Cuarenténicos, andemiartos, obsevirus, vacunadérrimas, precovidos y precovidas, espero que estéis, estáis y estóis bien.
Les pido cierta disculpa por el título de esta nota: no es que no sea oportuno, pero quizás es levemente, ¿cómo decirlo?, “poco original”.
Cada vez que transitamos las campañas electorales, este título surge en la mente de algún redactor, columnista o cronista con ánimo paródico, y es desechado, o bien, utilizado una vez más. Entonces les pido disculpas por ser poco creativo, sobre todo, en medio de una campaña que, si por algo se destacó, es por su nivel de originalidad.
Porque
en una campaña de elecciones de medio término uno ya sabe lo que
tiene que esperar:
*que
el oficialismo defienda lo hecho, diga que si lo votan lo va a hacer
mucho mejor, y apunte a llenar el poder legislativo de nuevos
nombres e ideas que enriquezcan su caudal.
*También
se espera que la oposición marque errores y acepte aciertos,
aparezca con propuestas que demuestren una elaboración honesta y
profunda de los motivos que la llevaron a la derrota en la elección
anterior, y aporte candidatoaes, con los que el electorado y la
electorada puedan tentarse para fortalecer el plan de gobierno con
críticos duros pero que contribuyan al bienestar común.
*Y
entre ambos, y con la participación de otras fuerzas, tal vez
minoritarias pero crecientes, un exquisito juego de ideas, con
ingenio y propuesta, que lleven al electorado al sufragio con
satisfacción, alegría, gloria y loor.
Si esperamos eso en una campaña, si esa es la rutina, entonces ésta que estamos viviendo, es, sin duda, sorprendente y original. Cierto es que transcurre en una pandemia y después de cuatro años de tiempos maurífices que dejaron nuestras defensas al borde del default, pero…
Cierto es que al Gobierno le resulta difícil mostrar lo realizado, porque mucho de “lo realizado” tuvo que ver con “ atajar penales”: El maurificato nos dejó con un puntaje horrible para el descenso, en medio de un partido que hay que ganar sí o sí, que íbamos perdiendo, con un penal para los rivales a los 44 minutos del segundo tiempo, y en lugar del dibu Martínez, lo teníamos de arquero a mi primo José, que es sastre.
Igual nos salvamos del descenso. Pero la gente te quiere ver campeón. Si no, no te ve.
Cierto es que la oposición no tenía muchas ideas que mostrar, porque parece que tiene una sola, y ya la mostró claramente durante los cuatro años en los que no fue oposición: “lo que es negocio se vende, lo que no, se rompe”.
Y en ese sentido mostraron eficiencia, y seguramente ganarían las elecciones si solamente votaran los CEOs de las grandes empresas multinacionales.
Cierto es que a los partidos más pequeños les resulta difícil mostrarse cuando el electorado está tan polarizado entre los que creen que la patria “es el Otro” y los que creen que la patria “es Del otro” (los mal llamados “ vendepatria” ya que más que venderla, se la regalan a sus amigos). La izquierda necesitaría de un proletariado industrial, no de youtubers. La ultraderecha necesitaría de.. ¡no, no, no le vamos a decir que necesitaría, a ver si todavía lo consiguen!
Todo eso es cierto, pero no me parece suficiente para justificar que el mayor acto político de esta campaña haya sido protagonizado por un grupo de carpinchos no muy organizados.
Mientras tanto, la oposición intentaba demostrar que nunca mandó armas para apoyar el golpe en Bolivia, donde además, según ellos, no hubo golpe sino “Fotoshop político”. Y que la última vez que intervinieron esa zona fue cuando el gral. Belgrano --quien no era santo de su devoción, cuando estaba vivo-- perdió en Ayohuma.
También quisieron ellos mismos aprovechar el maurificato para desmarcarse. Parece que esos años el expresidente se la pasó mirando Neflix: su ministro de Economía comiendo chocoarroz mientras sinceraba las tarifas de todo; su ministro de Ecología disfrazándose de árbol; y algunos ministros más hacían tan poca cosa que directamente los transformó en subsecretarías. Nadie gobernó.
Entonces la campaña se basa en el cumpleaños de la primera dama (error ya reconocido) y vacunas que eran veneno pero si se las dan primero a otros está muy mal; la “virtud republicana” que les permite estar orgullosa de pertenecer a un distrito o a otro según marquen las encuestas; la habilidad ( verdadera propuesta, eso sí) de rascarse diferentes partes del cuerpo, y cosas así.
Esta
última semana se sumó a la agenda la “sexualidad peronista”.
En verdad un tema más digno de nosotros los humoristas que de la
política real: somos los que podríamos decir que
*los
peronistas son un poco fanfarrones con eso de “Cinco por uno, al
hilo”,
*los
radicales no son muy afortunados con “ se rompe pero no se dobla”,
o “No supimos, no pudimos, no quisimos”.
*La
izquierda podría proponer “nadie podrá hacerlo dos veces hasta
que todos no lo hayan hecho una vez” y el toque leninista “dos
hacia adelante, uno hacia atrás”.
*De
los liberales, esos que sostienen que “hacen todo solos”, no
pienso decir nada.
Pero como mostaza del postre (no es frutilla, claramente), la candidata “Mudariu” declara que “no es lo mismo fumar un porro en Palermo que en la 1-11-14”. Ella sabrá por qué lo dice.
Quizas alucine que en Palermo los porros los venden sommeliers, que alguien se sienta a un bar, pide una porción de “nuestro exquisito fumé de hierbas ”, y el mozo le dice “dale” mientras le trae unas papas rústicas con cheddar y el porro viene en un frasco de mermelada artesanal. Qué sé yo. A cada une le pega como le pega.
Por suerte ya termina la campaña y todo volverá a la vida normal.
Como la semana que viene vamos a estar en veda y no se va a poder decir , se lo/a/es digo ahora: ¡voten bien!
Cuídense. Salgan lo menos posible, pero si lo hacen, lleven barbijo, y preservativos, por si les agarran muchas ganas de “peronismo casual” (¡perdón, me tenté!).
Sugiero al lector acompañar esta nota con el video La Suprema (que también está de elecciones) del duo RS Positivo ( Rudy Sanz), posteado en el canal de YouTube de los autores: