La conmemoración se remonta al Siglo XI. Una historia que encuentra al Rey Luis IX, santificado un 25 de Agosto, dando fecha y entidad al día internacional del peluquero.
El relato coloca al Rey designando a su peluquero como un hombre libre, elevándolo altamente en la jerarquía social. La confianza estrechada en base al trato constante, se condensa en un gesto que deja atrás el status plebeyo que por entonces gozaban los peluqueros.
Mas cercano en el tiempo, en la Argentina se celebraría por primera vez el Día del Peluquero en el año 1877, cuando un gran festejo en el teatro Coliseo a cargo de Domingo Guillén, peluquero y director de teatro, sentará las bases para la creación de la "Sociedad de Barberos y Peluqueros".
Será recién en 1940, durante el Congreso Nacional de Peluqueros realizado en la ciudad de Pergamino, Provincia de Buenos Aires, que se designe oficialmente al 25 de Agosto como el Día del Peluquero.
En tanto Salta también guarda su historia pasada y presente, de cara a una profesión que convoca hombres y mujeres de todas las edades y clases sociales.
Comenzar el oficio
Pablo Copa lleva 48 años cortando el pelo y por sus tijeras pasaron varias generaciones de salteños. Cerca de los 20 años, tuvo que tomar una decisión “yo no quería ser peluquero, pretendía tener otro tipo de trabajo. Pero no tenía formación, así que tuve que elegir un oficio. La decisión fue aceptada a nivel familiar y comencé. A partir de ese momento y hasta el día de hoy no he dejado de trabajar. Pude cumplir muchos objetivos en mi vida gracias a esta profesión”.
Las paradojas de la vida hicieron que Pablo, sin elegir manifiestamente la profesión, hoy sea un referente de la misma a nivel provincial. Su historia habla de asumir riesgos: “Al principio trabaje en varias peluquerías, pero como no era fácil la situación, me fui al norte. Estuve en Orán, Tartagal, Embarcación, Pichanal, Morillo, después pasé por algunos pueblos de Bolivia y al tiempo volví a Salta. Ahí entré a trabajar en una peluquería hasta que tuve mi primer salón. Fue en la calle Urquiza, donde estuve 3 años y luego me instalé en la peluquería de la Deán Funes donde hoy sigo”.
Sebastián Stone tiene 36 años y hace 22 años que está en el rubro, toda una vida dedicada a la peluquería. “Arranque a los 14 en el barrio Santa Ana. Siempre recuerdo que empecé un 12 de diciembre del año 2001, en pleno caos del país. Yo era un chico de 14 años, a mi vieja la habían despedido del trabajo y, en medio de ese caos, me iniciaba en el trabajo. Empecé limpiando pisos, baños, haciendo café y mate, comprando tortillas, prendiendo puchos y lavando cabezas. Bien de abajo”.
Sebastián, quien hoy es un reconocido peluquero en la ciudad, recuerda sus primeros acercamientos a la profesión: “A mi siempre me gustó el arte. Empecé a los 7 años. En vez de ir a fútbol hice pintura, yeso, oleos, patinas, y eso me despertó el gusto por todo lo artesanal. A los 12 años ya sabía que quería ser peluquero. Me costó al menos dos años más contarlo a mi mama y decirle ‘dejo el secundario y me dedico a esto de lleno porque es lo que quiero para mi vida’ y bueno, acá estoy. Fue un camino largo y difícil”.
Lo nuevo y lo clásico
Sebastián Stone es representante de una gran variedad de peluqueros y peluqueras que convocan las nuevas tendencias, nuevas escuelas y formas de encarar una profesión milenaria.
En este sentido, es categórico al traer su mirada en torno a la peluquería “para mi tiene mucho que ver con el arte por lo espontáneo del momento. Nosotros plasmamos un arte, los cortes de pelo tienen que ver, en muchos casos, con el estado de ánimo del peluquero. Otro tipo de arte como el teatro o la pintura, también tienen muy presentes el estado de ánimo. Por eso cuando el peluquero va a trabajar hace una performance: habla de todo, sabe de todo, es de todos los partidos políticos, es de todas las religiones. Somos muy amplios”.
