El debate sobre la deuda convoca a la expresión del meme "Ah… pero Macri" y, en este caso, la invitación fue realizada por los principales protagonistas de esos 4 años del tercer ciclo neoliberal de los últimos 45: Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.
Ambos, haciendo gala de un negacionismo impactante y siguiendo el guión preparado para la campaña electoral, colocaron en primer plano el tema de la deuda: afirmaron sin ruborizarse que emitieron menos deuda que los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y de Alberto Fernández, y de Axel Kicillof en la Provincia de Buenos Aires.
Sólo la conocida vocación por la confusión deliberada, con la complicidad de una red de protección de medios y economistas, consigue instalar una discusión que es absurda por la contundencia de las cifras de los respectivos períodos de las finanzas públicas.
El oficialismo puede agradecer que Macri y Vidal instalaran el tema de la deuda y el crédito del FMI en el terreno electoral, siguiendo la línea argumental de Guido Sandleris, el último presidente del Banco Central del gobierno de Cambiemos, y de Hernán Lacunza, ministro de Economía de Vidal y el último de Macri.
Un análisis riguroso de cada uno de esos ciclos políticos y su relación con la deuda tiene una conclusión sin mucha complejidad: la administración financiera del gobierno de Mauricio Macri fue la peor de la dramática historia del endeudamiento argentino.
El peligro de los endeudadores seriales
No hay que desmerecer la intrepidez de Sandleris y Lacunza de arrojarse sobre la granada de la deuda macrista. No se trata sólo de ingenuidad o de un tropezón en la campaña electoral. La posición pública sobre la deuda expuesta por Macri y Vidal es controvertida pero no es lo más importante porque se conoce la ignorancia de ambos sobre la materia. La clave para comprender semejante grosería conceptual no se encuentra en lo político-electoral, sino en exculpar a los endeudadores seriales. Es la cuestión relevante y, por ese motivo, resulta fundamental desarticularla.
Si los endeudadores seriales no son responsables del desastre financiero de la alianza macrismo-radicalismo, ellos tienen la oportunidad de regresar. Así sucedió en el pasado con Domingo Cavallo. Fue uno de los responsables de la estatización de la deuda externa privada durante la última dictadura cívico-militar, regresó con Carlos Menem para iniciar otro período de endeudamiento y luego con Fernando de la Rúa para completarlo con el megacanje.
En esta última operación intervino Federico Sturzenegger, quien regresó a la función pública como presidente del Banco Central de Macri para diseñar el régimen cambiario y monetario que facilitó el endeudamiento en dólares y una impresionante bicicleta financiera con las Lebac en pesos.
Si no hay responsables de la deuda de Macri, y se instala la idea de que hicieron todo bien en el frente financiero y que la culpa es de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner y de Alberto Fernández, queda despejado entonces el camino para el regreso de esos economistas o sus herederos para tomar la posta de endeudadores seriales.
Se sabe que cada uno de esos períodos de emisión de deuda desaforada tuvo consecuencias devastadoras en términos económicos y sociales, fundamentalmente, para los sectores vulnerados.
La historia lo condena
El esfuerzo de la alianza macrismo-radicalismo tuvo que ser mayúsculo para consagrarse el peor entre los peores, teniendo en cuenta que forma parte de un recorrido que va desde el ignominioso préstamo de la Baring Brothers, en 1824, tomado por Bernardino Rivadavia, hasta los fraudes con la deuda externa privada durante la última dictadura cívico-militar, pasando por las enajenación de empresas públicas a cambio de bonos de deuda depreciados en la década del '90.
No es que en el pasado no hubo eventos terribles con la deuda, sino que con Macri fueron muchos en muy poco tiempo.
Además de cifras impresionantes de endeudamiento, el aspecto notable es que el núcleo del desastre financiero Macri lo hizo en apenas dos años: desde mediados de diciembre de 2015 hasta enero de 2018. Luego lo profundizó en la segunda mitad del mandato.
Se entiende que varios analistas en medios de comunicación y economistas de la city eludan esta descripción y sus consecuencias porque fueron cómplices y algunos partícipes de este fiasco.
El mundo de las finanzas es esencialmente ortodoxo en términos ideológicos para abordar la cuestión económica. Sus miembros están convencidos de que un gobierno liderado por una fuerza política de derecha les permitiría tener más posibilidades de hacer negocios, que no es otra cosa que ganar mucho dinero.
Sin embargo, el saldo final no fue ese con Cambiemos. No lo admitirán en público y la mayoría ni se lo cuestionará en privado, pero la hazaña de Macri fue que en pocos años terminó de destruir el castigado mercado local, además de dejar cerradas las puertas al financiamiento público voluntario, en dólares y en pesos.
