“¿Dónde está mi hermano Santi…?”, la pregunta, en tono de un lamento hecho canción por Germán Maldonado, suena en los parlantes que anuncian una jornada emotiva: en el predio de la exEsma, frente a la Casa Nuestros Hijos, La Vida y La Esperanza, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora realizan un homenaje a sus hijas e hijos, en el Día Internacional de las Personas Detenidas Desaparecidas
En una jornada donde se vuelve a sentir “la alegría de poder seguir la lucha”, como ellas dicen; luego de los meses de aislamiento sanitario; el lugar se revitaliza. La cita tiene como objetivo renombrar una de las calles internas del Sitio de Memoria –que aún mantienen sus nombres castrenses--, con la consigna: “Son 30.000”. También, reivindicar “la militancia política de sus hijos” como “un legado para las jóvenes generaciones”, explica Lita Boitano, al iniciar el acto, junto a Taty Almeida.
“Este es un encuentro con personas queridas que tienen memoria”, anuncia Taty, antes de agradecer el acompañamiento de quienes se había reunido allí “por primera vez en mucho tiempo”. Junto a las Madres, hay representantes de Hijos, Abuelas, Familiares de Detenidos Desaparecidos, y sobrevivientes de los campos de concentración del terrorismo de Estado. Taty agradeció la presencia al secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla; al ministro de Educación, Nicolás Trotta; a Victoria Montenegro y Alejandro Amor –candidatos del Frente de Todos--, a los sindicalistas que están aquí y a quienes mandaron sus adhesiones”. Hugo Yasky y Sergio Palazzo estaban presentes. La del cosecretario de la CGT Héctor Daer fue una de las adhesiones.
Eran las 15, y bajo un sol que ya anunciaba la primavera, cuando se inició el diálogo entre Taty y Lita, junto a Fátima Cabrera, una “sobreviviente” que hoy coordina la Escuela de Música Popular de la Casa Nuestros Hijos. En forma virtual otras Madres se encontraban conectadas a la jornada que se transmitió por el canal de YouTube de la Casa Nuestros Hijos: Enriqueta Maroni, Hayde Gastelu, Vera Jarach, Nora Cortiñas, Carmen Lareu, Sara Russ y Clara Weinstein.
La Escuela de Música cumple diez años, y ese fue otro de los motivos para celebrar: “que estamos aquí, a pesar de los bastones y las sillas de ruedas, ‘las locas’ seguimos de pie, estamos aquí”, describió Taty. Y se escucharon los primeros aplausos de la tarde.
La jornada comenzó al mediodía con la confección de un gran mural externo, y una radio abierta. Adela Antokoletz --hermana de Daniel, secuestrado en 1976--, explicó allí el origen de la fecha conmemorativa. La organización de asociaciones de Familiares de América Latina –FEDEFAM--, la instituyó “en homenaje a Marta Vásquez” recuerda. Marta Vásquez fue presidenta de Madres Línea Fundadora, y tuvo una militancia activa por la incorporación del delito de desaparición forzada en los convenios internacionales. Esa convención de FEDEFAM en su memoria “tuvo tanta fuerza que la toman los organismos como la OEA y la ONU” y la universalizan. Adela afirma: “es un aporte al fortalecimiento de la conciencia mundial sobre el crimen de lesa humanidad que significa la práctica de la desaparición forzada de personas”.
Hoy, en muchos lugares del mundo se conmemora la fecha. Y en la Argentina, reviste características particulares. “Renombrar esta calle con la consigna ‘Son 30.000’, es un homenaje, pero también busca contrarrestar el negacionismo que lamentablemente continúa existiendo en nuestra sociedad”, detalla Fátima Cabrera. El plan indica que éste será el primer cambio que recibirán las calles del predio, como parte de una propuesta que modificará todos los nombres, a mediano plazo.
“Durante el macrismo, quienes nos gobernaron, descienden de muchos de los nombres que todavía vemos en estas calles –señaló Horacio Pietragalla--, y para esa trama del poder real, el recuerdo de los 30.000 no quedó en agenda”. En la batalla de sentidos sobre la que se construye lo cotidiano “rescatar y llenarnos de la mística de nuestros 30.000 es parte de la tarea” enfatizó luego Pietragalla, convidado por las Madres al conversatorio que intercalaba música y videos, con palabras precisas, y convicciones sostenidas. “Esto es lo que nos pueden llevar a un país más justo, solidario y soberano” enfatizó al finalizar su discurso, el secretario de Derechos Humanos de la Nación.
La abuela Buscarita Roa, tomó el micrófono y le dio la razón: “En algún momento vendrán tiempos mejores, hay que trabajar para eso, todo el tiempo” sostuvo. Su pañuelo blanco resplandecía coronando su figura pequeña. La música volvió a sonar cuando la mediatarde convocaba a descubrir la placa que señalará a partir de ahora, la nueva designación de la calle que pasa frente a la Casa Nuestros Hijos.
Hasta hoy refería al marino Hipólito Bouchard, francés de origen, nacionalizado argentino. Ahora se llama: “Son 30.000”. Lo indica la placa descubierta por Taty Almeyda, junto a Pietragalla, Nicolás Trotta, Hugo Yasky, Sergio Palazzo, Fátima Cabrera y Mabel Careaga, hija de Esther Ballestrino de Carega, una de las Madres detenidas y desaparecidas en la Iglesia de la Santa Cruz. El comienzo del cierre, estuvo a cargo de Ignacio Copani: "hace 18 meses que no toco --explicó el músico--, y me pareció muy buena ocasión para regresar, hacerlo acompañando este evento, de esperanza y memoria".
Memoria, verdad y justicia
“Se extrañan las marchas del 24 de marzo” se escuchó más de una vez, entre los militantes de Derechos Humanos, en este evento. “Ya hubo dos años donde no pudimos marchar”, refuerza Charly Pisoni, referente de HIJOS, cuando explica la alegría de muchos al encontrarse en la exESMA. “Es un día especial por que la fecha está instalada en todo el mundo, y convoca a nuevos desafíos” define. Y se explaya: “No está concluido el proceso de memoria, verdad y justicia, y entendemos que la desaparición forzada continua en la Argentina. Tuvimos que hacer actos y marchas para que aparezca el cuerpo de Santiago Maldonado. Y todavía se investiga que sucedió con Facundo Astudillo Castro. Está pendiente la democratización de las Fuerzas de Seguridad. Y por ejemplo que no se dispare, antes de dar la voz de alto –grafica--. Esto significa mirar al futuro, y afianzar nuestra democracia”, sintetiza ante la consulta de Página/12.