Salteños y pobres. Son las dos certezas con las que se mueve el gobierno provincial post elecciones. Tenemos 155.488 kilómetros cuadrados para desplegar nuestra salteñidad roja y negra como el poncho, libre de ideologías particulares, o mejor aún, con todas las ideologías juntas en reposada armonía. Da lo mismo ser peronistas, kirchneristas, macristas, radicales, troskos, marxistas, talibanes, conservadores, populares o divinas, porque al final lo primero (y lo último) es la salteñidad.
Así lo remarcó Gustavo Sáenz hace dos semanas en los festejos por las elecciones, así lo repitieron funcionarios y candidatos nacionales en varias oportunidades desde entonces. Y así lo vamos a reiterar todas las veces que sean necesarias, no vaya ser que algún hereje ande con ganas de ser jujeño o tucumano, y ni hablar si se quiere hacer el porteño... No señor, las cosas de porteños se resuelven en porteñolandia.
Porque un salteño que se precie de tal, y sea funcionario provincial o municipal, va a Buenos Aires solo para pedirle recursos a la Nación, y de paso a revolearles por la cabeza con lo otro que nos caracteriza: somos una provincia pobre, y que encima está llena de pobres e indigentes (poco más del 50% de los habitantes según el último índice del Indec).
Esto también lo dijo Sáenz hace más de un año, pero inicialmente el concepto no terminó de arrancar, inclusive el ministro de Economía Roberto Dib Ashur se jactó del supuesto superávit que tiene la provincia, y le costó que lo manden de penitencia a dormir sin postre durante un par de semanas, porque una cosa es no decir que somos pobres, pero tampoco hay andar pavoneándose con que nos sobra plata, cuando tampoco es así.
Pero como todo se recicla en esta vida, con el conflicto docente en ciernes, esta semana se desempolvó el tópico de la pobreza y se lo escuchó en la Legislatura, en el acto de lanzamiento de los candidatos del Frente de Todos y en las negociaciones de paritarias.
Dicen testigos presentes en esa mesa de negociación, y que cuentan con experiencia en la materia, que Dib Ashur no llegó a los niveles apocalípticos de su antecesor Carlos Parodi, quien les pintaba a los docentes que iban a pedirle aumento un panorama tan terrible, que los delegados gremiales poco más hacían una vaquita para que el gobierno llegue a fin de mes. En este caso no se llegó a tal escenario, pero la reunión no estuvo exenta de la coparticipación de penas correspondiente.
El problema de la reunión con los docentes es que cualquier acuerdo que alcance el Gobierno con los gremios capaz no llegue a resolver nada, tal como parece sucederá en esta oportunidad, ya que ayer los Autoconvocados y Sitpesa (que en esta oportunidad oficia como una especie de brazo sindical de los primeros) rechazaron lo que se firmó el jueves.
Entonces el 15 por ciento de aumento (que completa un 51 % para el 2021) puede que haya caído en saco roto, si es que el lunes, tal como se anunció, se sostiene el paro con alta adhesión y el resto de las medidas que viene implementando la docencia en estas cuatro semanas.
El problema es que ahora ya se redujo el margen de maniobra, porque si hasta aquí siempre se tenía el horizonte de las paritarias como la instancia que resolvería el conflicto, ya sin esa carta, empieza una puja de fuerzas en la que el gobierno apuntará al desgaste de los huelguistas, lo que pone a los maestros en la obligación de sostener el nivel de adhesión que ostentan hasta el momento, para evitar que se les deshilache la protesta.
Ambos escenarios ya sucedieron en los últimos años, en alguna oportunidad los funcionarios fueron obligados a sentarse nuevamente con los gremios para rever lo acordado, y alguna otra vez los paros se fueron diluyendo lentamente con el retorno paulatino de los docentes a las clases porque veían con buenos ojos el ofrecimiento de aumento.
La última jugada que tiene el tándem Educación y Hacienda para tratar de torcer el brazo al paro, es el depósito de los sueldos en esta semana, los cuales pueden incluir la “sorpresa” de los descuentos por los días caídos de clases... y esa puede representar una trompada que no todos los docentes quieran absorber, especialmente los que tienen los sueldos más bajos.
Consciente de eso Sitepsa se quedó reunido después de las paritarias negociando que no se apliquen esos descuentos, pero todo lo que se haya acordado ahí quedó sin efecto luego de que el sindicato decidiera seguir el mismo rumbo que los Autoconvocados.
En contrapartida los Autoconvocados, que sostienen el pedido de un 25% de aumento, pero que también pusieron el foco en los plazos en que se aplicaría el incremento del 15% acordado, saben que si aguantan esta semana, prácticamente conseguirán que otra elección, en este caso la nacional, se haga en medio de un conflicto irresuelto, lo que siempre representa un factor de distorsión que perjudica principalmente a los candidatos del oficialismo.
