"Un kilo de cannabis puede salir 200 o 6.000 dólares, dependiendo de la inversión en ciencia y tecnología que contenga. Tenemos que plantear un producto de calidad y construir una marca país". De esta manera imprimió Matías Kulfas el sentido del Primer Congreso Internacional de Cannabis y Desarrollo Productivo que organizó su cartera: sentar las bases para desarrollar una nueva industria vinculada al desarrollo de la economía y la salud.
Es la primera vez que
en el país se organiza un congreso sobre la actividad con una visión productiva.
Dado el avance legislativo del proyecto de ley que dará el marco regulatorio para desarrollar las industrias del cannabis medicinal y cáñamo industrial, que ya cuenta con media sanción y está a la espera de su aprobación final en diputados, Kulfas abrió el panel invitando a los actores a pensar en el próximo paso: cómo se desarrolla una nueva industria que cuenta con el potencial de generar empleo de calidad, desarrollar el universo científico-tecnológico y divisas por su potencial exportador.
“Es un desafío hermoso pensar una industria desde cero. Nos imaginamos presencia de cooperativas y de pymes, mucha
investigación aplicada. Una industria que pueda, desde el comienzo, plantear un producto de
calidad, que no termine generando un mercado que se bastardee, que tenga productos de
baja calidad que terminen afectado”, reflexionó el ministro.
De calidad
Uno de los focos transversales tratados en los distintos paneles estuvo puesto en la importancia de asegurar un producto seguro y de calidad. Es que en el escenario actual, con una ley que abrió el juego a la investigación y desarrollo del cannabis medicinal pero sin escala industrial, las trabas generan un mercado de aceite de cannabis que, mayormente, no cuenta con certificación ni garantía de trazabilidad. La otra opción para quienes desean consumirlo es importarlo, con un impacto directo en el precio que lo hace inaccesible para gran parte de la gente.
Al hablar de calidad aparecen dos industrias claves para garantizarla. Por un lado, el sector farmacéutico que se encuentra muy desarrollado en el tejido industrial argentino. Su rol tiene que ver con la realización de controles de calidad en derivados del cannabis.
Paula Lanzelotti, ingeniera en Alimentos de un laboratorio argentino miembro de la cámara empresaria ArgenCann, dio detalles acerca de los controles de calidad que prevén los laboratorios en estos productos: análisis de potencias como el CBD o el THC; identificación de posibles residuos de pesticidas, para la cual se necesita equipamiento y tecnología especial con la que Argentina ya cuenta por utilizarla para otros cultivos y por lo tanto le genera una ventaja comparativa al país; y la identificación de residuos de microtoxinas es decir de determinados hongos o sustancias químicas activas que puede haber en la planta.
Otra industria importante que puede acompañar en el camino de garantizar la calidad de los productos derivados es la de economía del conocimiento. "La pyme mendocina que implementó el sistema de la SUBE está desarrollando una tecnología para poder lograr perseguir la trazabilidad de la planta", resume con este ejemplo la senadora Anabel Fernández Sagasti.
El trabajo de trazabilidad es fundamental para asegurar y certificar la calidad de las plantas, a través del control del suelo y otros mecanismos que mejoran la calidad del producto. "De las actividades que la ley de conocimiento promueve hay varias que pueden tener un aporte a la cadena de valor del cannabis”, explicó al respecto María Apólito, subsecretaria de Economía del Conocimiento del Ministerio de Desarrollo Productivo
Desarrollar una industria
Otro de los ejes que recorrió los paneles estuvo focalizado en la importancia de invertir en investigación y desarrollo a fin de agregarle valor al cultivo: "El cannabis es una planta simple, producir es fácil, lo difícil es desarrollar la industria para ver qué hacemos con esa flor", explicó Benjamin Enrici, presidente de Agrogenética Riojana Sapem, una de las primeras empresas dedicadas a la investigación y desarrollo de cannabis para uso medicinal.
Silvia Kochen, la coordinadora de la Red de Cannabis y sus Usos Medicinales (Racme), puso un alerta en este sentido: “Hoy todos los insumos hay que importarlos, lo cual hace muy caras las investigaciones. Pedimos financiamiento para las investigaciones específicas en cannabis y que la agencia que se va a crear cree un área de investigación con la necesidad de discutir presupuestos y capacitación para la comunidad, los profesionales, y a todos los que estén interesados”.