En España, una fotografía tiene a cantidad de internautas en vilo, ejerciendo de Nancy Drew de cabotaje en pos de dar con una pareja enamorada. Claro que, en vez de seguir pistas o dar curso a deducciones varias, el esfuerzo detectivesco se limita a compartir la mentada imagen a través de redes sociales, con la esperanza de que sus protagonistas la vean de carambola, se reconozcan, se hagan eco, despejen el enigma de su identidad. Oda al amor romántico, la postal viralizada, idílica, recuerda a otros ósculos memorables que ha obsequiado la fotografía: desde el de la incombustible Le baiser de l’hôtel de ville, de Robert Doisneau, hasta aquel que le diera un John Lennon desnudo a Yoko Ono en la mejilla, eternizado por una joven Annie Leibovitz para la portada de la revista Rolling Stone. Su autora, sin embargo, no es fotógrafa de profesión: apenas una testigo furtiva del momento íntimo entre estos indistinguibles amantes pasajeros, que -rápida de reflejos- tuvo el tino de capturar el instante de cariño, a distancia…
Hete aquí el asunto: la pic fue tomada mientras arreciaba una flor de tormenta, en la Marina de Valencia. Desde su despacho en la escuela de negocios EDEM, donde trabaja, Sandra Ruiz apoyó la ñata contra el vidrio y observó cómo una mujer y un hombre, protagonistas involuntarios de la escena, se protegían de la copiosa lluvia bajo la escultura La Pamela, del artista local Manolo Valdés, que emula un enorme sombrero veraniego. A resguardo del diluvio bajo el ala de la mentada pieza, se trenzaron en un abrazo amoroso que enterneció hasta las muelas de juicio a Ruiz. Sin temer las potenciales caries por el exceso de azúcar, supo distinguir ciertos rasgos clásicos en la bonita estampa que logró con su celular, y tan satisfecha se encuentra con el resultado que comenzó la citada búsqueda con una única meta entre ceja y ceja: imprimirles una copia y regalárselas.
“Pensé en gritarles para pedirles el teléfono y
mandarles la foto, pero fue imposible. Es que el entorno no ayudaba mucho,
imagínate, con semejante clima…”, ha dicho Sandra en ronda de interviús,
sumados tantísimos medios ibéricos a la campaña viral por dar con las personas
anónimas. Aunque intenta no desanimarse,
sabe que la tiene difícil para encontrar a la dupla flechada: “Es una zona en
la que se mueve mucha gente que viene de visita; quizás ni siquiera sean de
Valencia, pero por intentarlo…”. Cosas más raras han pasado, hay que darle la
diestra a la responsable de La pareja de La
Pamela -como se ha hecho conocida su fotografía-, que ha decidido ir por
más: quiere que la escultura se vuelva imperecedero símbolo acorazonado, “el
lugar donde mostrar las diferentes formas del amor”. Por eso insta a que más
gente se retrate allí y comparta la postal en su flamante cuenta de Instagram, @enamoradosbajolapamela.