Desde Bogotá
“Hemos traído a toda la oposición venezolana al campo electoral” afirmó el presidente Nicolás Maduro el martes en la noche. Su alocución televisiva ocurrió luego del esperado anuncio de participación por parte de la oposición nucleada junto a Juan Guaidó, la denominada Plataforma Democrática, en las elecciones a gobernadores y alcaldes que tendrá lugar el próximo 21 de noviembre.
La decisión transmitida por el dirigente histórico de Acción Democrática (AD), Henry Ramos Allup, fue la confirmación de lo que se anticipaba con fragilidad a principio el año y, con más fuerza, en meses y semanas recientes. En ese camino existieron tres momentos centrales: el anuncio en mayo de la conformación negociada de un nuevo Consejo Nacional Electoral compuesto por miembros chavistas y opositores, las primeras confirmaciones de un acercamiento entre la oposición nucleada con Guaidó y el gobierno, y, finalmente, el inicio de los diálogos en México el pasado 13 de agosto.
Contactos
Estos hechos estuvieron a su vez acompañados por visitas de delegaciones internacionales, como las del Reino de Noruega, actor central en los diálogos, o de la Unión Europea que, en el mes de junio, estuvo en Caracas para evaluar un posible despliegue de una misión electoral en el mes de noviembre. Estados Unidos, por su parte, trabajó durante esos meses en un discurso público de respaldo al diálogo desde su posición de fuerza determinante, al ser quien mantiene el bloqueo económico sobre el país y puede, en consecuencia, levantar o mantener sanciones.
Allup subrayó el martes que la decisión de participar en noviembre cuenta con “el visto bueno de la comunidad internacional, de los Estados Unidos, de Canadá y de la Unión Europea”. El vocero de AD debió también aclarar que la ausencia en la rueda de prensa de Guaidó y su partido político Voluntad Popular (VP) no significa un desacuerdo: “su partido está participando, Leopoldo (López) está participando, él mismo ha propuesto candidatos”.
VP, horas antes, dio una declaración a través de su dirigente Freddy Guevara, en la cual afirmó su posición de apuesta a una “solución negociada” y la necesidad de terminar con lo que denominó la “dinámica del círculo vicioso”: “tenemos años en los cuales una de las partes nos sentimos fuertes y pensamos que vamos a poder aplastar a la otra, y cuando la otra parte se siente fuerte, asume y cree también que puede desplazar o eliminar absolutamente a la otra”.
El anuncio de participación en las elecciones en el marco de los diálogos de México indica que se podría estar ante un cambio de etapa en el conflicto, luego de años de escalada iniciados con el desconocimiento de las presidenciales del 2018. A partir de allí ocurrió la autoproclamación de Guaidó como “presidente interino” en el 2019, seguida del intento de ingreso de “ayuda internacional” a Venezuela desde Colombia, el fallido golpe de Estado del 30 de abril liderado por Guaidó y López -con presencia de Allup-, la llegada de mercenarios para la Operación Gedeón en abril del 2020, hasta la abstención electoral en las elecciones legislativas del 2020.
El regreso a las elecciones por parte de ese sector de la oposición significa un reconocimiento, tanto interno, como sobre todo por parte de Washington y su nueva administración, de la imposibilidad de haber logrado el derrocamiento de Maduro con la denominada máxima presión. “Me voy a sentar en mi butaca con mi televisor prendido y mis cotufas (pochoclos) a ver a Juan Guaidó votando el 21 de noviembre, y allí aplaudiré porque lo logramos, incluirlo en la democracia otra vez”, afirmó Maduro el martes en la noche.
No es la primera vez que ocurre un regreso a las urnas luego de una derrota golpista. En el 2017, luego de la escalada de movilizaciones de la derecha, violencia armada y llamado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a no reconocer a Maduro, una parte de la oposición, encabezada por Allup, decidió presentarse a las elecciones municipales y regionales, y otra optó por la abstención.
Desde entonces el mapa opositor comenzó a fragmentarse hasta convertirse en los cinco sectores actuales. Por un lado, aquellos que se presentaron en las presidenciales del 2018 y luego conformaron la Mesa de Diálogo en el 2019, por otro lado, quienes rompieron con Guaidó desde el legislativo en el 2020 y luego dividieron internamente sus partidos como AD y Primero Justicia (PJ), en tercer lugar, los actores de oposición que conformaron Fuerza Vecinal que agrupa opositores al frente de alcaldías, en cuarto lugar las fuerzas articuladas alrededor de Guaidó, es decir parte de AD, de PJ, VP y Un Nuevo Tiempo, y, finalmente, aquellos que mantienen una posición abstencionista, como María Corina Machado y ahora también David Smolansky, de VP.
El último sector en sumarse a las elecciones tiene el desafío de impulsar una campaña electoral explicando el giro, es decir por qué ahora la estrategia es participar y no abstenerse. “Las concesiones que se han logrado son por la negociación evidentemente. No tenemos la totalidad de garantías, pero no podemos que si no tenemos el 100% de las garantías no vamos a participar (…) entendemos que las elecciones serán un terreno de lucha útil para fortalecer la ciudadanía e impulsar la verdadera solución a la grave crisis de nuestro país: unas elecciones presidenciales y legislativas libres”, afirmó Allup.
El chavismo, en ese escenario, irá a las elecciones con el fortalecimiento, no exento de tensiones, que significaron las elecciones primarias del Partido Socialista Unido de Venezuela, con 3.5 millones de votantes, para elegir candidatos a alcaldes y gobernadores. Noviembre será un momento para medir fuerzas políticas, participación electoral luego de varios años de descenso en el marco de agotamientos sociales, políticos y económicos. Antes de la contienda podrían existir nuevos avances en el marco de los diálogos que retomarán en los próximos días en México, y esclarecerse progresivamente si el conflicto ingresará efectivamente en una necesaria nueva etapa o, por el contrario, continuará una conocida repetición de secuencias.