Hubo un momento, y solo un momento, en el que se sintió seguro. No fue cuando se las arregló para abrirse paso a los empujones dentro del bullicioso aeropuerto de Kabul, con éxito en el segundo día de intento, y solo después de haber sido obligado a dejar atrás a su anciano padre.
No fue cuando se acercaron al frente de una segunda fila, supervisada por tropas estadounidenses, pero que con frecuencia descendía al caos cuando los soldados disparaban sus armas al aire en un intento por controlar a la multitud. Ni siquiera fue cuando él y su familia fueron apretujados dentro de la bodega de carga de un enorme avión militar C-17 Globemaster.
E incluso cuando llegaron a Qatar, de camino a Estados Unidos, el joven de 29 años temía que su esposa e hija aún pudieran ser detenidos porque, a diferencia de él, aún no tenían una visa adecuada.
Más bien, dice Mustafa, fue el instante en que un funcionario estadounidense les dijo a él y a su familia en el aeropuerto internacional de Washington-Dulles que todos podían ingresar juntos a Estados Unidos: él, su esposa y su hija pequeña. La familia entera.
"Cuando llegué al DC y hablé con el oficial de seguridad fronteriza, le pregunté si mi esposa podía estar conmigo. Y él dijo: 'Sí, tienen su propio lugar juntos'", le cuenta a The Independent. "Y en ese momento dije: 'Sí, gracias a Dios, terminé. Me siento mejor y me siento seguro. Y dije: 'No me va a pasar nada'".
Lo primero que hicieron fue alquilar una camioneta Toyota 4Runner en el aeropuerto y dirigirse a la casa de Mustafa en California, un viaje por ruta que le permitiría a su esposa e hijo conocer su nueva nación por primera vez. Esperaba que también les permitiera procesar algo de lo que les había sucedido en las semanas anteriores. Hicieron paradas en el camino, incluido un zoológico en Cleveland, Ohio, que deleitó a su hija, y Salt Lake City, donde se detuvieron para tomar fotos con el telón de fondo de los lechos de los lagos de cristal.
En los días transcurridos desde que los taliban tomaron el control de Kabul y completaron su captura de Afganistán el 15 de agosto, el ejército estadounidense ha evacuado al menos a 114.400 mil personas del peligro a través del aeropuerto internacional Hamid Karzai. Según el secretario de Estado Antony Blinken, de ese total casi 5.500 eran ciudadanos estadounidenses, mientras que muchos otros eran afganos que habían estado trabajando con las fuerzas estadounidenses o de la OTAN en algún momento de los últimos 20 años y cuyo servicio los puso en peligro.
Todas las personas trasladadas en avión desde Kabul, en el puente aéreo militar más grande de una generación, llevarán consigo una historia para compartir sobre el drama absoluto y las emociones desconcertantes, felices por su propia seguridad pero ansiosas por los seres queridos que quedaron atrás y el destino de su país.
Pocos viajes pueden haber sido más tensos que el de Mustafa, quien viajó en ambas direcciones, una vez a Kabul para recoger a su esposa, Osmani, de 24 años, y a su hija de 21 meses, Honeya, y luego guiarlos de regreso a los Estados Unidos. Más de una vez, dice, temió que no lo lograran. Y en el aeropuerto de Kabul, dice que vio morir a personas mayores en la aglomeración.
"Fue una pesadilla llegar al aeropuerto", afirma Mustafa, quien pidió que él y su familia fueran identificados solo por su nombre de pila. Él y otros miembros de su familia trabajaron para organizaciones internacionales y teme por la seguridad de quienes aún se encuentran en Afganistán.
Su historia también destaca el ritmo lento y vacilante en el procesamiento de las visas especiales de inmigrante creadas para ayudar a los miles de afganos y sus familias que arriesgaron todo para ayudar a las fuerzas estadounidenses y de la OTAN durante dos décadas de la llamada guerra contra el terrorismo. Si bien pudo viajar a Estados Unidos con una visa de este tipo en la primavera de 2017 con la ayuda de un grupo humanitario, el proceso para preparar los documentos para su esposa tomó mucho más tiempo.