En búsqueda del voto perdido
Cuando todavía siguen tibios los resultados de las elecciones provinciales, de hecho recién esta semana que pasó concluyó el escrutinio definitivo, los candidatos de las nacionales van de actividad en actividad tratando de presentarse ante los votantes.
Lo primero que tienen que lograr los aspirantes al Congreso es convencer a la gente que vaya a votar en unas PASO que cayeron justo en plena semana del Milagro, la que incluye no solo la festividad en sí, sino que además tiene cinco días no laborables para un gran porcentaje de la población, que probablemente haya planificado irse algún lugar para hacer miniturismo, aunque más no sea en la propia Salta (recordar que somos salteños y pobres...).
A esto hay que sumarle que ninguno de los candidatos que se presentan son hiper famosos, a lo sumo Emiliano Estrada, Jorge Guaymas y Guillermo Durand Cornejo son conocidos a nivel provincial en base a campañas anteriores. Pero tampoco son mediáticos, influencers o deportistas, esos atajos tan rendidores a la hora de lograr altos niveles de conocimiento que repercutan en votos. Y además que con las restricciones de la pandemia la posibilidad de actos masivos en el interior está vedada.
Así planteado tiene visos de titánica la tarea de arriar al 40 % de salteños que hace 15 días decidió no aparecer por los lugares de votación a pesar de que existe una serie de sanciones que amenazan caer implacablemente sobre quienes incumplan con su deber cívico, pero que evidentemente meten menos miedo que las desgracias que dicen suceder si se corta una cadena de Whatsapp con una oración a San Expedito.
Y en paralelo, esta camada de semi anónimos candidatos deberá tratar de ganarse la simpatía de aquel 60 por ciento de ciudadanos que tiene aún por costumbre ir a votar cada dos años, ya sea por convicción cívica o para después quejarse sin culpa de lo mal que votan los otros.
Lo más activos hasta el momento son los candidatos del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio. El tercer frente que aspira a una banca, Unidos por Salta, tiene de candidato a Guillermo Durand Cornejo, que efectivamente hasta ahora viene haciendo una campaña a lo Guillermo Durand Cornejo, o sea nada, pero con esa modalidad ya le alcanzó para ser concejal, diputado provincial, senador provincial, diputado nacional y casi intendente de Salta.
El FdT plantea la interna entre “el elegido” Emiliano Estrada, que cuenta con el apoyo de la Nación, la Provincia y la mayoría de los intendentes, por lo que tendrá la responsabilidad de trasladar toda esa estructura a votos, con el riesgo de que en estos tiempos de voto tan volátil, la estructura puede que ayude pero no alcanza (preguntar por Matías Posadas para más referencias).
Y el otro contendiente es el “reconstruido” Jorge Guaymas, que también cuenta con una estructura sindical en toda la provincia, pero primero deberá conseguir que la gente lo reconozca tras los retoques que se hizo en la cara y que tienen a su dentadura como buque insignia.
Una incógnita dentro de este espacio es saber cuanto votos puede recolectar por fuera el Partido Felicidad, que eyectado del Frente de Todos propone un kirchnerismo más kirchnerista que el kirchnerismo, y se presenta como la opción para aquellos que aún no pueden digerir el maridaje entre Nación y Provincia que confluyó a los sopapos en el FdT.
Mientras que en JxC, absolutamente parados como oposición nacional y provincial, a diferencia de Gustavo Sáenz que quiere blindar las fronteras provinciales, aprovechan cualquier cosa nacional que sirva para alimentar la indignación: el gran combustible de los votantes de Cambiemos. Entonces una fiesta en Olivos, una docente K en La Matanza o un carpincho en Nordelta, suma en el indognómetro, aunque pase a 1600 kilómetros de distancia.
En este caso son tres los candidatos que aspiran a encabezar la lista, Inés Liendo, Carlos Zapata y Héctor Chibán. Cada uno tiene sello propio PRO, Olmedo y UCR respectivamente, y en cuanto propuestas, apuntan principalmente a ganar el voto de la clase media con promesas de proyectos para Pymes y bajar los impuestos a la producción.
Igualmente JxC también intentará sacar votos en los sectores bajos, y por eso de golpe se despachan, como hizo el convencional electo Fernando Lardies, con afirmaciones tales como que quiere un país en el que las empleadas domésticas “tengan casas de campo, como sucede en el exterior”, metiendo una dosis de “peronismo forte” al macrismo, que hasta capaz le suma algunos votos. Total no va a ser la primera vez que el macrismo, a contra lógica, consiga apoyos en esos sectores.