–¿Cómo imagina esta nueva edición del ex campeonato FIBA Américas, ahora denominado AmeriCup?
–Me gusta conocer cosas nuevas. Coincido en la apreciación de (Federico) Susbielles (presidente de la CABB) de que prácticamente se trata de un torneo experimental. Se me ocurre que se convertirá en un certamen muy importante, mucho más de lo que era anteriormente, a pesar de que te permitía clasificar a los Juegos Olímpicos. Nosotros vivíamos más estresados un Preolímpico o un Premundial que el Juego Olímpico o el Mundial en sí mismo, pero el espectador disfruta más que haya una copa en juego. En los preolímpicos no había campeón, el verdadero campeonato se definía el día anterior a la final a partir de la clasificación. Hoy la Copa América va camino a convertirse en la tercera competencia más importante que pueda desarrollarse a nivel selecciones en el mundo.
–¿Cómo está el equipo para lo que viene?
–Hay varios chicos jóvenes que ya han jugado en el Preolímpico de México, en el Panamericano de Toronto en 2015, que lo hicieron en Río el año pasado y que si no han jugado han estado entrenando conmigo. Sumado a que la filosofía de Argentina no ha variado en los últimos años. Se dio una continuidad con tres entrenadores en los últimos veinte años (contemplando a Julio Lamas, Rubén Magnano y a él). Entonces hay un terreno ganado y el jugador no viene con incertidumbre ni se pregunta a qué habrá que jugar. Más allá de eso y de la importancia del torneo, nos permitirá consolidar un perfil, una identidad, que nos servirá para cuando lleguen las ventanas (serán seis, desde noviembre, a lo largo de quince meses y serán clasificatorias para el Mundial 2019 que se hará en China).
–¿Qué opina del Grupo B que integrará el seleccionado nacional?
–Es muy duro. Venezuela es el último campeón de este tipo de torneos (se adjudicó el ex torneo preolímpico FIBA Américas 2015 al derrotar a Argentina en la final 76-71); Canadá es el candidato señalado por todos, de sus doce jugadores, once eran NBA en su momento y podrían serlo todos próximamente, e Islas Vírgenes es un equipo con menos historia, menos presente, pero con un potencial tremendo que sorprende cada año a través de su juego físico y atlético. Va a ser lindo y muy disputado.
–¿Cuánto tiempo antes comenzará a trabajar con los jugadores?
–Hay un grupo que lo hará con mucha antelación porque hay un torneo que se jugará en China y seguramente participaremos. A ellos se le unirán tres o cuatro jugadores, los primeros días de agosto, una vez que volvamos.
–¿Podrá disponer de los jugadores de Europa y de la NBA?
–Siempre citaré a los mejores jugadores. Para la Copa América contaré con todos y para las ventanas no podrá ser con los de la NBA porque hay un convenio que así lo establece y tampoco iré en contra de los acuerdos que tienen FIBA y NBA.
–Hablando de la NBA, le consulto por Estados Unidos, ausente del torneo desde 2007. ¿Lo jerarquizará con su presencia?
–Sí, por supuesto. Hay que ver qué equipo presentará porque no estarán sus jugadores de la NBA. Igualmente puede armar muy buenos equipos sin sus estrellas. En mis primeros años me ha tocado jugar muchas veces contra Estados Unidos con jugadores que no eran NBA y he encontrado todo tipo de experiencia. He viste equipos muy buenos y otros muy malos. De todas formas creo que esa etapa ya pasó y aunque no vengan sus mejores intérpretes quienes manejan el USA team son de la misma NBA, por lo que tendrán seguramente un conjunto poderoso.
–El último enfrentamiento ante este seleccionado fue en los Juegos Olímpicos de Río. Mirando en retrospectiva, ¿cómo analiza el papel del equipo en el torneo y la última función de la Generación Dorada ante el Dream Team en cuartos de final?