Como resultado, después de obtener su permiso, Mustafa viajó a Afganistán media docena de veces para ver a su esposa y a su familia, siempre atento a la situación en el país, y mientras Donald Trump y luego Joe Biden prometieron retirar las tropas estadounidenses y dejar a los afganos valerse por sí mismos. En declaraciones a The Independent desde Nevada, con su casa en el área de la bahía de San Francisco a solo un día en auto, Mustafa dice que este verano vio cómo la situación se deterioró cuando Estados Unidos retiró sus últimos 2.400 soldados y los talibanes avanzaron con el control.
En julio, decidió que no tenía otra alternativa que ir a Kabul para tratar de salvar a la mayor cantidad posible de miembros de su familia: sus padres, su hermano y, por supuesto, su esposa e hija. "La gente me decía que no fuera, pero tenía que ir", explica y agrega: "No podía dejar a mi esposa e hija allí". Voló a Kabul el 11 de julio y se quedó en casa de su familia, en unos días marcados por la creciente preocupación por los taliban.
"Estaba muy preocupado, pero traté de no ser paranoico y mantener la calma", dice Mustafa y también remarca que ayudó a sus padres a obtener pasaportes con la esperanza de que, si no podían llegar a Estados Unidos, al menos podrían encontrar un refugio en países como Tayikistán o Kazajstán.
Un día después de que los talibanes se apoderaran de Kabul, Mustafa y su familia intentaron llegar al aeropuerto pero no pudieron abrirse paso. A la mañana siguiente se levantó a las seis de la mañana y volvió a intentarlo. Una vez más se enfrentó a una gran multitud que su padre, quien dice que pasó 12 años trabajando en la embajada británica, no pudo pasar.
"Finalmente, le dije a mi padre: 'Lo siento, no es posible entrar. Pero intentaré encontrar una forma de entrar y ayudar desde adentro". Mustafa recuerda que en el aeropuerto de la capital afgana "había niños y mujeres muriendo a mi alrededor porque les costaba mucho respirar".
Después de superar el cordón exterior, Mustafa dice que durmieron en el suelo con solo unos sorbos de agua y un bocado de comida. Al día siguiente lo pasó en una segunda línea, esperando ser habilitado para viajar. Finalmente a las 2:30 del día siguiente abordaron el vuelo militar a Qatar: un agolpamiento de gente en el piso del avión, pero felices de empezar a volar.
En Qatar Mustafa y su familia pasaron un par de días antes de que los pusieran en un vuelo de 14 horas a Washington. "Fue muy cómodo. Había mucha comida", dice Mustafa, quien es licenciado en economía y trabajó como conductor de Uber durante la pandemia.
Mustafa está contento de que Estados Unidos lo haya evacuado a él y a su familia, aunque dice que muchos afganos arriesgaron sus vidas para ayudar a Estados Unidos y merecen ser ayudados. Es crítico con el caos y el peligro que vivió en el aeropuerto, con los soldados disparando al aire. "La falta de un buen plan de evacuación estaba causando más problemas. No sé por qué no tenían un plan", sostiene.
Ya en Estados Unidos, Mustafa está pensando en la nueva vida de su familia con la posibilidad de que su esposa, Osmani, asista a la universidad y lleven a su hija a un jardín de infantes. Mustafa dice que están tratando de disfrutar estos momentos juntos, pero no pueden olvidar a sus familias en Kabul y el peligro que representan los taliban.
Ese peligro se vio reforzado el jueves pasado con un doble atentado reivindicado por el Estado Islámico (ISIS-K) que mató al menos a 170 personas. Entre los muertos había 13 soldados estadounidenses, cuyos restos fueron despedidos el domingo por el presidente Joe Biden. Ese mismo día se produjo un ataque estadounidense con un dron a un supuesto vehículo del Estado Islámico, y este lunes varios cohetes fueron disparados por el grupo insurgente contra el aeropuerto de Kabul.
"Después de mucho tiempo, mi esposa y mi hija están conmigo. Pero estoy muy preocupado por mi familia y lo que les pasará en Kabul", expresa Mustafa. De hecho, como muchos, además de sus preocupaciones sobre el ISIS, este joven padre no cree que los talibanes hayan cambiado radicalmente en su ideología o en la amenaza que representan para una forma de vida más tolerante en Afganistán.
"Hasta ahora están tratando de actuar como si fueran más tolerantes de lo que solían ser, pero creo que todavía tienen la misma mentalidad", comenta Mustafa y añade: "Muy pronto volverán a ser como eran y serán más poderosos que nunca".
De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12
Traducción: Celita Doyhambéhère