Cuando Leon Bridges vino a Buenos Aires por primera y única vez, en mayo de 2018, ya era mundialmente conocido por haber aportado “River” para la banda de sonido de Big Little Lies, la laureada serie de HBO. Es también el tema que cierra su disco debut, Coming Home (2015). Pero en aquella ocasión el de Atlanta no desembarcó en la capital argentina gracias a esa canción ni por el álbum que había lanzado a comienzos de ese mes, Good Thing. Había venido como acto de apertura del show de Harry Styles en el DirecTV Arena. Sin embargo, la revelación de turno del R&B tuvo su propio recital en Niceto Club. Pese a la sorpresa que significó ese sold out, de lo que más se acuerda el cantautor, a manera de sinónimo de la Argentina, sucedió al día siguiente en el predio de Tortuguitas. “Fue divertido”, advierte en la videollamada. “Mientras le abría a Harry Styles, alguien me hackeó el teléfono. Publicó incluso en mi cuenta de Instagram información de mi hotel. No sé cómo sucedió. Más allá de eso, me la pasé muy bien”.
A poco más de tres años de aquella anécdota, el músico estadounidense tiene nuevo disco, Gold-Diggers Sound, lanzado hace unos meses. El tercer álbum de Bridges está lejos de ser un trabajo definitorio. En esta ocasión, el artista cayó en la tentación, así como sucedió con el resto de su generación, y se animó a probar fórmulas novedosas para la música negra. “Integrar el soul a un contexto moderno del R&B es algo parecido a un viaje perpetuo”, contextualiza. “Esa fue la actitud que tomé al momento de empezar a pensar en este disco. Estas canciones son pequeños espacios de reflexión acerca de la madurez artística, a partir de experiencias personales y de ciertas relaciones que tuve”.
-Como antecedente de lo que contás, el año pasado sorprendiste a todos al unir fuerzas con el grupo psicodélico Khruangbin en el EP Texas Sun.
-Honestamente, ésa es una de mis colaboraciones favoritas. Nos conocimos en 2018, cuando compartimos una gira. Laura, bajista de la banda, me mostró algunas canciones en las que estaban trabajando. Esa noche, antes de que ellos subieran al escenario, escribí un par de letras. Al poco tiempo, las grabé en mi garage, se las envié y les encantaron. Viajé a Houston, de donde son ellos, y entramos al estudio. Hicimos algo tan hermoso que pronto comenzaremos a preparar otro proyecto discográfico.
-Afín a ese espíritu colaborativo, en Gold-Diggers Sound compartís temas con artistas innovadores dentro de la música negra como Robert Glasper, Terrace Martin e Ink. Lo que convierte a este álbum, además, en el primero en el que tenés invitados.
-Trabajar con artistas increíbles como ellos es una especie de certificado de que algo de música sabés. También trato de irradiar buena energía. No creo que esas colaboraciones hubieran llegado a buen término si fuéramos gente tímida. Con Robert, Ink y Anderson Paak suelo cruzarme en festivales y fiestas. Aunque fue mi amigo Ricky Reed, uno de los productores del álbum, el que llamó a Robert y el que me sugirió que Anderson dirigiera el video de “Motorbike”.
-Llamó la atención la convocatoria de Anderson Paak no para tocar la batería o para cantar sino para dirigir un video. ¿Cómo resultó el experimento?
-En realidad, fue Anderson el que le dijo a Ricky que quería dirigir el video de “Motorbike” (su estética está inspirada en la película Bonnie & Clyde). Al principio me resistí por lo mismo que decís: su historial como director es desconocido, pero terminé entregándome a la experiencia y salió bastante bien. Las imágenes son impresionantes. Le dieron más luz a una canción que ya de por sí es luminosa.
-Es imposible resistirse a esa guitarra hechicera que invoca a África…
-Me alegra que se note. “Motorbike” nació como algo parecido a un afrobeat instrumental. Al fusionar un sonido así con el soul, abrís el juego, ofrecés integridad e identidad, lo que se puede traducir en más gente joven atraída por la música negra. Esa es la intención de este disco. A veces siento que el soul y el jazz dejaron de interesar dentro de la comunidad afroamericana, en contraste a lo que les pasa a otras culturas, que se sienten inspiradas por el R&B y gravitan fácilmente en torno a este tipo de música.
-¿Decís que un disco como What’s Going On, de Mavin Gaye, que en 2021 cumplió 50 años, ya no tiene peso entre la comunidad afroamericana?
-Justo elegiste un caso especial. Ese álbum sigue siendo poderoso en cualquier comunidad o contexto. Me encantan las canciones de What’s Going On, porque tienen ritmo y al mismo tiempo conmueven. Te lo dice alguien que no es tan sensiblero. Pero Marvin Gaye encontró ese punto dulce dentro de su música y, honestamente, debería seguir siendo un modelo para que muchos se acerquen a la música, a la reflexión o a cualquier otra cosa. Definitivamente, es un álbum hermoso.
-Al menos en Estados Unidos, la música negra era uno de los últimos reductos de la cultura pop que supo sacarle brillo a la crónica social. ¿Creés que ese rasgo se ha ido banalizando?
-Todos tenemos nuestra propia historia que contar y la música, en lo personal, es un reflejo de mi viaje por esta vida. Pero no todos los artistas están obligados a hablar sobre lo que está pasando en la sociedad. Está bien hablar sólo de lo que sabés. Gold-Diggers Sound, sobre la base de una visión moderna del R&B, aborda los aspectos mutifacéticos de una relación. Por lo que tiene momentos alegres y también un poco de mis experiencias personales.
-Pero el primer single del disco, “Sweeter”, se lo dedicaste al asesinato de George Floyd…
-En realidad, está inspirado en la protesta. La canción narra cómo un hombre negro desarmado muere en manos de la policía en Estados Unidos. Es algo con lo que tenemos que lidiar todo el tiempo. Básicamente, me refiero a eso. Si bien el tema surgió a raíz de la muerte de George Floyd, quería contribuir con el movimiento Black Lives Matter.
-Ahora que el policía que lo mató está preso, ¿cómo sigue el movimiento?
-A pesar de que la muerte de George Floyd fue horrible, por lo menos quedó documentada. Eso sirvió de chispa y catalizador para el cambio. Con una pandemia de por medio, la gente se unió y reclamó justicia. Muchas personas finalmente se dieron cuenta de los problemas que enfrentamos en la comunidad negra. Creo que nos estamos moviendo en una dirección positiva.
-Aunque lo grabaste en varios estudios, ¿qué tiene de especial el Gold-Diggers Sound para que titularas al disco de esa manera?
-A lo largo de dos años, las once canciones del álbum fueron naciendo ahí. No es una metáfora, literalmente sucedió así. La experiencia de crear en ese espacio (se encuentra ubicado en Los Angeles) fue tan significativa que sentí que lo correcto era homenajearlo.