Luego de haber admitido ante la Justicia la relación de amistad que mantiene con el principal operador judicial del macrismo, Fabián “Pepín” Simón, el presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, sostuvo que en el máximo tribunal “no influyen los medios (de comunicación) ni la política” y confirmó que antes de fin de mes se elegirá a su sucesor en el cargo.
"Nosotros somos jueces a la altura de nuestras responsabilidades institucionales. Vamos a decidir antes de fin de mes al próximo presidente de la Corte Suprema. No influyen medios ni política en la elección", sostuvo el magistrado.
La declaración del magistrado fue hecha apenas horas después de haber testificado ante la juez María Servini en la causa por espionaje ilegal durante el gobierno de Mauricio Macri a los dueños del Grupo Indalo.
“Me llamó a testificar en una causa de supuesto espionaje al Grupo Indalo, Cristóbal López y Fabián de Sousa. Se investiga a funcionarios del Gobierno anterior. Me preguntó sobre si conocía a los imputados, al Grupo Indalo. Me une una relación de amistad con Fabián Rodríguez Simón (prófugo de la Justicia) y Mario Quintana (ex vicejefe de Gabinete)”, dijo al respecto.
“La Corte no puede ser una institución política”
Durante la entrevista por el canal TN del Grupo Clarín, conglomerado del cual él fue abogado, Rosenkratnz dijo estar “convencido de que aquel que cree que lo jurídico y lo político es lo mismo, no puede ser juez”. “El Poder Judicial y la Corte no pueden ser instituciones políticas. Nuestra única política posible es el resguardo de la ley", insistió.
Además, describió al máximo tribunal como un espacio integrado “por ministros que vienen de extracciones diferentes, convicciones ideológicas y políticas diferentes, nombrados por distintos presidentes".
Son “individuos con ideas relativamente fuertes” a pesar de las cuales “supimos consensuar y disentir”, y en este aspecto ese “es un gran logro republicano y un valor que debemos conservar".
“No siento presiones políticas”
A la hora de defender su gestión al frente del tribunal desde 2018, el magistrado afirmó que “la Corte que me tocó presidir es muy plural” y consideró que así “sobrevivimos porque las decisiones que tomamos son de las cuales estamos jurídicamente convencidos”.
Al respecto, definió las claves de su funcionamiento: "La Corte decidió distribuir entre los ministros varias funciones del presidente de la Corte Suprema. Al principio estuve en contra porque quería hacerlo de un modo distinto pero ahora entiendo que fue un gran activo porque hizo que interactuemos unos con otros. La forma en que tomamos las decisiones en esta Corte garantiza su perdurabilidad".
"Muchas cabezas piensan mejor ciertas cuestiones administrativas intrincadas. El sistema es mejor que el que rigió antes de mi Presidencia", agregó y aseguró que sus fallos de estos años no estuvieron influidos por el contexto político.
"No siento presiones políticas en mi caso. Tenemos alguna sensibilidad a ciertas manifestaciones que ocurren por fuera de la Corte. Hay una actitud de respeto a la Corte y no ha habido presiones de ningún tipo. Si uno cree que es susceptible de ser presionado, no puede tener este trabajo", expresó.
Sobre las críticas al Poder Judicial
Por otra parte, Rosenkrantz también se refirió al sistema judicial y relativizó las críticas sobre su lentitud: “Cuando vemos los procesos lentos, creemos que es responsabilidad de los jueces. Hay cuestiones procesales que escapan a los jueces, hay elementos del proceso que lo ralentizan como la idea del abogado de recurrir a otras instancias. Los procesos judiciales pueden terminar en errores por eso hay necesidad de revisiones", señaló.
“No hay nada peor que un inocente condenado. El modo de mejorar requiere ciertos cambios organizacionales que la Justicia debe encarar. Debe haber cambios en lo procesal pero también en la forma del ejercicio de la profesión", indicó.
En este sentido, lanzó una crítica de soslayo a Ricardo Lorenzetti, uno de sus claros rivales en el tribunal y promotor de la “doctrina Irurzun” que promovió la prisión preventiva contra ex funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner.
“Pena y venganza son, ante todo, antinómicas. La idea de la puerta giratoria tiene que ver con la gestión de la prisión preventiva. Esta se usa cuando los acusados pueden entorpecer el proceso. Hay una tendencia de los países a recurrir al punitivismo para resolver la seguridad. La seguridad no se puede hacer al margen de la Constitución y la presunción de inocencia. Las prisiones preventivas no deben ser arbitrarias", remarcó.