Los momentos más creativos del debate público en lo económico son los períodos preelectorales y éste no será una excepción. Economistas ortodoxos en sus diversas declaraciones han elaborado un conjunto de argumentos para tratar de remontar la espinosa cuesta del fracaso de las políticas aplicadas entre 2016 y 2019.
Tienen que hacer varias cosas simultáneamente. Rescatar vetustas ideas, reverdecerlas y maquillarlas como una música agradable a los oídos de su electorado, ocultar los cambios que se producen en el mundo y así poder criticar las políticas de reactivación económica. Estas últimas implican un incremento del gasto público y la activación del multiplicador que están sacando la economía de la doble crisis que constituye el desastre macrista y la pandemia.
En entrevistas de campaña electoral en diarios financieros Martín Tetaz, economista y candidato en segundo lugar detrás de María Eugenia Vidal en las próximas elecciones, expone el programa económico de la coalición opositora. Sostiene, como antes lo hiciera Mauricio Macri, que terminar con la inflación es sencillo ya que es suficiente con reformar la carta orgánica del Banco Central. Asegura que “la idea es que (el BCRA) sea independiente, sacarle la máquina de hacer billetes al Presidente, a este o los que vengan, y convertirlo en un organismo verdaderamente autónomo. Con esa iniciativa, terminamos con el principal problema de argentina de los últimos 70 años. Con eso sólo me conformo”.
La identidad emisión=inflación
Son declaraciones habituales de economistas neoliberales que utilizan la teoría cuantitativa de la moneda para justificar una restricción en la masa monetaria que favorezca al capital financiero. Esta idea indica que los precios de los bienes aumentan de manera proporcional al incremento de la masa monetaria: si se mantuviera estable, entonces la inflación quedaría dominada.
Keynes afirmó que el razonamiento es, como se puede observar, una tautología y sobre todo no explica de dónde surge el incremento del precio en la etiqueta del proveedor: si se trata de un incremento de la demanda, de una disminución de la oferta o de una acción deshonesta de remarcar para incrementar ganancias.
La proporcionalidad masa monetaria-precios tampoco explica la razón de por qué quienes reciben del Estado un pago por los bienes y servicios prestados con el dinero emitido por el Banco Central aceptarían de gastarlo en lugar de ahorrarlo. Si no lo gastan no existe ninguna razón para que la proporcionalidad sea respetada.
En el mismo orden de incongruencia, si bien el Estado puede financiar una parte del gasto endeudándose con el Banco Central, considerar que el crecimiento de la masa monetaria circulante tiene como único responsable al gobierno que pide anticipos transitorios al BCRA es un desafío a la inteligencia, ya que la mayor parte del aumento de la masa monetaria resulta de la acción de los bancos privados.
La banca central sale al rescate de la economía con emisión monetaria
La teoría cuantitativa de la moneda supone que los trabajadores y los empresarios consideran que la moneda es un velo, algo que esconde la realidad, ya que los verdaderos precios (cuantos kilos de pan equivalen a un kilo de carne) son siempre los mismos a corto plazo.
Pero la moneda no es “un velo”. Milton Friedman, a quien se considera el padre del monetarismo contemporáneo, terminó por reconocerlo cuando explicó a principios de los años '90 que el Estado era el responsable de la amplitud y la gravedad de la crisis de los años '30. Explicó que si el gobierno de Hoover hubiera incrementado la masa monetaria y disminuido la tasa de interés, la debacle no se hubiera producido. Esto significa que, incluso para Friedman, la moneda juega un rol activo en la economía.
Esta declaración y sus implicaciones hubieran sido probablemente ignoradas si Ben Bernanke, que fue el presidente de la Reserva Federal entre 2006 y 2014, el 8 de noviembre 2002, en el conferencia por el cumpleaños de Friedman, retomando esa declaración, le dijo: "Usted tiene razón profesor Friedman fue nuestra culpa. Lo lamentamos profundamente. Pero gracias a usted no lo volveremos a hacer".
Y así lo hizo cuando estalló la crisis provocada por la especulación de las subprime. En los años siguientes y hasta le día de hoy la Reserva Federal continua financiando al gobierno y tiene 5 billones de dólares de obligaciones del Estado en su balance, sin que haya inflación. En estos meses de crisis de coronavirus compra 120 mil millones de dólares por mes de obligaciones del Estado.
