanas, uno de ellos era Julio Burgos.
Según el relato de las mujeres que sobrevivieron a aquella noche, uno de los hombres que ingresaron, "tenía uniforme militar y se había colocado una suerte de antifaz y también peluca para evitar ser identificado". Luego de amenazarlos y levantarlos de las camas, los llevaron al patio. Ahí les pidieron que se identifiquen y cuando Griselda dijo su nombre, el que vestía uniforme militar, la condujo al dormitorio de su madre junto con Julio. Los interrogaron y se llevaron a ambos.