El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibió en un acto solemne en una base militar los restos de los 13 militares muertos en el atentado del jueves en el aeropuerto de Kabul, en medio de fuertes críticas de la oposición por su gestión de la crisis afgana. El ataque suicida reivindicado por el grupo Estado Islámico-Khorasan (ISIS-K) mató a más de 170 personas y fue el más mortífero lanzado en Afganistán contra las fuerzas del Pentágono desde 2011. Como represalia este sábado Estados Unidos llevó a cabo un ataque con drones en Afganistán, matando a dos miembros del ISIS. Y mientras la pareja presidencial estaba el domingo con las familias de los militares caídos, el Pentágono anunciaba la destrucción de un vehículo en Kabul "eliminando una amenaza inminente del Estado Islámico" contra el aeropuerto.
Uno tras otro los ataúdes de los jovenes militares estadounidenses fueron depositados en la pista del aeropuerto de la base militar de Dover, estado de Delaware, delante del presidente y su esposa Jill. Con la mano en el corazón, el presidente observó el descenso de cada uno de los ataúdes transportados por los soldados hacia vehículos oscuros, a veces agachando la cabeza en signo de meditación.
En un día nublado y con algo de llovizna, la pareja presidencial vestida de negro estuvo acompañada del jefe del Pentágono, Lloyd Austin; el secretario de Estado, Antony Blinken; el jefe de Estado Mayor, el general Mark Milley; y otros altos funcionarios militares. Justo antes de la ceremonia, la delegación subió al enorme avión militar C-17 que transportaba los 13 ataúdes para una breve oración fúnebre privada, según informó la Casa Blanca. Dos de las trece familias habían pedido que no se filmara el descenso de los restos de sus respectivos seres queridos.
En calidad de comandante en jefe del país, Biden asistió a la "transferencia solemne", la primera desde que llegó a la Casa Blanca en enero de este año, como recordatorio de las consecuencias de sus decisiones en el cargo. Su predecesor Donald Trump (2017-2021) asistió a cuatro y Barack Obama (2009-2017), a dos.
Cinco de los 13 soldados muertos el jueves en Kabul tenían 20 años. El caso de una joven de 23 años asesinada en el atentado despertó mucha emoción en el país. Una semana antes del ataque había sido fotografiada con un bebé en brazos durante las caóticas operaciones de evacuación en el aeropuerto de Kabul.
Entre los fallecidos también figuraba un marine de 20 años de Wyoming que iba a ser padre en tres semanas. Todos ellos eran niños cuando Estados Unidos invadió Afganistán en 2001 para evitar que el régimen talibán siguiera dando refugio a los terroristas de Al Qaeda y perseguir a Osama Bin Laden, el "cerebro" detrás de los atentados del 11 de septiembre de ese año.
El jueves pasado un combatiente del ISIS hizo detonar un chaleco con explosivos mientras pasaba controles de seguridad en uno de los accesos del aeropuerto de Kabul, la llamada Abbey Gate, donde miles de personas se agolpaban con la esperanza de poder huir de los talibanes en uno de los vuelos estadounidenses. Luego de esa explosión hubo otro ataque armado de yihadistas en la zona, según el Pentágono.
Ambos atentados terminaron con la vida de al menos 170 personas y dejaron 150 heridos, indicaron fuentes próximas a los talibanes. Por su parte el Pentágono informó la muerte de 13 soldados estadounidenses y 18 heridos.
"Una de las peores decisiones"
La base de Dover, a unas dos horas de Washington, es sinónimo desde hace décadas, en las mentes estadounidenses, del desgarrador regreso de los militares caídos. Esos momentos conmovedores a veces han manchado la imagen de presidentes estadounidenses que libran guerras impopulares, hasta el punto de que ciertas ceremonias son cerradas a los medios de comunicación.
En el poder desde enero pasado, Biden vio como su popularidad, relativamente estable hasta ahora, cayó por debajo del 50 por ciento después de la captura de Kabul por los talibanes a mediados de agosto. También se vio afectado por el rebrote de la pandemia de covid-19 debido a la variante Delta.
Unas 114.400 personas, incluidos casi 5.500 ciudadanos estadounidenses, han sido evacuadas de Afganistán por un gigantesco puente aéreo desde el 14 de agosto. Pero los republicanos cuestionan duramente a Biden por la gestión de esa evacuación.
"Esta es una de las peores decisiones de política exterior en la historia de Estados Unidos", disparó el domingo el influyente líder republicano en el Senado, Mitch McConnell. "Mucho peor que Saigón (...) cuando salimos de Saigón no quedaban terroristas vietnamitas que planearan atacarnos aquí en nuestro suelo", dijo al canal Fox el senador que ya estaba en contra de la retirada negociada en 2020 por el entonces mandatario republicano Donald Trump con los talibanes.
Ben Sasse, otro senador republicano, no pudo disimular su enojo con el presidente demócrata el domingo por la mañana, en una entrevista en ABC. "Biden puso en peligro a nuestras tropas porque no tenía un plan de evacuación", acusó Sasse y declaró que el país está "en peligro porque el presidente fue increíblemente débil al abandonar la base de Bagram" en julio, hasta entonces el centro neurálgico de las operaciones de la coalición internacional, 50 kilómetros al norte de Kabul.