Eróticas 70s, la muestra de fotografías inéditas de Oscar Bony en la galería Walden, desborda libertad sexual. El artista, referente de la vanguardia argentina de los sesenta, identificado con el arte político con su icónica obra “La familia obrera” de 1968, transitó todas las disciplinas, video, foto, pintura y escultura, innovando cada una de ellas. Explora lo erótico en varios objetos y videos.
En 1976 realizó una exhibición con sólo diez fotografías de desnudos de cientos de negativos en la galería Arte múltiple, que finalizó con cargos por venta de pornografía que precipitaron su exilio a Italia. La muestra actual, curada por Marcelo Pacheco, revela 130 fotografías de pequeño formato realizadas en aquellos años. Agrupadas en diferentes series, nos recibe la primera de ellas titulada “Formas blancas”, un cuerpo en movimiento, desenfocado, desnudo, desintegrándose en cada toma, curvado en una silla de espaldas al lente. Como si fuera una melodía, la segunda serie sube su intensidad con sus “Lenguas y vaginas”, al igual que un modelo para armar, las lenguas en punta de un rojo estridente con el contraste de una piel maquillada de blanco y las conchas de frente, pornográficas, en un marco que delinean sus medias rojas.
Los fetiches están presentes en casi toda las imágenes, en algunas proporcionan una mancha de color y un elemento de juego a lxs retratadxs, cintos que aprisionan diminutas siluetas, medias de colores, sombreros, capas teatrales, plumas carnavalescas. Bellos púbicos empastados con pintura y marcas de bikini, piernas con portaligas y penes erectos en la serie “travestis”, donde existe un juego con lo que se muestra y se oculta. Otras obras muestran la dinámica de una pareja, el ambiente hogareño da la sensación de intimidad, que te acusa de voyeur y hasta incomoda.
Fragmentos de culos, entrepiernas y caderas que recuerdan esculturas. Cuerpos de colores, imágenes casi veladas, pinceladas como manchas chinescas, cuellos infinitos, cuerpos en cuatro patas pintados con una textura que se resquebraja. Así como sus pinturas tenían una intención fotográfica, la de estas es pictórica, el mismo artista dijo que “estas fotografías, que parecen cuadros, testimonian una realidad modificada, mucho más cerca de la realidad pictórica”, y esto lo logró en parte, modificando la química del proceso de los negativos.
El debate entre lo erótico y lo pornográfico lleva muchas páginas escritas y rebosa de actualidad; pretende trazar la diferencia en la intención de la imagen y en la moral, una labor tan difícil que hoy en día se la pretende asignar a un algoritmo, cuando es más probable hallarla en el consumo de esas imágenes y no en ellas mismas. Sin embargo, según Pacheco, esta oposición no existe, “Arte erótico y pornografía no son opuestos, sino que, por el contrario, forman parte de un mismo continuo entre lo visible y lo invisible, el arte y lo sucio, lo sexual y la sexualidad, lo central y lo periférico, lo blando y lo duro, lo estético y lo profano, lo público y lo privado. Y entre ellos se encuentra la categoría de lo obsceno.”
Penes, tetas, conchas y culos en primer plano, recortes de piel, bocas abiertas. El uso del maquillaje, la vestimenta y los accesorios asociados a lo femenino o lo masculino se utilizan de modo aleatorio, intercambiable, sensual, sugerente y explícito. La fluidez de esos límites no es un producto casual o una deformación de la mirada actual. Es propio del pensamiento del artista al trabajar con temáticas profundas e ineludibles que generen un pensamiento que actualiza la obra. Bony creía seriamente en el poder transformador del arte, su objetivo fue siempre, dicho expresamente por él “descargar un punto de reflexión”, y hoy casi 50 años después de creada su obra, lo logra.
La muestra puede visitarse hasta el 25 de septiembre con reserva previa de martes a viernes de 13 a 17, en la Galería Walden.
Turnos: www.waldengallery.com