–Creo que fue muy buena, teniendo en cuenta esa mezcla de veteranía y juventud que teníamos. Competimos siempre, pero tuvimos la no fortuna de cruzarnos con Estados Unidos en una instancia temprana. Intentamos que no fuera así, pero perdimos un partido contra Lituania que tal vez tendríamos que haber ganado. Lo demás fue bastante lógico e incluso por encima de las expectativas, pensando que nos jugamos la clasificación contra el histórico rival en su casa, que era Brasil, y que había llegado incluso con una perspectiva más favorable que la nuestra. Ese partido sólo más la despedida de Ginóbili y Nocioni, de la entrega que tuvo todo el equipo y del feedback que se generó con el público hicieron que haya sido un torneo sin medalla pero con un valor emotivo muy por arriba de otros.
–Recientemente, Andrés Nocioni anunció su retiro de la actividad profesional en Real Madrid y lo hizo como una estrella en uno de los equipos más fuertes del básquet FIBA. ¿Cómo lo vivió?
–Algunos lo vieron como exagerado, yo creo que es lo que Nocioni generó y genera. Es un jugador querido y admirado por propios y extraños. Odiado a veces también, por momentos. Aunque luego ese que lo odió lo termina amando. Así que merece todo ese cariño y reconocimiento. Creo que incluso superó sus propias expectativas, que lo que quería era poder hacer la recta final con la tranquilidad de conciencia de que todo el mundo lo supiera, pero no imaginó que iba a generar tanta repercusión como terminó generando. Todo lo que haga y le pase a Nocioni lo festejamos todos.
–Por otro lado, Patricio Garino debutó en Orlando Magic y se convirtió en el duodécimo argentino en llegar al mejor campeonato del mundo…
–Sí, Pato ya estaba bastante ambientado a ese lugar. Dos años de secundario, cuatro de universidad, una experiencia con San Antonio (en la liga de desarrollo, D-League) y ahora Orlando lo hacen un norteamericano más.
–Garino es uno de los exponentes de la nueva camada. ¿Podría mencionar algún otro nombre propio que pida pista?
–No corresponde que lo haga porque soy el entrenador de la selección y puedo generar falsas expectativas. Sí puedo mencionar que han ido a los últimos torneos (Nicolás) Brussino, (Gabriel) Deck, (Marcos) Delía y que han entrenado con nosotros (Juan Pablo) Vaulet, (Máximo) Fjellerup y (José) Vildoza junto a otros jóvenes. Van teniendo sus oportunidades y realmente son jugadores con una proyección internacional impresionante.
–Analizando a los bases del equipo, a Nicolás Laprovittola le tocó alejarse de la NBA y Facundo Campazzo demuestra un nivel cada vez más alto.
–Los dos jugadores siguen creciendo, a pesar de que las historias son diferentes. Facu se asentó en el Murcia (de la Liga ACB de España). Eso lo hizo sentirse dueño del equipo, que es lo que todo base necesita, y por eso tiene las actuaciones que tiene, mientras que Lapro ha ido cambiando de equipos y tocó el techo en la NBA, lo cual es complicado. Ahora fue a Europa a un equipo que ya venía muy constituido, como lo es el Saski Baskonia de España, y todavía no pudo hacer pie firme. Son experiencias y sensaciones diferentes las que viven cada uno de ellos, pero enriquecedoras al fin. Son dos jugadores fuera de serie que son los dos bases de la selección.
–Habló de continuidad en el proyecto, ¿pero el cambio de jugadores podría modificar la identidad del equipo?
–La idea argentina de juego va a ser siempre la misma, basada en el juego colectivo por excelencia. Mucho tiene que ver el carácter también y esto que hemos comprobado de que si jugamos colectivamente tenemos rédito. Obviamente que después dependerá de las características individuales de los jugadores para definir la táctica, pero la táctica es una cosa diferente a la filosofía y la identidad.