El domingo por la noche algo extraño pasó en la televisión argentina: Francisco Benítez, tartamudo desde los 6 años, ganó La voz argentina. El participante oriundo de Colonia Tirolesa, una localidad cordobesa de poco más de cinco mil habitantes, fue elegido por el público como el mejor cantante con el 44,3 por ciento de los casi 5 millones de votos emitidos durante la final del programa de Telefe. Pero el aspecto más sobresaliente de la gala final del ciclo es que la pantalla chica, a través del voto de los televidentes, premió a un joven de 22 años que emocionó a la audiencia con su talento y con una historia de vida de superación, tan genuina como pocas veces vistas en la TV argentina. Tan inusual que la pantalla chica se vio obligada a bajar sus revoluciones para escuchar con atención a Francisco, quien encontró en la música la posibilidad de sortear a sus problemas de habla. Un ganador atípico, elegido por el público, que se sale de los estereotipos que muchas veces fija el mismo medio.
La popularidad que alcanzó la tercera edición de La voz argentina se percibe en la calle, en el trabajo o en cualquier encuentro social sea en forma virtual o presencial con protocolos: en los últimos meses nadie pudo quedar exento de lo que sucedía en el concurso musical conducido por Marley, cada vez más asentado como animador de este tipo de formatos. Una masividad multi target que sólo la TV abierta es capaz de lograr, penetrando en todos los sectores sociales, etario e ideológicos. Ni la serie más vista de cualquiera de las plataformas de streaming, cada vez más extendidas pero aún limitadas para muchos, pudo aún alcanzar esa penetración que por ahora es potestad de la vieja y querida TV de aire (aunque llegue por cable).
Claro que, además, esa masividad del ciclo de Telefe se percibe en números tan fríos como contundentes: la gala que determinó que Francisco fuera el vencedor de la tercera edición obtuvo un promedio de rating de 24 puntos, durante la cual el canal recibió a través de sus plataformas digitales un total de 4.692.011 votos, record absoluto en la historia de la TV argentina para este tipo de formatos. Como si no bastaran esos registros, La voz argentina se convirtió en el programa más visto de 2021: promedió 20,2 puntos de rating a lo largo de sus 57 emisiones, superando por 6 décimas a la media que había obtenido Masterchef Celebrity. Esas audiencias alrededor de ciclos de entretenimiento marcan una acertada estrategia de programación de Guillermo Pendino y Darío Turovelzky en Telefe, el primer canal en captar el clima social pandémico y desarrollar contenidos para las necesidades de estos tiempos. Una programación que buscará continuidad con una temporada de Bake off, que se estrena el lunes 13.
“Perdón, perdón...”, comenzó diciendo Francisco, el joven de 22 años que solo supera su problema de habla cuando canta, ni bien se anunció que era el ganador del ciclo. “No pidas perdón, te lo ganaste porque sos un talentoso, porque te lo merecés, porque sos un genio, porque tenés un alma increíble y porque la gente la vio, por eso te lo ganaste”, lo cruzó rápidamente Soledad Pastorutti, su couch/madrina en el programa, que cantó junto a Francisco "Aunque me digas que no". Antes, quien terminaría siendo el ganador del concurso había emocionado a todos con una versión de "Gracias a la vida" de Violeta Parra.
“No lo puedo creer, sinceramente no lo puedo creer. La verdad, no me esperaba esto. Siento que no gané yo solo. Ganamos todos. No se olviden de Luz, que es una grossa”, agregó luego Francisco, en relación a Luz Gaggi, que quedó en segundo lugar con más de un millón de votos a su favor.
En medio de la emoción generalizada por un final distinto, condicionado por los tiempos que el mismo Francisco impuso a la hora de expresarse, La voz argentina se despidió de la audiencia con la satisfacción de haber construido un gran show televisivo. No le faltó nada en estos tres meses de aire: hubo música, grandes intérpretes, denuncias de acomodos, risas, entretenimiento y mucha emocionalidad representada en el canto pero también en las historias de cada concursante.
Claro que el ciclo no solo atrajo de a millones de televidentes por noche únicamente por los participantes. La voz argentina también encontró en el jurado un factor clave de atracción. Desde la trayectoria musical de Ricardo “el pastor” Montaner, hasta la autenticidad desprejuiciada de Lali Espósito, pasando por la bonhomía de Soledad Pastorutti y la extraña química de amor/odio que provocan Mau y Ricky, cada uno de los jurados le aportó a la formalidad del concurso musical destellos de gracia, creatividad y hasta dosis de insoportabilidad que sumaron al entretenimiento. Un casting ATP que le aportó fluidez y espontaneidad al programa.
Como todo show televisivo, el debate sobre si Luz, Nicolás, Ezequiel o Magdalena eran intérpretes más amplios, con más colores vocales, seguirá girando. Y está bien que así sea. Al fin y al cabo, La voz argentina buscó entretener con la emoción a flor de piel. Cumplió con creces.