En el marco de la actual recuperación de la actividad económica, la evolución que seguirán los precios en los próximos meses ocupa un lugar relevante. Por un lado, resulta necesaria la recomposición de los ingresos reales de los trabajadores para seguir expandiendo la demanda interna. Por el otro, se requiere cierta certidumbre en términos de costos y rentabilidad por parte del sector privado que propicie un contexto más favorable para las inversiones y la generación de puestos de trabajo.
La desaceleración de precios mayoristas y al consumidor en los últimos meses es una buena noticia. En julio, se ubicaron en 2,2 por ciento y 3,1 por ciento mensual, respectivamente. Al mismo tiempo, se observa cierta recomposición de márgenes por parte de las empresas.
Si se analiza qué aspectos incidieron en la dinámica reciente de precios, aparecen claramente el contexto internacional, en el cual se evidenciaron fuertes subas de las materias primas. En el plano local se conjugaron la evolución del dólar, costos, recomposición de ganancias y puja distributiva.
Precios internacionales
Los precios de los principales commodities experimentaron un importante incremento desde mayo de 2020 y llegaron a un máximo en junio de 2021, por encima del promedio de los últimos 25 años. La suba promedio del 64 por ciento con respecto al mismo mes de 2020 fue impulsada fundamentalmente por los productos agropecuarios.
El petróleo, que había llegado a un mínimo histórico en abril de 2020, registró un incremento del 83 por ciento interanual debido a la menor base de comparación por la pandemia y a la disputa entre Rusia y la Organización de Países Exportadores de Petróleo por el recorte de producción en febrero de 2020.
Los productos metálicos como el oro, cobre, aluminio primario y acero, si bien registraron una menor alza, del 20 por ciento interanual, se ubicaron muy por encima del promedio histórico.
El repunte de los precios internacionales de las materias primas hacia el segundo semestre de 2020 se debió a varias razones. En primer lugar, la recuperación de la demanda y el comercio mundial con el avance de la vacunación en los países permitió mayor movilidad y aperturas: mientras el PBI mundial se contrajo 3,2 por ciento en 2020, se proyectan subas del 5,1 y 3,8 por ciento para 2021 y 2022, respectivamente. En tanto, el volúmen del comercio global cayó 5,3 por ciento en 2020 y se prevé un alza del 8 por ciento para este año y del 4 por ciento para 2022.
En segundo término, problemas logísticos en los principales nodos del mundo generaron cuellos de botellas en la provisión de bienes, en un contexto de demanda creciente. El FMI descarta que exista un problema inflacionario a nivel mundial pero pone la lupa sobre los precios de los alimentos y los elevados fletes marítimos, que generan efectos no deseados en el proceso de abastecimiento en las cadenas de valor globales.
Costos internos
En el plano local, el primer elemento que aparece como determinante de la evolución de precios es el tipo de cambio nominal, que ampliar o amortigua el impacto de los precios internacionales.
En el último año, el Banco Central tuvo dos comportamientos en lo que respecta a la política cambiaria. En el segundo semestre del 2020, la tasa de devaluación promedio se ubicó entre 2,4 y 4 por ciento mensual, para desacelerarse en junio de 2021 al 2 por ciento. De esta forma, el tipo de cambio lleva acumulado una suba del 35 por ciento interanual en julio, por debajo de la inflación mayorista y minorista, del 63 y 50 por ciento, respectivamente.
Otro factor que incide es la evolución de los salarios, que muestran un aumento del 43 por ciento en junio con respecto al mismo período de 2020, mostrando una aceleración en el ritmo de crecimiento anual desde principios de año. Asimismo, en vista a las negociaciones paritarias de 2021, es probable que la variación del salario privado registrado se ubique en torno al 45 por ciento, pauta avalada por el Gobierno nacional. Esto le da un piso a la inflación mayorista.
Rentabilidad empresaria
En este contexto, es interesante mirar qué pasó con la rentabilidad de los empresarios. Una aproximación a ello surge de comparar la evolución de las ventas nominales con los precios mayoristas. Según datos de la AFIP, las ventas de la industria manufacturera crecieron un 78,9 por ciento interanual en junio, por encima de la inflación mayorista, lo cual supone un aumento real del 10 por ciento.
La mejora de las ventas se verifica en la gran mayoría de los bloques industriales y sobresalen algunos casos en donde las subas se ubican en niveles superiores al 30 por ciento en términos reales, como cuero, artículos de marroquinería y calzado, indumentaria, minerales no metálicos, metales básicos y automotriz. La contracara de ello son algunos sectores en donde la variación es negativa como químicos, caucho y plástico y maquinaria y equipo.
Esta situación tiene su correlato en la evolución de la actividad industrial, que creció 19,1 por ciento en junio. La mayoría de los bloques registra crecimiento tanto por el lado de las ventas reales como de la actividad. No obstante, papel, químicos, plástico y maquinaria y equipos muestran una recuperación de su actividad, pero una facturación real negativa. En tanto, el rubro de muebles tiene una caída de actividad pero facturación positiva.
Según estas señales, buena parte de los sectores industriales están recomponiendo sus márgenes, tras la fuerte contracción del 2020. En otras palabras, si el derrumbe de la actividad económica del año pasado determinó que los sectores tuvieran que absorber parte del aumento de los costos, la reactivación económica dio margen para que en 2021 empezaran a recuperar, en mayor o menor medida, parte de la rentabilidad perdida. Sin embargo, es preciso controlar esta nominalidad a fin de lograr un sendero de crecimiento sostenible de cara al próximo año.
* Economista-UBA, Magister en Economía y Desarrollo Industrial (UNGS).
** Economista-UBA, Centro Cultural de la Cooperación.