Existe un axioma que indica que, en campaña, “vale todo”. La frase se repite, se acusa, se enrostra. Algo de cierto hay. Tan cierto como que cabe otro poco de inocencia (por decirlo amablemente). De descuido, de ingenuidad. O, quizás, de avanzar sin sopesar las consecuencias. Jorge Serrano, de Los Auténticos Decadentes, padece las inconveniencias de ser un cantor popular: sus letras y músicas llegan a oídos de todos, suenan en casamientos, se cantan en estadios de fútbol (¡de todo el mundo!). Forman parte de cancionero colectivo. Y entonces es cuando se mezclan peras con manzanas y parece que, en efecto, “vale todo”.
Así le ocurrió a fines de abril y, nuevamente, en estos días. Y, en ambos casos, con la misma canción: “La guitarra” (el gran hit de “Mi vida loca”, disco que en 1995 los lanzó definitivamente por toda América Latina).
Primero fue el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, quien, enmascarado en un taller de canto infantil dictado en la Usina del Arte (dependiente del ministerio de Cultura), convocó a niños para “reversionar” el tema de Serrano con la melodía original, pero una letra completamente cambiada. En plena disputa judicial de Horacio Larreta con el gobierno nacional por desoír un DNU presidencial con la venia de la Corte Suprema, se creó un jingle para persuadir a chicos y chicas sobre la vuelta de clases presenciales.
Ni bien se hizo público, Serrano salió a aclarar que ni él ni la banda habían sido consultados al respecto, al tiempo que calificó el hecho de “pésimo”, “horrible” y “bajo” no sólo por la utilidad política que le dieron a su canción, sino también porque “están los chicos en el medio”.
Pero superada aquella polémica, ahora la canción vuelve a generarle dolores de cabeza al cantautor por motivos tan similares que hasta incluso se trata de la misma canción. La única diferencia es quien le echó mano para su propio beneficio: Guillermo Moreno. El video circuló por una de las dos cuentas de YouTube que tiene Principios y Valores, el partido que creó para presentarse como candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires.
La edición es rara, y no sólo por la particular versión que hicieron de “La guitarra”, creada por Serrano para los Decadentes. Es que el video que se usa es en verdad el creado para la campaña presidencial del binomio Fernández-Fernández en 2019. Aquel en la que una persona reflexiona con una parrilla de fondo. Y hasta incluyeron el subtitulado con el texto original. Pero lo que se oye es otra cosa: “Porque yo no quiero un radical, no quiero un liberal, el progre no va más. Quiero a Moreno cantando la marchita y en el Congreso la doctrina de Perón”.
Y, tal como ocurrió en abril, Jorge Serrano nuevamente tiene que salir a despegarse públicamente de la reutilización de su obra sin su anuencia. “Cuando utilizan mi música, inicialmente lo siento como un orgullo, porque eso demuestra que la canción tiene su poder. El tema es que la pueden utilizar para el bien… o para el mal”, le dice el músico a Página/12. “No me gusta que mis canciones se usan en publicidades, por ejemplo, porque siento que degrada su mensaje original. Y mucho menos en propagandas política, independientemente de la persona y el partido, ya que a algunas personas les podrá caer simpática, pero a otras, no”.
“Quizás accedería a alguna causa muy puntual que me parezca filantrópica o simpática, que claramente no fue ninguno de estos dos casos que ocurrieron. Por supuesto que el uso de mi canción no fue autorizado, y ya hablé con SADAIC (la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música, ente que escruta y regula la interpretación de obras y los derechos de autor)”
“Cuando llegas a niveles de popularidad muy grandes, ya estás en la pasarela y tu canción medio que se vuelve un meme: la gente la utiliza y es difícil poder frenar eso. Sin embargo, les quiero sugerir algo a los políticos que agarran las canciones sin pedir permiso: ya que tanto hablan de generar trabajo, ¿por qué no le dan a tantos músicos que la están pasando mal la oportunidad de que hagan un jingle original para sus campañas? Les dan laburo, les pagan… ¡y encima tienen una canción propia!”, concluye Serrano.