¿Cuánto vale la vida?               6 puntos

Worth; Estados Unidos, 2020

Dirección: Sara Colangelo.

Guion: Max Borenstein.

Duración: 118 minutos.

Intérpretes: Michael Keaton, Stanley Tucci, Amy Ryan, Laura Benanti,

Tate Donovan, Talia Balsam.

Estreno en Netflix.

Estrenada en enero de 2020 en el Festival de Sundance, la carrera comercial de ¿Cuánto vale la vida? se vio alterada por la primera ola de la pandemia de covid-19. Su tardío lanzamiento en Netflix no parece, sin embargo, un pésimo corolario: el tercer largometraje de Sara Colangelo (responsable de la remake estadounidense de La maestra de jardín) es el tipo de película que suele ganar adeptos en esa plataforma a fuerza de estar incluida en la alta rotación de los algoritmos. Basada parcialmente en el libro What Is Life Worth?, en el cual el abogado especializado Kenneth Feinberg describe el complejo desarrollo y puesta a punto de un fondo estatal destinado a compensar económicamente a los familiares de las víctimas del atentado a las Torres Gemelas, se trata de un clásico relato con arco dramático transparente e “inspirador”. La particularidad del personaje central es su rol y desafío, ciertamente antipáticos: Feinberg y su equipo de abogados se especializa en ponerle un número a los muertos, ya sea como consecuencia de un accidente aéreo o por el uso del herbicida Agente Naranja, entre otros casos resonantes.

Feinberg (un Keaton preciso, cuyo nerviosismo es apenas visible detrás de una densa capa de autocontrol) ofrece una clase universitaria en la cual se discute el valor de la vida humana. “Esta no es una clase de filosofía y esa pregunta tiene una respuesta, un precio en dólares”. Faltan algunos días para el 11 de septiembre de 2001 y el protagonista no imagina que pronto deberá hacerse esa misma pregunta miles de veces, como responsable de un fondo de compensación diseñado para evitar el colapso de la industria del juicio y una hecatombe económica para las compañías aéreas. Pragmático al punto de parecer cruel, su presentación ante un grupo de viudos, viudas, huérfanos y otros dolientes no sale nada bien y Feinberg encuentra en el familiar de una víctima, encarnado por Stanley Tucci, al enemigo más claro de la batalla que sobreviene. Enemigo que, sin embargo, lucha con armas tan honestas que es capaz de ofrecer ayuda genuina a quien debe derrotar en la arena mediática y legal.

“Gerente financiero = 14.2 millones de dólares. Lavacopas = 350.000 dólares”. La calculadora le muestra a Feinberg la enorme diferencia del valor de una vida en términos económicos. No está de acuerdo, pero le parece lógico. Así es la ley. Pero ¿Cuánto vale la vida? es la historia de un hombre cuyo vínculo cada vez más cercano con los deudos termina transformándolo en su fibra más íntima, dando un vuelco radical en las posibilidades de derrotar, aunque más no sea un poquito, a la injusticia económica propiciada por el fondo. No se trata de un cuento de hadas –el tono del film es el naturalismo más tradicional– sino una nueva versión del relato quijotesco de un hombre contra el sistema, aunque en este caso el héroe forme parte esencial, en un primer momento, del más rancio statu quo. El porcentaje de firmas que el equipo debe obtener antes de la fecha límite aporta un elemento de suspenso un tanto banal para una película mucho más interesante en su planteo que en la ejecución.