La pandemia creó muchos memes. Casi tantos como los que rápidamente evaporó ─¿recuerdan los pallbearers de Ghana?─. Miguel Durán atravesó esa barrera sin tener relación alguna con la socialmedia. No maneja Instagram, jamás tuvo Facebook. Trabaja doce horas al día en el campo, en la cosecha de semillas, y este mes cumplirá 51 años. Apenas usa Whatsapp. Pero lo siguen 350 mil personas en TikTok y 50 mil en IG. Principalmente por su corazón y destrezas en el fútbol amateur, entreverándose en competitivos torneos de cancha de 11. Y también, claro, por otras secuencias que van construyendo el atrapante relato acerca del Pájaro de Pergamino.
Ya pasaron largos meses desde aquel estreno en TikTok que disparó 100 mil reproducciones a las pocas horas, y que lo hizo explotar en las redes (inicialmente, sin que él lo supiera). Y, en un fútbol sin sorpresas, Le Bird se convirtió en la estampita de quienes todavía necesitan creer. Un peón rural que vive en la periferia de la ciudad, trabaja más allá de ella y vuelve a Perga lo más rápido posible para jugar un fulbito a la hora que sea. Partidos difíciles en los que hace flashear a todos desde una posición con gran despliegue físico: la de lateral. Aunque sus videos circulan en dispositivos de todo el planeta, Miguel jamás faranduleó. Parece disfrutar de ese extraño ensueño que produce el apoyo popular sin hacer demasiado por generarlo.
► Pájaro que fuma y vuela
El Pájaro era toda una celebridad en el prolífico fútbol amateur pergaminense, donde numerosos torneos conviven en una ciudad con más de 100 mil habitantes. Una especie de Trinche Carlovich de la pampa bonaerense. Que juega bárbaro pero habla bajito. Entonces no deja frases de bandera, ni tampoco baja línea. Y del que no hay videos. O son pocos y de baja calidad. Pero para alcanzar semejante explosión digital fue fundamental un testigo inesperado: el fotógrafo Cristian Pereyra.
Cristian empezó a hacerle fotos de onda a un equipo aficionado de Pergamino, y el día que fue al primer partido descubrió a un tipo mojándose el pelo en una canilla. Un pucho colgaba de su boca. Era el 3 del equipo. Y, a pesar de la edad, el vicio y la delgadez, corría y metía sin descanso. Un personaje soñado para cualquier realizador audiovisual. Un momento, una cámara y una sugerencia: su hija Jacinta le recomendó subir algo de lo que había descubierto esa tarde a TikTok. Y a la noche reventó todo.
En plena memecracia, la aparición fue explosiva porque se expandió a toda su vida. El Pájaro seleccionando semillas arriba de una montaña de cereales, caminando por su barrio con boina, pañuelo y bombacha de campo o montando un caballo a pelo que se había aparecido en la esquina de su casa. El Pájaro jugando a las bochas (también es crack ahí), prendiéndose un pucho o tomando Coca-Cola, sus únicos vicios: en un video que parece ser de un cumpleaños, o acaso de un Año Nuevo, brinda con agua. Le Bird asegura que jamás tomó alcohol. Y desaconseja el tabaquismo: una vez, una marca le regaló un cartón, pero en vez de devorárselo, Miguel lo vendió y, con eso, invitó a Cristian a cenar.
Es un reality entusiasta, de bajo costo, pero con ciertas prolijidades clave. Y cuidado, tratando de manejar el cordel de los andariveles que no hay que cruzar. A pesar de que su vida es hipernarrada en TikTok e Instagram, ciertos hálitos de mito van armándose entre silencios narrativos. Sin imaginarlo, Cristian Pereyra está rodando una película a través de microsecuencias.
► Marca personal
¿Por qué explotó tanto este "jugador de potrero", en tiempos donde no hay ni "potreros" ni "jugadores de"? No es solo su edad, ni su físico. Tampoco su pelo. Siquiera su forma de hablar, o su trabajo. En realidad es todo eso junto y a la vez, en un tipo que no parece desesperado por explotar ese potencial: el Pájaro simplemente se deja filmar. Y Cristian, en vez de aprovechar los golpes bajos, fue buscando una estética narrativa que empezó a incluir personajes secundarios y un fuerte link a la música. El formato videoclip es clave en la épica de Le Bird, el personaje que Pereyra construyó de Durán.
"Es la épica de un jugador amateur de pocas palabras que busca la felicidad en lo simple. La perfección de lo imperfecto en una época donde todos buscan mostrarse exitosos y sin defectos. Un alter ego, quizás, porque una cosa es Miguel y otra es Le Bird", revela Pereyra. "Por mi laburo recorro toda la provincia, y está lleno de Pájaros. Lo que pega, creo, es la manera en la que lo contamos. Su look remite al Boca de los '80, pero también aparece como un gaucho de Molina Campos. Y entre eso suenan los Rolling Stones y Amar Azul con una visual hipercuidada. Porque tampoco buscamos romantizar nada. Lo que se ve, es lo que va surgiendo. Y eso lo volvió aún más un personaje de culto."
Como se dijo, la sugerencia de llevar Le Bird a TikTok fue de Jacinta Pereyra, la hija de Cristian, quien además colabora en esta producción. Pereyra, consciente de que "la gente lee cada vez menos", fue por ahí. "Generé desde ese lado, desde la comunicación visual, como fotógrafo que soy. Y después, claro, hay algo de ficción. Cosas que vamos mostrando con humor", dice
"Pero todo se hace con amor, de manera espontánea, con los flashes que van surgiendo en determinados momentos. A pesar de que a veces sea un trabajo cansador para conseguir 16 segundos, yéndolo a ver en bici con un iPhone6. Ni el Diego tuvo un fotógrafo así, que lo acompañara a todos lados, jaja."