La deuda intraestatal
Esta situación, que hubiera sido considerada anormal y peligrosa en otros tiempos, no preocupa nadie: se sabe que la deuda del Estado en manos del Banco Central es una deuda igual a cero, ya que el deudor es el Estado que, a la vez, es el prestamista.
La importancia que tiene una deuda es que alguien quiera cobrarla. No es al única banca central que aplica esta política. El Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón hacen lo mismo. La muy ortodoxa Christine Lagarde, titular del BCE, acaba de informar que no sólo continuará con su política de monetización de la deuda publica y privada, sino que "si la inflación se incrementara de manera significativa, la acción del BCE podría ser de no actuar para frenarla o si se prefiere no incrementaría las tasa de interés y seguiría comprando deuda".
La teoría de la independencia del Banco Central que acompaña la afirmación según la cual la inflación dependería de la emisión monetaria y que, con una ley podría liquidar la inflación, esconden por lo menos dos aspectos importantes. Por un lado, hay algo erróneo que es considerar que la economía se puede dirigir a través de un corsé jurídico. La historia económica mundial muestra lo contrario.
El fin de la convertibilidad no sorprendió ya que nadie creía seriamente en ella y porque las paridades cambiarias no obedecen leyes del Congreso. El derrumbe del Gold Exchange Standard, del pool del oro en 1961, tampoco resistió el embate de las dificultades provocadas por la especulación. La trasgresión de las condiciones macroeconómicas en la zona euro, plasmadas en el tratado de Maastricht, muestra que en crisis económica los tratados internacionales son completamente olvidados.
Por otro lado, la “independencia” de las bancas centrales es una remembranza del pasado, cuando eran propiedad privada y era el banco de los banqueros. Esto significaba que el Estado, que imponía la circulación de moneda, debía abstenerse de disponer su eventual arbitrariedad al sector privado, ya que los banqueros corrían el riesgo de perder beneficios. Pero hoy las bancas centrales son propiedad del Estado.
Sostener que el BCRA debe ser independiente del Estado, cuando éste es propietario del BCRA, es afirmar que los ciudadanos deben ser desposeídos de su propiedad en beneficio de un directorio formado por directores propuestos por bancos públicos y privados, incluso si el nombramiento de sus miembros fueran aprobados por el Congreso.
La política monetaria
Un banco de los banqueros implica además que la política monetaria quede al margen de la política económica. Es una incongruencia teórica, ya que la política monetaria tiene una relación explícita con las necesidades de los empresarios, la orientación económica del gobierno, con la tasa de cambio.
En los modelos teóricos de política económica hay una relación explicita entre la moneda, el presupuesto del Estado, la tasa de cambio y todo debe funcionar de manera coordinada para obtener los objetivos propuestos.
No se trata solamente de teoría. La fuerte expansión monetaria en la Unión Europea desde el 2012, manteniendo una política de austeridad presupuestaria y una paridad cambiaria inadaptada, no sólo no produjo inflación, sino que la tasa de crecimiento del Producto fue decepcionante. Esto muestra que la política monetaria no lo puede todo pero, inversamente, sin ella tampoco se alcanzan los objetivos.
Contrariamente a lo insinuado por Tetaz, las bancas centrales de los países desarrollados proveen al Estado adelantos transitorios para financiar la gestión. En la medida en que el Presidente del Banco Central se viera impedido por ley de suministrar financiación al Estado, éste tendría dos soluciones:
1. Declararse en cesación de pagos y dejar de pagarle a las empresas por los servicios y bienes provistos por ellas y no pagar los sueldos de los maestros de los policías, médicos, enfermeras, bomberos, las jubilaciones, lo cual seguramente paralizaría la economía.
2. Pedir prestado a otros actores financieros, bancos privados u organismos internacionales.
En las propuestas de economistas ortodoxos se fomentaría, como ocurrió con los gobiernos de Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, el pedido de préstamos internacionales .
Así se comprende mejor el objetivo de reformar la Carta Orgánica del BCRA: impedir que los préstamos de la entidad monetaria sustituyan la eventual asistencia de los bancos privados. La mecánica financiera es bastante sencilla en la medida de que el Estado no pueda financiarse con los adelantos del BCRA, entonces debería pedirle préstamos a los bancos privados. Es decir, de lo que se trata es que el BCRA sea el banco de los banqueros y no el banco de todos en una estrategia de crecimiento económico.
* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019. [email protected]