“El pueblo agranda el idioma”. El lema de la Academia Porteña del Lunfardo, fundada en 1962 por José Gobello, no es chamuyo. El lunfardo, habla popular creada al margen del vocabulario oficial entre 1870 y 1880, con la llegada de los primeros inmigrantes europeos, está en boca de todos, incluso en aquellos que no saben o no se dan cuenta de que usan lunfardismos en las conversaciones cotidianas o en las redes sociales. Curiosa coincidencia, en la misma semana en que la precandidata Victoria Tolosa Paz dijo que “en el peronismo siempre se garchó”, se está realizando el primer Congreso Internacional de Lunfardo, desde este viernes hasta el domingo (Día del Lunfardo). Las charlas, que reunen a especialistas de Argentina, Italia, Polonia, Francia, España y Lituania, se transmiten por la página de Facebook de la Academia.
El lunfardo en las letras de tango y en la traducción audiovisual, como en la versión polaca de la película Nueve reinas. El registro diacrónico de palabras vésricas (el vesre o al revés de parado es “dorapa”, por ejemplo). El lunfardo en la poesía, en las crónicas, en la novela y en el cine. Entre neologismos y lunfardismos, el habla popular del Papa Francisco. La presencia del lunfardo en el rap. Estos son algunos de los temas del primer Congreso Internacional de Lunfardo, que se realizará en homenaje a José Gobello, escritor y creador de esta institución que se ocupa de investigar y estudiar la evolución del habla coloquial de Buenos Aires y de otras ciudades argentinas. Entre los invitados internacionales se destacan Joanna Nowak-Michalska (Polonia), Piotr Sorbet (Polonia), Françoise Prioul (Francia), Simona Forino (Italia), Jacqueline Balint (Francia), Sabatino Alfonso Annecchiarico (Italia) y Javier Barreiro (España), entre otros.
El escritor Oscar Conde, miembro de la Academia Porteña del Lunfardo, cree que todavía no es posible evaluar qué viejos lunfardismos se resignificaron en tiempos pandémicos y cuáles han sido creados y permanecerán. “Los jóvenes todo el tiempo están introduciendo palabras nuevas, pero junto con ellas también usan palabras históricas del lunfardo creyendo que son nuevas. Entre las primeras tenés limar, infumable, estar manija, piolardo, temaikén, jirafa, estar con la bendi. Entre las segundas tenés berretín (palabra histórica del lunfardo que ahora se usa en las clases populares para definir el modo de hablar), gato, ortiba, logi, guacho, piola o sarpado. Todas estas son palabras que tienen decenas de años en el lunfardo”, explica Conde, poeta, ensayista y profesor universitario, autor del Diccionario etimológico del lunfardo (2004) y Lunfardo. Un estudio sobre el habla popular de los argentinos (2011), entre otros libros.
“El rap improvisado o freestyle es un lugar donde pueden escucharse palabras o locuciones lunfardas, pero también las hay en el rap canción, el de Wos, L-Gante, Trueno y hasta en algún tema de Cazzu. Pero no es el único. Prendé la radio que vos quieras (de AM o FM) y escuchá a los conductores hablar durante una hora y te vas a sorprender de la cantidad de lunfardismos que vas a escuchar. También aparece el lunfardo en tiras o series argentinas, en algunas columnas y titulares de la prensa escrita y en la web (sobre todo en las redes); está por todas partes”, plantea Conde y menciona un puñado de palabras que están tan incorporadas que muchos no saben que son lunfardismos, como piantar, chapar, mufa, pichicata, fifí, trolo, vichar, tujes, pilcha, quilombo, baratieri, tano, patova, argento y yeta.
¿El lenguaje inclusivo podría ser una usina de nuevos lunfardismos? “No, para nada –dice Conde-. El lenguaje inclusivo no tiene nada que ver con los argots o léxicos populares. El lenguaje inclusivo es una intervención política sobre el lenguaje (con el que estoy de acuerdo en líneas generales especialmente porque sirve para visibilizar a los géneros no binarios). No es un fenómeno espontáneo, como el lunfardo. Las hablas populares se desarrollan de abajo hacia arriba. El inclusivo, al ser un intento de intervenir la lengua, opera al revés, impulsado desde sectores intelectualizados y militantes”.
Conde confiesa que cada día tiene una palabra o una locución o expresión preferidas de ese universo en expansión, que tiene entre 6000 y 7000 palabras y unas 3000 locuciones. “Hoy mi preferida es sarparse, que poca gente sabe que es el vesre del español pasarse”, aclara y agrega que entre las locuciones le encanta “llenar la cara de dedos”. “Tuvo su momento de gran difusión hace unos años, aunque ahora los jóvenes no la usan. Es una extraordinaria metáfora”.