La frase resuena al comienzo de la quinta temporada de La casa de papel (Netflix) y sale de la boca de Alicia Sierra (Najwa Nimri). “Jaque Mate, hijo de puta”, suelta la incansable cazadora frente al Profesor (Álvaro Morte). La mente maestra detrás del robo al banco de España ha sido atrapado y el grupo sabe que su líder ha caído. Todo indica que la banda con la máscara de Dalí tiene los minutos contados. Pero si algo ha enseñado esta serie es que la partida siempre tiene una jugada más. La última temporada del bombazo seriófilo ibérico consta de diez episodios divididos en dos tandas (el volumen final llegará el 3 de diciembre).
El gran cambio de este sprint viene por el lado de la improvisación de los personajes, lo cual implica un giro narrativo para una fórmula que ya mostraba –¿desde su segunda temporada?- signos de agotamiento. También aparecen nuevos personajes como el hijo de Berlín (Patrick Criado), el ex de Tokio (Miguel Ángel Silvestre) y Sagasta (un militar a cargo de las fuerzas especiales interpretado por José Manuel Seda). Las apuestas y teorías abundan en Internet: ¿el profesor se sacrificará por los demás?, ¿morirá el personaje de Úrsula Corberó?, ¿el bebé de Sierra es fruto de una relación con uno de los ladrones? La única certeza es que el heist creado por Alex Pina, amado, consumido, vilipendiado y analizado sin par, comenzó a despedirse.