Cuenta la historia contemporánea de Rosario, que el bandoneonista y cantor Leo Capitano cantó fuerte en plena era Macri. Fuerte y valiente. En agosto de 2017, días antes de las elecciones legislativas, el Canal 3 de la ciudad (entonces oficialista) habilitó una salida a exteriores desde la peatonal y se encontró con una sorpresa poco grata. Capitano, acompañado por el Escolaso Trío, decidió trocar espontáneamente letra y título del tango “Qué me van a hablar de amor” por un contundente “Qué me van a hablar de offshore”: “No me quiten mis offshores / que en el arte de esconder / nadie sabe más que yo”, se vio y escuchó, ante el estupor de la gente de la emisora. “Justo estaba por salir Macri al aire”, ríe él. “Fue un escándalo porque todo el canal estaba vendido para él, y yo logré introducir algo que se viralizó y generó mucha polémica. En ese momento había que producir un arte que fuera de barricada y lo llevé a cabo”, dice.
Aquella acción brechtiana derivó en un disco al tono precisamente llamado Barricadas, que el músico acaba de publicar y al que solo se puede acceder a través de las redes sociales del cantautor. “Desde lo musical, es un trabajo que aborda distintos géneros latinoamericanos, en especial el tango y su órbita, como el candombe, el vals peruano, y la milonga. Esto es la mitad. La otra, aborda chacarera, zamba, chamamé y son cubano”, cuenta. “Es una forma de pensar al tango como un género integrado a Latinoamérica y no europeizado. Es tango con su negritud y su raíz criolla, tal como lo concebía Gardel, que cantaba bambucos, cuecas y pasillos. Sigo esa escuela porque la experiencia gardeliana en la música popular es la más notable de la música popular de habla hispana”.
El talante letrístico de Barricadas, en tanto, está dado por canciones fuertes, de trinchera, entre las que resaltan una metáfora sobre el capitalismo en forma de milonga (“La fundición libertad”), un alegato contra el neofascismo de nombre “Opuscantropus”; “Con la forma de un fusil”, inspirado en la rebelión contra Piñera y el pinochetismo residual en Chile; y “Padre Joaquín”, un chamamé que Capitano dedicó a Joaquín Núñez, cura tercermundista de Villa Banana, su barrio. “Muchos temas nacieron durante el macrismo y fueron concebidos para constituir un frente cultural y político contra los años del saqueo neoliberal”, subraya.
El compromiso de este músico viene desde la primera canción que compuso. Tenía 16 años y la llamó “Me duele la memoria”, en referencia a la dictadura cívico-militar. Por entonces, tocaba en la Orquesta Típica Baruyo de Rosario. Luego pasó el Quinteto Camandulaje y el Cuarteto Los Tauras, hasta que encaró un trayecto solista, basado en la tradición de canto acompañado por el bandoneón. “Lo aprendí compartiendo largas veladas íntimas con Rubén Juárez”, evoca el músico quien, más allá flamante, ha grabado tres discos: Capitano vivo, en 2000; Nostalgias del futuro (2004) y Pi (2009), además de cantar ocasionalmente para el Quinteto Negro La Boca y la Orquesta Típica Julián Peralta, entre otras agrupaciones.
A la vez, el rosarino paladea desde Europa -está de gira por allí- el estreno del documental que codirigió con Juan Pablo Tavitta: Son tango: entre el sueño y la vigilia. Tal radica en una mirada de la sociedad cubana, desde la óptica y la estética del tango. “Cayuquero del Yumurí”, otro de los temas clave de su cuarto disco, es también llave maestra que permite el acceso al alma del film. “Está dedicado a un canoero que hizo un viaje de más de mil kilómetros por la isla para cumplir una promesa. Lo conocí y me hice muy amigo de él… Me deslumbró con sus recitados de Martí, de Guillén, y le prometí una canción sobre la región en que vive. De cómo se colonizó el lugar, y de la revancha a todo eso que significó la revolución”.
Capitano es cantautor por amor y bandoneonista por lo útil que le resulta el instrumento, dado su problema físico. “Soy disminuido visual y es un instrumento que no requiere de la visualización del teclado para tocarlo. Al no leer partituras, trabajo de oído. Soy una especie de rockola humana, conozco más de mil tangos que aprendí a tocar de oído”, se ríe. “Pero básicamente soy un cantante que se acomoda a cantar como si fuera para una orquesta de los '40 o bajo el tono descarnado que se requiere para cantar cosas de este tiempo. La verdad es que hago un apostolado del tango y sobre todo defiendo mucho las corrientes actuales. El de hoy es el tango que yo quería vivir.”