De la misma manera que el Gobierno dio un giro de 180 grados en su posición sobre el 2x1 de la Corte Suprema a favor de un represor, la Iglesia Católica intenta ahora cambiar de sotana. El obispo castrense Santiago Olivera rechazó el fallo del máximo tribunal y insistió que el llamado a la “reconciliación” fue solo para los miembros del Episcopado. Además, criticó a la cúpula de la Iglesia durante la dictadura por “no actuar como debió haber actuado” y calificó de “tímido” al pedido de “perdón” que la curia argentina hiciera en 2000 por su complicidad con la Junta Militar.
“La ley y la pena deben ser cumplidas, porque si no queda una sensación de impunidad”, aclaró Olivera al referirse al beneficio que el máximo tribunal le concedió a un condenado por delitos de lesa humanidad, que dejó la puerta abierta para que el resto de los represores pudiera presentar un planteo similar.
Olivera intentó también desligar el llamado a la “reconciliación” del fallo de la Corte Suprema. Lo hizo aludiendo a la “infeliz coincidencia” producida días atrás e insistió en que la convocatoria fue solo para los obispos: “Casi todos somos de las nuevas generaciones, la mayoría de nosotros no estaba en ese tiempo” de dictadura, justificó.
El obispo de San Isidro, Oscar Ojea, por su parte, dijo que hubo "un profundo malentendido", porque para la Iglesia la "reconciliación" no significa impunidad sino “todo proceso implica memoria, verdad y justicia”.
Olivera, por último, relativizó el pedido de “perdón” que hiciera el Episcopado por haber sido “indulgente con posturas totalitarias” de la dictadura, en el marco del Jubileo del Año 2000. “Podríamos reconocer una cierta timidez en ese acto del perdón”, dijo Olivera, quien aclaró que ese pasado “no puede desacreditar el llamado al encuentro y la reconciliación” de la actualidad. “Esto no es ‘nos reconciliamos, olvidamos, damos vuelta la página y seguimos adelante’ –insistió-. La reconciliación supone verdad, justicia, reconocimiento de los actos graves y la reparación.”