El mercado financiero tiene memoria corta
Se sabe que el mercado financiero tiene memoria corta. Ya lo advirtió en el siglo pasado el extraordinario economista John Kenneth Galbraith al analizar el crac bursátil del '29.
En Breve historia de la euforia financiera explicó que la memoria financiera en la población, o sea el recuerdo del último crac que provocó quebrantos masivos, se debilita a los 10 años, facilitando la reedición de la fiebre especulativa con nuevos actores del mercado.
En Manías, pánicos y cracs. Historia de las crisis financieras Charles Kindleberger lo precisó al señalar que el exceso especulativo, que define como manía, y la reacción a esa desmesura en la forma de crisis, crac o pánico demuestra ser, si no inevitable, al menos, históricamente común.
En su último libro, La economía del fraude inocente, Galbraith precisó que las razones de la supervivencia de financistas y gurúes a pesar de las fallidas proyecciones y el sesgo político de derecha en sus análisis se deben a que “el error compartido goza además de una buena protección. Ya no se trata de una cuestión personal. El mundo financiero sostiene a una comunidad grande, activa y bien remunerada, fundada en una ignorancia ineludible pero aparentemente sofisticada”.
Es una definición que describe con precisión los análisis de la secta de economistas ortodoxos acerca del endeudamiento macrista y la amnesia colectiva en la city sobre el desastre financiero de Macri que pulverizó activos (acciones y bonos) provocando quebrantos monumentales.
La lista de desastres
La enumeración de eventos del desmanejo de las finanzas públicas y de la administración de la actividad financiera y bursátil en el gobierno de Macri es impactante.
1. Agotó en apenas 24 meses el acceso al financiamiento voluntario en dólares en el mercado internacional. Captó poco más de 100 mil millones de dólares en tan breve plazo gracias a las condiciones previas de desendeudamiento de los gobiernos kirchneristas.
2. La prueba indiscutible del disparate en la administración de las finanzas públicas fue la emisión de un bono a 100 años, a una elevada tasa del 7,125 por ciento anual, acordada en forma opaca con cuatro bancos internacionales (HSBC, Citi, Santander y Nomura).
3. El default de la deuda en dólares fue salvado por el insólito crédito del Fondo Monetario Internacional por el monto más elevado de toda la historia de este oorganismo entregado a un solo país. Préstamo que es impagable por la suma involucrada y por los plazos de vencimiento pactados.
4. Consiguió lo que ningún otro gobierno en la historia local pudo: defaultear la deuda que había emitido. Fue tan vertiginoso el proceso de endeudamiento que rápidamente alcanzó el umbral de insolvencia.
5. Otro hito fue defaultear la deuda en pesos que fue presentada en lenguaje marketinero como "reperfilamiento". Nunca antes un gobierno había incumplido con la deuda de la moneda que puede emitir. Diferente es con la deuda en dólares que, como se sabe, sólo Estados Unidos la emite oficialmente.
6. La veloz debacle tuvo su origen en dos acontecimientos: A) La desregulación total del mercado de cambio y de la cuenta capital de la balanza de pagos. B) El pago de todo y más de lo que pedían los fondos buitre. Esto último tuvo hasta la inmoralidad de abonar los honorarios de los abogados que litigaron contra la Argentina, además de firmar acuerdos oscuros a partir de definir en una servilleta de un bar en Nueva York el monto a cancelar de la cuenta presentada por uno de esos fondos.
7. El conjunto de medidas económicas que se aplicó desde diciembre de 2015 facilitaron la fuga de capitales por más de 86.000 millones de dólares y crearon las condiciones para la irrupción de otra crisis por sobreendeudamiento externo.
8. El Banco Central con la conducción de Federico Sturzenegger facilitó una extraordinaria bicicleta financiera –el denominado carry trade- con la emisión de Lebac/Leliq, cuya tasa de interés llegó al extravagante 86 por ciento anual en la gestión Sandleris.
9. El Banco Central también fulminó lo poco que había del mercado hipotecario con los créditos UVA, impulsado por el entonces vicepresidente de la entidad monetaria, Lucas Llach.
10. La Comisión Nacional de Valores y el Mercado de Valores fomentaron las operaciones bursátiles con Cedears (certificados de acciones de empresas extranjeras), derritiendo de ese modo las transacciones con empresas argentinas en el mercado local.
11. El gobierno de Macri registró un evento notable: empezó y terminó con megadevaluación. Devaluó la moneda en forma irresponsable cuando su primer ministro de Economía Alfonso Prat-Gay afirmaba que los precios estaban en línea a la cotización del dólar blue y no del oficial. No fue así y eso derivó en un fogonazo inflacionario. También fue irresponsable cuando Macri perdió las elecciones PASO y, en estado de emoción violenta, hubo unas horas de desgobierno lo que provocó una violenta devaluación.