El sillón del coiffeur, muchas veces se convierte en un lugar donde los clientes depositan mas que la confianza para cortarse el cabello. En el aparecen discursos, confesiones, secretos y hasta la posibilidad de resolver conflictos.
Comenta Sebastián “Todos los días soy un poco psicólogo, a veces también dos o tres veces al día…” comenta entre risas y continua “Por ejemplo, viene una clienta y me dice ‘tarde 11 años en contarle este conflicto a mi psicólogo y a vos en dos veces que te vi te lo cuento’, y nosotros le decimos lo que pensamos, muchas veces la clienta busca un punto de vista diferente. Se habla de todo, de cosas positivas y de cosas negativas. La vida misma”.
En este sentido, el sillón de la peluquería de Pablo Copa, guarda misterios que son secretos de Estado. Así lo relata con la discreción de un confidente fiel “Atendí al gobernador Romero, al gobernador Urtubey, un tiempo pasó el gobernador Sáenz. Muchos políticos pasaron por mi negocio”.
El sillón de Copa tiene historia, y las charlas que se dieron (y se darán) en aquel sitio, quedan en la memoria de los testigos presenciales. Como un profesional, no solo del oficio de peluquero, Pablo conserva los secretos profesionales que comenta el cliente.
Y agrega “Siempre se da charla, pero también cuando la persona no quiere hablar, agarra una revista y así uno entiende que hay que respetar el silencio. Con el tiempo se forma una amistad, una relación muy linda”.
Docencia y Organización
La docencia, el traspaso de conocimientos, el padrinazgo o madrinazgo en la peluquería, es un valor que destacan todos aquellos que recorren este camino.
Sebastián no es ajeno a ello, y si bien la docencia llegó repentinamente en su vida, la tomó con responsabilidad y convicción. “Hemos tenido una experiencia en el año 2013/2014 donde pudimos capacitar en Jujuy a una comisión de 600 mujeres, de 14 a 100 años. Nos invitaron a darles un curso con directa inserción laboral. Fue en la capital de Jujuy, en el Barrio Alto Comedero. Mas de 600 mujeres capacitándose, fue impresionante”.
Sebastián, realmente conmovido por la experiencia, continua con el relato “Fuimos otra vez y encontramos alumnas del primer taller muy empoderadas y con ganas de seguir aprendiendo. Fue una sorpresa porque la docencia llega a mi vida de sopetón, nunca me lo imaginé, pero uno lo adopta con mucho cariño, siempre apuntando a los que menos tienen, que es algo de mi experiencia personal”.
Pablo Copa también se encuentra relacionado con el mundo de la docencia. Es presidente del “Centro Mutual de Peluqueros y Peinadores Profesionales de Salta”. Si bien se encuentra en el fin de su mandato, cuenta con orgullo los logros que se pudieron conseguir “hicimos una sede nueva, también un centro de capacitación primaria y luego una escuela de maestros donde no solo se aprende el oficio, sino que también agregamos la parte de liderazgo y oratoria entre otros. Entendemos que hoy los peluqueros necesitan muchas mas herramientas”.
Al mismo tiempo, comenta algunas cuestiones por las cuales siguen peleando desde este agrupamiento de profesionales “No tenemos una ley para agruparnos como peluqueros. Si bien tenemos mas de 200 afiliados en la Mutual, calculamos que en toda la provincia habría unas 4000 peluquerías. Necesitamos un colegio y una ley que represente y regule el ejercicio del peluquero, que pueda ordenar y mejorar la profesión”.
Peluqueros, coiffeurs, estilistas, barberos y otras tantas, son las acepciones que lleva consigo esta profesión que remonta su efemérides al Siglo XI, pero que, mas o menos improvisada, podríamos decir que tiene la misma cantidad de años que el hombre sobre la tierra.