Los medios internacionales se mostraron desconcertados con la suspensión del partido entre Brasil y Argentina por las eliminatorias, y no encuentran demasiadas explicaciones frente al hecho. “Coup de theatre”, dijo L’Equipe de Francia, “Un bochorno , calificó As de España” y “Clamoroso” tituló Correrie dello Sport, de Italia. En la recorrida por los portales de medios sudamericanos y europeos se reiteran títulos muy similares: “sorpresa”, “increíble”, “escándalo”, “caos” y calificativos por el estilo. Son las primeras reacciones frente a un hecho inaudito que es muy difícil de interpretar por la cantidad de entidades que intervienen (FIFA, Conmebol, gobierno de Bolsonaro, gobernación de San Pablo, AFA, CBF, la entidad sanitaria que se dice independiente del gobierno) y por los intereses contrapuestos en juego. Nadie sabe muy bien de quién es la responsabilidad, pero todos resaltan que debió evitarse el papelón de suspender el encuentro cuando se llevaban jugados 5 minutos.
Si miran con un poco de profundidad se preguntarán cómo es posible tanto celo sanitario de último momento en un país cuyo presidente, Jair Bolsonaro, calificó como “gripecinha” al coronavirus y que encabezó marchas sin barbijos. Desde esa perspectiva, la suspensión parece más que nada un golpe de efecto de un gobierno acostumbrado a este tipo de actuaciones que alimentan el fanatismo de sus seguidores y exacerban el nacionalismo. Los medios internacionales también tomaron nota del absurdo tuit de Flavio Bolsaonaro, el hijo del presidente, pidiendo sanciones severas para la Argentina.
La ligas europeas se van a tomar de esta bochornosa situación para hacer valer sus intereses y argumentar que todas estas desprolijidades (sin discriminar quienes son los verdaderos responsables) les hacen pensar que no les conviene ceder a los futbolistas en futuras citaciones. Desde hace rato los clubes europeos y las entidades que los nuclean vienen presionando para que se cambien los formatos de las eliminatorias sudamericanas y van a tener una nueva excusa para reiterar sus deseos de que se respeten sus intereses. Por otra parte, los sectores más conservadores resaltarán que los jugadores brasileños que juegan en Inglaterra se mostraron obedientes de las recomendaciones de las ligas mientras que los argentinos actuaron con rebeldía. Otra forma de manipulación de los hechos en defensa de los clubes más poderosos de Europa.
Más allá de las resoluciones que tome la FIFA respecto de los puntos en juego y de la realización o no del partido (no sorprendería que se tire la pelota afuera con una postergación indefinida), los hechos de San Pablo implican un paso atrás en la lucha contra el neocapitalismo del fútbol.