La escena del final fue similar a lo que había sucedido 24 años atrás. Lionel Messi quedó con la mirada perdida, luego de la final del Mundial de 2014, y la Copa lucía brillante muy cerca de él, para luego ser entregada a los alemanes en el mítico Maracaná.
El protagonista en 1990 había sido Diego Armando Maradona, ante el mismo rival, pero en el estadio olímpico de Roma. El llanto del jugador del Napoli en esos días fue la única diferencia con el actual capitán del seleccionado argentino. El conjunto nacional, en ambas ocasiones, no había podido ante los europeos en el encuentro decisivo de una Copa del Mundo.
Los dos equipos habían llegado al subcampeonato de manera diferente en términos futbolísticos, aunque ambos hicieron de la entrega y el sacrificio su propia bandera. La situación más sorprendente en esas finales se dio hace siete años en Brasil, con una acción que pasó inadvertida y podría haber modificado el desarrollo del juego.
Las jugada se dio también en el área de Argentina, como aquella donde el árbitro mexicano Edgardo Codesal, nacido en Montevideo, cobró un penal para Alemania por una supuesta falta de Roberto Sensini sobre Rudi Völler, en Italia. En este caso, el italiano Nicola Rizzoli dejó seguir un choque que se produjo entre Ezequiel Garay y el alemán Christoph Kramer, a los 16 minutos.
El impacto fue tan fuerte que Kramer no tiene registro aún que fue campeón del mundo horas más tarde. El volante se desempeña actualmente en el Borussia Mönchengladbach de su país, que por la Bundesliga perdieron este domingo 2-1 ante Unión Berlín.
El jugador de 30 años debutó en la Selección mayor de Alemania el 13 de mayo de 2014, en un partido ante Polonia, en Hamburgo, que finalizó empatado sin goles. El futbolista fue incluido un día después en la lista de jugadores para la cita mundialista, y concretó su debut en tierra brasileña en los octavos de final ante Argelia, ingresando a los 109 minutos.
El técnico Joachim Löw sorprendió al incluirlo como titular ante Argentina, debido a la lesión de Sami Khedira. El inconveniente surgió durante el primer tiempo, cuando Kramer sufrió una conmoción cerebral después de ese encontronazo con Garay. El jugador pidió la asistencia del médico y luego siguió en el campo, mientras que el árbitro no sancionó nada en favor de los alemanes. La jugada había sido dentro del área.
Kramer, después unos instantes, se acercó al árbitro Rizzoli y le preguntó si ese partido era la final. Rizzoli pensó que se trataba de una broma y le pidió que le repitiera la pregunta. Kramer, luego de responderle, le dio las gracias y le dijo que era importante saberlo.
El juez, preocupado, le comentó la situación a Bastian Schweinsteiger para ver si era conveniente sustituir a su compañero, y el cambio se produjo finalmente 14 minutos más tarde. El que ingresó en su lugar fue Andreas Schürrle, que venía de marcar el último de los siete goles con los que Alemania vapuleó a Brasil, en Belo Horizonte, y en la final terminó enviando el centro que Mario Götze conectó para marcar el tanto que le dio un nuevo título a los alemanes.
Los europeos, durante esos momentos, se sintieron extrañados a causa del comportamiento de Kramer: a Philipp Lahm intentó quitarle el brazalete de capitán, el arquero Manuel Neuer mencionó que le pidió jugar en su puesto, y Thomas Müller comentó que lo confundió con Gerhard Müller -falleció el 15 de agosto último-, y llegó a felicitarlo por el triunfo del Mundial de 1974.
El episodio fue catalogado como locura transitoria. Kramer, desgraciadamente, no recuerda que jugó la final del Mundial de Brasil y mucho menos que ganó la Copa. Cuando se lo cuentan, estalla en una carcajada.
Lo que ocurrió después de ese momento fue que su progresión se estancó. El Mönchengladbach completó la apuesta por su talento pagando 15 millones de euros en 2016, a pesar de que el centrocampista no fue todo lo que se esperaba de él.
La situación cambió en este momento, y Kramer ha alcanzado un grado de madurez que lo ha catapultado como uno de los mejores volantes centrales de Alemania. El futbolista no integra el seleccionado desde desde 2016, pero el cambio generacional que también está transitando esa Selección le puede volver a abrir las puertas del equipo, que conduce actualmente Hans-Dieter Flick.
La carrera de Kramer tuvo solo un gran momento y fue en Brasil. Ese es el único título que ganó en su vida, uno que no muchas leyendas poseen. Y si bien es muy difícil recordarlo para él, al menos su nombre quedó marcado a fuego.