“La escuela nunca fue ni será un espacio neutro”, afirma Esther Levy, doctora en educación, pedagoga y docente universitaria. Se refiere al debate instalado sobre educación y adoctrinamiento, a partir del mediatizado caso de la profesora que fue filmada discutiendo de política a los gritos con sus alumnos en el aula. La escena se viralizó por la grabación vía celular en modo “cámara oculta” realizada por otro alumno de esa clase de Historia en la Escuela Técnica Nº 2 de La Matanza. Y la profesora fue arrojada a una hoguera mediática.
Por “los modos” de la docente en esa discusión, la condena “de los medios hegemónicos” --apunta Levy--, fue inmediata. Pero el análisis expandido amplía el debate: ¿la política tiene lugar en las aulas y puede dar lugar a discusiones o los contenidos deben ser ascéticos? ¿Hay contenidos “neutros”? ¿Qué significa “adoctrinar” en el espacio de un aula?
“No comparto la forma en que se manifestó la docente, pero fue desproporcionado el fusilamiento mediático que recibió”, afirma Gustavo Oliva, exrector del Colegio Nacional de La Plata. “Ella se corrió de su rol y no pudo producir a partir del debate, un acto pedagógico”, explica Mara Brawer, educadora y diputada nacional por el Frente de Todos. “Pero eso se trabaja desde la supervisión pedagógica, no desde la tapa de los diarios”, afirma.
El debate político es parte de la formación: los jóvenes a los 16 años pueden votar y la política es una de sus inquietudes, describen los especialistas consultados por Página/12. La política forma parte de “sus temas” cotidianos, aporta el docente Iván Stoikoff. “Profe ¿a Santiago Maldonado lo mató Gendarmería?”, es una pregunta recurrente, ejemplifica.
Esto obliga a definir categorías como “lo educativo”. En tanto el circuito que ostenta la escena, desde el espacio áulico al mediático, permite ahondar en los motivos del “desborde emocional” de la docente, en el fragmento de video viralizado. ¿Por qué se llegó a esto? ¿Hubo provocación de los alumnos? ¿Influye en el tratamiento mediático la puja política por las elecciones que se avecinan?
Laura Radetich, la profesora de 59 años, fue apartada preventivamente de su cargo, mientras la Dirección General de Escuelas y Educación de la Provincia de Buenos Aires investiga su conducta y determina si corresponden sanciones. Se analiza el rol que asumió al discutir en clase sobre el plan económico del macrismo, y el papel de la justicia en las causas contra Cristina Kirchner. En tanto, el alumno con el que discutió esta semana aparecía el viernes por la noche en el prime time de TN.
Educar al soberano
“Se habla, y siempre se habló de política en las escuelas. Se decía que no se hablaba de política también cuando no me dejaban ni abrir la boca --señala Brawer--. Yo pregunto: ¿no es política mantener a los jóvenes callados y asustados? El tema es producir un acto pedagógico a partir del debate, y cuidar que en ese proceso cada uno respete su rol”. Oliva coincide: “el debate en un contrato áulico no tiene que estar viciado por la falta de respeto entre quienes lo firman”. Y detalla: “no puede haber un exceso de posiciones partidarias que anule el debate creativo, propositivo”. Esto no justifica el “linchamiento mediático al que fue expuesta la docente”, puntualiza.
Lo que se vio “es el espectáculo particular de una profesora muy vehemente en sus convicciones. Y no diciendo mentiras --advierte Levy--. Si uno lee en la realidad, lo que dijo es todo cierto”, sintetiza sobre el debate amplificado desde las redes sociales a los medios. El problema es que ella se enojó, coinciden los especialistas. La docente cruza el umbral de lo pedagógico para discutir con un alumno “como si fuera su primo”. Los alumnos registran la situación en modo cámara oculta y de inmediato el segmento más acalorado de esa clase se viraliza. Así el futuro, Macri, la deuda externa, la justicia macrista, CFK y “un fiscal que se monta a una retroexcavadora (…) para llenar horas de televisión”, como describe la docente, exasperadamente, toman la escena.
“Se puede ver un contrato didáctico lesionado, la docente evidentemente no pudo construir un ámbito para abordar la agenda pública. Esto se advierte en la filtración del video, en el tono, en el argumento y en la clase de preguntas filosas de los pibes”, acierta Stoikoff. “Esa filtración da cuenta de lo que está pasando en las aulas, creer que ahí no se habla de política, es tapar el sol con la mano”, añade Esther Levy. “El problema es cómo circula la información, porque los medios hegemónicos a partir de esto levantan la bandera de la no política, cuando eso no existe: ¡ni en las aulas ni en el supermercado!”, completa la especialista.
“Todo es política”, adhiere Oliva. “La posición partidaria es otra cosa, y puede estar transparentada en un aula. Y en un aula hay que distinguir la información de la opinión”, sostiene. La política y la coyuntura entran al aula. “No esperan 'la hora de historia' --grafica Stoikoff--. Y no hay que subestimar la capacidad reflexiva de los alumnos, ni la inteligencia de una docente para administrar la tensión entre qué se puede decir y qué no. Es cosa de todos los días”. Aunque “a veces, sale mal”, lamenta.