12. Esta última megadevaluación generó pérdidas financieras colosales a grandes empresas endeudadas en dólares (Arcor, Ledesma, Telecom, entre otras).
13. Empeoraron todos los indicadores de solvencia y sustentabilidad de deuda: aumentó el ratio Deuda/PIB, se elevó la proporción de la deuda en dólares sobre el total y, por lo tanto, se disminuyó la nominada en pesos, se incrementó la carga de intereses de la deuda sobre el presupuesto nacional, se deterioró la relación Deuda/exportaciones, se acortó el perfil de vencimientos, se elevó la tasa de interés promedio y se convirtió deuda intraestatal en privada.
¿Ellos eran los expertos en finanzas?
Después del fiasco de esos cuatro años, el grupo de funcionarios macristas no se inhibe de hablar de cómo se debería estar manejando la deuda pública. Ahora bien, se puede comprender que en el mercado no les guste el kirchnerismo/peronismo por cuestiones ideológicas y políticas, pero es un misterio cómo no repudian a los protagonistas del desastre que les hizo perder fortunas. Se trata de una autoflagelación que merece un estudio que excede el saber económico.
Con datos duros de la evolución de la deuda, resulta extravagante la argumentación de lo obvio. Pero que se tenga que realizar es la muestra de la impunidad del poder. Uno de los aspectos más impactantes es que ellos se consideran los mejores del mercado. Y fueron una calamidad.
Fue una experiencia política inédita porque Wall Street desembarcó en la Casa Rosada. Una legión de por lo menos 27 financistas ocupó diferentes cargos estratégicos en la estructura del gobierno de Mauricio Macri, y la mayoría había trabajado en Wall Street. Estuvieron en los ministerios de Hacienda y de Finanzas, Banco Central, Comisión Nacional de Valores, Anses, Unidad de Información Financiera, YPF, Banco Nación y hasta en el Ministerio de Desarrollo Social.
Miembros de Wall Street están acostumbrados en Estado Unidos a participar en ciertos cargos clave para luego desplegar una extraordinaria capacidad de lobby para conseguir condiciones que les permiten ampliar sus negocios sin interferencias. La administración Macri fue más allá y entregó directamente el manejo de varios organismos estatales al mundo de las finanzas internacional. Wall Street se instaló de ese modo en la Casa Rosada como no lo había hecho en ningún otro gobierno.
En los de Carlos Menem y de Fernando de la Rúa la banca internacional apoyó, estuvo muy cerca de los funcionarios y ganaron mucho dinero. Pero con Macri directamente asumieron el control de áreas sensibles para sus negocios.
Las falacias de Macri y Vidal
Una serie de indicadores desmiente una a una las falacias expuestas por Macri y Vidal con la deuda. Una de ellas es esencial para no caer en la trampa del análisis sobre la sustentabilidad de los pasivos públicos: la moneda de emisión.
Si la colocación de deuda es en dólares, como lo fue a nivel nacional y bonaerense con Macri y Vidal, respectivamente, la economía ingresa en un terreno de extrema vulnerabilidad hasta arrojarla a la insolvencia. Esto es así porque esos pasivos en dólares –moneda que el país no emite- hay que repagarlos y, en esos años, no se generaron las condiciones para conseguirlos vía incremento de exportaciones o atracción de inversiones productivas extranjeras. Fueron utilizados para facilitar la formación de activos externos por parte de los particulares.
Si la colocación de deuda es en pesos, moneda que el país emite, resulta manejable la administración de las finanzas públicas sin afectar la estabilidad económica, como sucede ahora.
El frente financiero para el gobierno de Alberto Fernández fue todavía más complejo porque, además del default de la deuda en dólares, el mercado de deuda en pesos había sido destruido en la última gestión económica de Macri liderada por Hernán Lacunza.
De ese modo, Fernández recibió el fulminante impacto de la pandemia sin tener acceso a financiamiento ni en dólares ni en pesos.
Además de las notables diferencias cuantitativas en el análisis de la deuda, existe un aspecto cualitativo fundamental: el macrismo se lanzó a un endeudamiento desaforado gracias a una economía desendeudada, sin tener que atender una crisis y con apoyo externo.
En cambio, el gobierno de Alberto Fernández tuvo que levantar el default de la deuda en dólares, enfrentar la pandemia sin un mercado de deuda en pesos para financiar la red de emergencia a empresas y trabajadores y, además, con la carga de renegociar el crédito con el FMI.