Una foto desnuda de la candidata a diputada Cinthia Fernández y su reclamo a las "feministas truchas" desató todo tipo de polémicas y debates.
¡Bienvenido! Este debate despertó varias preguntas que tengo dando vueltas en mi cabeza hace bastante tiempo. El feminismo es un movimiento en proceso que lleva ya una larga historia. Gracias a la lucha de mujeres de diversa procedencia (Simone de Beauvoir, Virgine Dephens, Judhit Butler, Julieta Lantieri, Carolina Muzzilli, Salvadora Medina Onrubia, Alfonsina Storni, Rita Segato, Dora Barrancos, Luciana Peker, Ro Ferrer, entre otras) logró profundos cambios y, lo más importante, la ampliación de derechos para todas. Estas conquistas fueron el fruto de muchas mujeres que quizás se identificaban con diferentes partidos políticos o no tenían muchas cosas en común, salvo el objetivo de buscar la equidad ante un mundo patriarcal.
En estos últimos años, con la revolución de las pibas y la marea verde, el feminismo en Argentina ocupó todos los titulares y se volvió una gran herramienta de lucha, encuentros y desencuentros. Yo misma mantuve una diferencia cuando abandoné el colectivo de Actrices Argentinas por no sentirme acompañada ante un problema que fue de público conocimiento. Es cierto que esta nueva construcción de un feminismo latinoamericano dejó varias heridas en el camino: el feminismo es tan diverso como la misma humanidad. En un extremo de esa heterogeneidad, incluso, están las feministas TERF que no reconocen a las mujeres trans y travestis como posibles miembros del movimiento.
Aceptando que es natural, esperable y hasta sano que en este movimiento existan todas estas disonancias, lo que creo que sí es importante es que nos empecemos a preguntar acerca de qué condiciones debe reunir alguien para que se vuelva un referente. Estoy segura de que contamos con referentes sólidos en el feminismo en Argentina, pero creo que a veces no tienen el mismo reconocimiento que otras figuras que tienen más llegada al público. Algo que noto con bastante frecuencia es que, en muchas ocasiones, se presenta a mujeres que pertenecen a medios masivos de comunicación como faros del feminismo y no tienen ni idea, militancia o información sobre la historia del movimiento. Esto puede terminar jugando en contra para todxs.
Algunxs conocerán a Cinthia por su pasado mediático escandaloso, las maravillosas acrobacias en la pista del Bailando por un sueño, por mostrar su cuerpo en redes sociales o por la lucha pública por los alimentos de sus hijas. ¿Su pasado la condena? Probablemente, Natacha Jaitt haya sentido lo mismo. ¿Hay una sororidad selectiva? ¿Las feministas deben comportarse del mismo modo siempre? ¿Por qué se les exige a las feministas como si fueran un partido político? ¿Cómo se define la sororidad? Yo creo que, en ciertos sectores, sí existe una sororidad selectiva y también creo que esto es consecuencia directa del movimiento para deconstruir el patriarcado.
Muchas compañeras con las que comparto esta lucha transfeminista coinciden en que es un tema que hay que desarrollarlo un poco más en profundidad, y algunas creen que sororidad no implica que necesariamente haya que adherir a todas las luchas constantemente. Algo muy interesante que surge de este debate es que no tiene que ver con el no compartir una discusión o un modo de ver las cosas.
En mi humilde opinión, pareciera que a Cinthia le falta información cuando se refiere al feminismo: nada que no pueda mejorar con el tiempo y dedicación. Solo debe bajar un poco la guardia. La actitud aguerrida que demuestra ante la vida es el reflejo de una mujer que fue víctima de violencia de género y pudo reaccionar. No la conozco en la intimidad, pero sé que sufrió mucho y soy consciente de que hoy la juzgan por su pasado y con cierto presente que incomoda a quienes piensan que una verdadera feminista no puede usar su cuerpo como arma de combate. Yo la creo una chica muy capaz, y como cualquiera que desee sinceramente pasar al campo político para mejorar la vida de los demás, se merece la oportunidad de demostrar que nuestro pasado no puede condicionar nuestro futuro.