Los modos
“Hoy los chicos saben si un docente es facho o es ‘K’, y no está mal expresar las ideas --apunta Brawer--, pero el docente tiene que generar un debate crítico, hacer aportes desde distintas miradas. No expresarse como si estuviera peleando con un amigo”. Ahora, ¿eso hace que haya que echarla? ¿sancionarla?, se pregunta la diputada.
El episodio, donde lo pedagógico se escurre por la grieta política, se presenta en forma descontextualizada. “Y se convierte en una carta blanca para un linchamiento mediático que no podemos justificar --detalla Levy-- porque no conocemos qué pasó. Ni por qué los chicos decidieron grabar eso y hacerlo viral. Si es que no querían a la profe, y saben que ella por cualquier tema se pone enfática. O no se bancan una profe kirchnerista”, apuesta.
Se vio a “una profe muy vehemente”. También se vio “pibes tratando de contradecirla”. Se podría aventurar que es adrede. Pero lo que se ve, exacerba en el imaginario colectivo el fantasma del “adoctrinamiento” azuzado por la ventana mediática sobre la docente descolocada del marco pedagógico.
El adoctrinamiento
En las aulas no hay neutralidad, todos venimos con un bagaje. “Lo preocupante es que esto sirva como argumento para generalizar sobre el adoctrinamiento y la ideología en las aulas de todo el país, del nivel inicial al universitario --advierte Levy--. Ahora nos ocupamos de la educación. Y de golpe ¡en todas las aulas de todos los niveles hoy se adoctrina!”, exclama.
“No está adoctrinando --acuerda Brawer--, está discutiendo como si lo hiciera en su casa con su primo, y eso no es un hecho pedagógico. Pero no es lo mismo. Hay cosas que el rol docente no permite. Que digan su posición política y la defiendan sí, nada mejor que los chicos crezcan en la diversidad de voces. El tema es que ella no produjo ahí un acto educativo”.
Sin embargo, las consecuencias del episodio buscan descontextualizar la idea de "la política". Levy enmarca la secuencia en la “especulación electoral”. La educación “es el tema de campaña de Cambiemos, cuando la educación además de la salud, fueron de lo más denostados por esa gestión, y no tenemos que ir a los 4 años de macrismo sino mirar la Ciudad de Buenos Aires”, señala.
Hay dos asimetrías expuestas en esta compleja trama de sentidos. Una, la del rol docente respecto al poder que ejerce desde el lugar del saber frente a los alumnos. Otra, la de los medios que reaccionaron con furia sobre la docente.
El linchamiento no se produjo "cuando un presidente hizo cantar a coro 'sí se puede' a chicos de cuarto grado. ¿Eso no era adoctrinamiento?", interroga Levy. “Acá se pronunciaron de todos lados, y no veo a la oposición criticando a la profesora de la UBA, candidata por la Ciudad con Bullrich, que se dedicó a twitear mensajes contra la recuperación de las Malvinas. Esa docente sigue dando clases. Hay una doble vara evidente”, expone.
La campaña velada
Hoy “la bandera de la oposición en general, no solo de Cambiemos, es la no política, con el estigma de 'todo son corruptos'. Un pilar del neoliberalismo”, sostiene Levy. En ese análisis surge el desafío “de la batalla cultural, por el sentido. Recuperemos la política para pensar la realidad. Soy docente y pedagoga y desde mi lugar opino. Crecí pensando que Rosas era el peor de todos, a Perón ni lo nombrábamos. ¿Y eso era neutralidad?”, cuestiona.
Muchos coinciden en que no es casual la repercusión del "caso” cuando la oposición hace campaña con la educación. Esto parece destinado a impactar en las familias. “Es una herramienta de campaña”, afirma Oliva. “Bueno, discutamos la educación entonces, pero en serio”, insiste.
Pero este “fusilamiento mediático” busca justamente que no se hable de política. “Como cuando la familia decía: en la mesa no se discute política. ¿Por qué? --se pregunta Oliva--. En todos lados se puede debatir. Lo que no puede haber en la mesa, en la escuela, ni en la iglesia, es falta de respeto por lo que piensa el otro. Esa es la tarea docente que la escuela tiene que enseñar: a debatir. Ahí falló esta docente, y solo ahí”, sonríe.
“La escuela es un espacio de discusión y de toma de decisión. Cuando dicen que Sarmiento no faltaba al aula un solo día, están haciendo política. Yo crecí leyendo esos manuales. Pero cuando te sacan las computadoras también están haciendo política. Cuando a los docentes no les pagan, o no hay vacantes para los chicos, también están haciendo política”, refuerza Levy. El hecho tendría que haber sido subsanado, no mediatizado, y si correspondiese alguna sanción a la docente, llevarla adelante, afirma Oliva. Stoikoff agrega: “Lo mismo si correspondiese una sanción a los estudiantes”.