El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, profundizó su cruzada contra la Corte Suprema y acusó a sus integrantes de estar "preparando el terreno" para detenerlo, bajo la premisa de un probable atentado contra la democracia. 

El mandatario llamó a la población a defender la "libertad de expresión" y a manifestarse contra el máximo tribunal el próximo 7 de setiembre (Día de la Independencia), convocatoria que fue interpretada por la oposición como un intento de "autogolpe".

"Lo que ellos están buscando (con los procesos) es esperar el momento para aplicarme una sanción restrictiva, quizá cuando deje el Gobierno, más adelante", sostuvo Bolsonaro a la radio oficialista Fonte Fm, del estado central de Goiás. 

Días antes, durante un culto evangélico, había dicho que le esperan tres opciones para el futuro: "Ir preso, morir o salir victorioso"

Las acusaciones del mandatario hacia la Corte, que se intensificaron en las últimas semanas, están dirigidas especialmente a Alexandre de Moraes, quien detuvo a amigos de Bolsonaro por haber montado ataques contra la democracia y financiado supuestos intentos de golpes, en el marco de una megacausa contra las usinas de fake news en la que fue incluido el propio jefe del Estado. 

Bolsonaro enfrenta, además, otras dos causas en el alto tribunal, una por prevaricato, a raíz de la compra de vacunas, y otra por atentar contra el sistema electoral, luego de que repitiera la teoría de que hubo fraude en elecciones pasadas y que esa situación se repetirá en los próximos comicios.

"Yo digo que estamos frente a una presión muy grande contra la libertad de expresión. No se puede hablar de tratamiento precoz contra la pandemia, no se puede hablar en contra del voto electrónico", sostuvo el mandatario ultraderechista.

El próximo 7 de septiembre, cuando se cumplan 199 años de la declaración de la Independencia, llamó a la población a defender la "libertad de expresión" y a participar de las movilizaciones que se realizarán en Brasilia y en San Pablo contra la Corte, a las que ya confirmó su asistencia. 

Sus seguidores, en tanto, convocaron a intervenir militarmente el Supremo Tribunal Federal, ubicado en uno de los vértices de la Plaza de los Tres Poderes, frente al Congreso y al Palacio del Planalto, la sede del Gobierno.

El impacto en el mercado financiero

La convocatoria a marchar contra el máximo tribunal fue vista por la oposición como un intento de "autogolpe" y ha multiplicado las reticencias del mercado financiero hacia el ministro de Economía, Paulo Guedes. 

También ha dividido al influyente sector industrial, sobre todo por el peso que tiene Paulo Skaf, titular de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (Fiesp) y aliado de Bolsonaro desde 2016, quien cedió en su momento la sede de la Fiesp como escenario de las protestas de la derecha que terminaron con la destitución de Dilma Rousseff.

Esta semana, los tres principales bancos privados, Itaú, Bradesco y Santander, que preparanban un manifiesto a favor de la democracia, fueron amedrentados por el gobierno, quien amenazó con retirar de la federación de bancos (Febraban) al Banco do Brasil y Caixa Económica, dos entidades públicas.

El vicepresidente Hamilton Mourao, enfrentado con Bolsonaro, dijo que defiende el manifiesto y sostuvo que los bancos y la industria "son la base de la civilización". Alineadas con el neoliberalismo no oficialista, grandes entidades empresarias también negocian un repudio a la actitud del mandatario, no así al modelo económico.

La respuesta de los sindicatos

Las centrales sindicales, entre ellas la CUT, vinculada al opositor Partido de los Trabajadores del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, calificaron de "golpista" la manifestación del 7 de septiembre.

"No se aguanta más, vivimos bordeando una crisis institucional. La aparente inhabilidad política que apunta a desordenar la armonía entre poderes esconde un comportamiento que busca justificar salidas no constitucionales", advirtieron en un comunicado.