El argumento y el tema principal de La suerte viene a cubrir una larga vacancia en la dramaturgia LGTB local. En efecto, tras poco más de una década de la sanción de la ley de matrimonio igualitario resulta escasa la producción de textos teatrales que aborden la manera en que ésta impactó sobre las vidas de gays y lesbianas. Y aún son menos, las obras de teatro centradas en una de las posibilidades más amorosas que favorece esta ampliación de derechos: la adopción homoparental.
Juli Disla deviene autor pionero en saldar esa deuda con la historia de Jaime (Jorge Noguera) y Juli (Santiago Cejas), una pareja de varones que tras largos años de convivencia decide ampliar su familia. El guion no deja de aludir de manera sutil e inteligente a que, quince años atrás, cuando los muchachos se conocieron se trataba de un proyecto utópico e inimaginable siquiera de ser soñado. Eso implica reflexionar sobre las nuevas reglas y compromisos que implica el “instante frágil” de la firma del contrato jurídico frecuentemente basado en el amor y cuya conquista costó tantas luchas, penurias y existencias truncadas.
Con cierta premura y presión por parte de Juli y reticencias por parte de Jaime, los muchachos se anotan en las charlas informativas de un Centro de Adopción, en principio sin obligaciones. Luego se deciden a inscribirse en una morosa lista de ocho años que eventualmente le permitiría adoptar un niño. En ese lapso se ilusionan, se arrepienten, se sienten capaces o incapaces de ser padres, se casan y se ven obligados a presentarse como matrimonio a sus respectivas familias.
Y sobre todo se asiste al largo, dulce y tortuoso camino que recorre toda pareja que quiere adoptar, pero con las especificidades de una pareja gay y multirracial. Así, a los papeles impregnados de emoción cuya burocracia espantaría a Kafka, los trámites tragicómicos, la larga espera que evoca a Zama, la intromisión a las vidas privadas por parte de psicólogos y asistentes sociales y las dudas e incertidumbres personales se les suman los temores a los funcionarios judiciales homófobos y racistas, los prejuicios sociales y las injusticias de un mundo preferentemente organizado bajo el paradigma heteronormativo.
Con una escenografía minimalista que constituye un valor en sí mismo, asentado en un texto poderoso e inteligente, actuaciones de una naturalidad extraordinaria y una buena dirección, La suerte se erige en brillante propuesta que emociona y hace reír de manera alternativa. Constituye también un alegato político que, tras la adopción, se adentra en las vicisitudes que implica la crianza de un hijo rodeado de heterosexualidad y que hasta consume dibujos animados con familias blancas y heterosexuales.
La suerte de Juli Disla. Dirección: Maite Velo. Con Julio Noguera y Santiago Cejas. Sala Boedo. Timbre 4. Boedo 640. Domingos a las 18 y 19 y 30 horas.