¿Pegar patadas de la dimensión de la Muralla China? ¿Entregar figuras mitológicas y estampas de ensueño en la gran pantalla? ¿Ingresar a una cultura como quien traspasa la Ciudad Prohibida? ¿Presentar al hijo más brillante de las artes marciales dentro del Universo Cinematográfico Marvel? Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (estreno el 2 de septiembre) es todo ello y más. Pero también viene a saldar la deuda de esta factoría audiovisual con el imaginario asiático. “Queríamos hacerla por ambas razones: para sumar un personaje específico al UCM, pero también para trabajar otro tipo de representaciones. Es entonces tanto una película de acción de Marvel como una sobre una cultura milenaria”, especificó el CEO de la compañía, Kevin Feige, en la presentación virtual para la prensa realizada hace algunos días. Página/12 estuvo presente en el evento, que además contó la participación de su protagonista, Simu Liu, y de su director, Destin Daniel Cretton.
En la previa de su estreno, el producto número 25 del UCM ha generado tanto run run como las peleas a las que se somete su protagonista. Las razones están a la vista. Y más allá de las loas por el origen de su equipo, haber descartado el white washing y la presencia del mandarín, está el relato con su modélico camino del héroe. En los primeros minutos se lo ubica en San Francisco en un “living la vida loca” con su amiga Katy (una muy graciosa Awkwafina). De allí irá a la luminosa Macao hasta entrar en la ciudad mitológica de Ta Lo, un enclave que media entre la realidad y la fantasía multicolor. El villano será nada menos que su propio padre, interpretado por Tony Leung. El actor fetiche de Wong Kar-Wai encarna aquí a un sujeto que ha acumulado todo tipo de poder gracias a los diez anillos del título. Otros actores de renombre del elenco son Michelle Yeoh y Ben Kingsley.
Como en Thor (Kenneth Branagh; 2011) la pieza ofrece su vena hamletiana, pero ante todo para su director es “un viaje de autodescubrimiento”. El realizador había comparado al protagonista de esta película con el rol de Matt Damon de En busca del destino (Gus Van Sant; 1997) por su mezcla de testosterona y fragilidad. Eso sí, en vez de matemáticas, Shang-Chi sabe repartir piña-patada-piña como nadie en el universo. “Es alguien que debe aprender a lidiar finalmente con el dolor del que ha estado huyendo toda su vida. Y cuando finalmente es capaz de mirar dentro de su pasado y abrazar lo bueno, lo malo, la alegría, el dolor, y aceptarlo todo como parte de sí mismo, es cuando finalmente se pone sus zapatos de niño grande. Creo que eso es lo que todos estamos haciendo de una forma u otra. Realmente me conecté con eso”, puntualizó Cretton en la presentación global del largometraje.
El director hawaiano confesó que fue de vital importancia una charla que tuvo con Ryan Coogler. El responsable de Pantera Negra (emblema de la incursión marvelita en el tópico de la diversidad) lo incentivó a que se apropiara de la empresa. “La presión es real e inevitable por la dimensión del proyecto, pero no proviene de las demás personas. Se trabaja en un ambiente de curiosidad, de exploración, no hay una mentalidad basada en el miedo, al contrario: se nos ha permitido tomar riesgos y oportunidades y poder inculcar esa misma apuesta por el riesgo a todos los involucrados en esta película. Ojalá la gente pueda apreciar eso en el resultado final”, especificó el director.
Shang-Chi… no tendrá el alarido de “Wakanda for ever” pero sí increíbles postales del género wuxia ("caballeros de las artes marciales") donde las leyes de la física y la gravedad no tienen sentido y los combatientes bailan una danza mágica. Este exponente del cine pochoclero rescribe con sagacidad y gracia todo lo que pasa en este terruño no anglosajón. Es una visita al funky China Town por varias de sus calles. Por momentos recorre una vía que remite a El tigre y el dragón (Ang Lee, 2001) y en otros toma un carril despreocupado al estilo de la saga Una pareja explosiva. Las acrobacias, la gracia y el temple de Simu Lu, sin embargo, configuran una bisectriz entre Chow Yun-Fat y Jackie Chan. “Lo que más me preocupaba era no estropear todo. Cuando hice la prueba final en pantalla y finalmente me eligieron todos hicieron un gran trabajo para tranquilizarme. Mis nervios estaban por las nubes. Yo era un simple actor de Toronto y realmente nunca me había siquiera permitido imaginarme ser parte del UCM”, expuso el protagonista.
Más allá de la ficción, Simu Liu viene afilado y pegando duro con su lengua de karateca. En pleno lanzamiento de Shang-Chi… criticó a Quentin Tarantino por el Bruce Lee de Érase una vez en Hollywood (“fue un chiste”, dijo). Pero el mayor puñetazo verbal se lo despachó a uno de los jerarcas de Disney. Hace algunas semanas Bob Chapek había calificado la estrategia de lanzamiento de Shang-Li… como “un experimento interesante” puesto que tendrá mayor estancia en salas de cine a diferencia de otras películas recientes de la compañía del ratón. Liu interpretó ese comentario como un insulto solapado a la conformación de su cast. “No somos un experimento. Somos los desvalidos, los subestimados. Somos los que rompen el techo. Somos la celebración de la cultura”, twitteó como respuesta. Al igual que el Tao, Shang-Chi… tiene numerosos matices, interpretaciones y golpes.