Con la llegada de las primeras 100.000 dosis de Pfizer, la Argentina empieza a aplicar la sexta vacuna que se utiliza en el país. Una rusa (Sputnik), con una parte terminada en la Argentina; dos chinas (Sinopharm y Cansino); una británica (Oxford/AstraZeneca), aunque con el principio activo fabricado en el país, y dos norteamericanas (Moderna y Pfizer). Según le adelantaron a Página/12 los ministros de Salud de Provincia de Buenos Aires y CABA, Nicolás Kreplak y Fernán Quirós, las dosis de Pfizer todavía no se utilizarán en adolescentes sin enfermedades previas porque son muy pocas y no alcanzarían para aplicar siquiera a los jóvenes de 17 años. Por lo tanto, estas partidas iniciales tendrán el destino de ser usadas como segundas dosis de los que recibieron la Sputnik 1. Recién en octubre o noviembre se arrancaría con los adolescentes, que no son de gran riesgo, pero su vacunación le cierra los caminos a nuevos contagios de mayores.
Vacunas sin ideología
La variedad de vacunas aplicadas en la Argentina muestra que el Gobierno no privilegió ninguna cuestión ideológica: arrancó con Sputnik, que probó ser una gran vacuna, porque fue la primera realmente disponible, pero cerró un acuerdo de máxima trascendencia con Oxford/AstraZeneca, laboratorio con sede en Cambridge, Reino Unido. Es público y notorio que la negociación con los laboratorios norteamericanos fue muy dura y están los que piensan que la Argentina debió ceder antes cambiando, como después se hizo, la ley votada por todos los bloques y modificando también las garantías.
En la Casa Rosada afirman que fue Pfizer quien rechazó las distintas propuestas, esencialmente porque no tenía vacunas para proveer, dado que privilegió la entrega en Estados Unidos, Europa e Israel. Con muy escasos argumentos, la oposición tomó Pfizer como bandera, pese a que el laboratorio norteamericano había entregado proporcionalmente pocas vacunas hasta mayo de este año cuando empezó a escalar la producción. Además, se saturaron los grandes mercados por la existencia de una proporción importante de ciudadanos anti-vacunas.
El cronograma de Pfizer
Pfizer se comprometió --por contrato-- a entregarle a la Argentina 580.000 dosis durante septiembre. Es una cifra chica que no alcanza para aplicarla a los jóvenes de 12 a 17 años, sin enfermedades previas --unos seis millones--, y que tampoco bastarían para vacunar sólo a los de 17. Los ministros están de acuerdo en que no se puede iniciar una vacunación que no abarque a todos los de una edad, dado que vendrán los reclamos del tipo “por qué a mi compañero del secundario de 17 le llegó la citación y a mí, que también tengo 17, no me llegó nada”. Por lo tanto, el Consejo Federal de Salud, que preside Carla Vizzotti, autorizó a cada distrito a decidir qué hacer con las Pfizer que llegan en septiembre. La mayoría, como Provincia de Buenos Aires y CABA, resolvieron usar la vacuna norteamericana como segunda dosis de Sputnik 1.
Hay también de por medio una cuestión sanitaria: la prioridad sigue siendo completar la segunda dosis de las personas mayores, dado que los adolescentes tienen poco riesgo. “Entre los contagiados y los fallecidos tenemos muy pocos vacunados con una dosis y muchos menos todavía con dos dosis --señaló el ministro de salud bonaerense, Nicolás Kreplak--. La mayoría son personas que no se vacunaron porque tenían algún temor, pero incluso entre los internados que se vacunaron, lo que más pesa son sus comorbilidades anteriores. Personas de salud tan frágil que aún un covid leve complicó su situación”.
El destino de las nuevas vacunas
Al primer envío de 100.000 vacunas seguirá otro, la semana próxima, de 160.000 y el resto hasta completar 580.000 -según el contrato- que vendrán en distintos aviones antes de fin de mes. Desde ahora hasta el 31 de diciembre, Pfizer deberá entregar 20 millones de dosis, de manera que en octubre, noviembre y diciembre debería haber vacunas suficientes para aplicarle las dos dosis a la totalidad de los adolescentes. Como ocurrió con todos los laboratorios, hay que ver si cumplen. Los atrasos han sido lo habitual y hubo poco respeto a los compromisos de entregas y plazos.
Las 580.000 dosis de Pfizer de septiembre, entonces, servirían para reducir las faltantes de Sputnik 2, a lo que suman otras tres estrategias:
- La terminación local del segundo componente de Sputnik en el Laboratorio Richmond. Este miércoles deberían aprobarse en Moscú dos partidas que redondean 1.300.000 dosis 2. Hay otros 2.700.000 del segundo componente terminadas y esperando aprobación.
- La combinación con Oxford/AstraZeneca. Por ahora se está haciendo poco porque las que llegan se utilizan para completar la vacunación de los que recibieron la dosis 1 de AstraZeneca. Pero está la promesa de que vendrán tres millones antes de fin de mes.
- Completar la vacunación de Sputnik con Sinopharm. La Provincia de Buenos Aires ya presentó los estudios y la versión es que se aprobaría la combinación con la vacuna china a la brevedad. Como se sabe, la Argentina recibe una enorme cantidad de Sinopharm: 24 millones en agosto, septiembre y octubre.
Con todas las estrategias en marcha, la expectativa es tener vacunados rápidamente a todos los mayores de edad con las dos dosis.
El paso siguiente serán los adolescentes y luego tal vez una tercera dosis, pero sólo a personas de altísimo riesgo. La Organización Mundial de la Salud sostiene que antes de que los países apliquen terceras dosis, deberían cederse vacunas a aquellos países que no aplicaron ni siquiera la primera dosis a toda su población. El concepto es decisivo: se necesita inmunizar a todo el planeta porque de lo contrario el virus seguirá circulando y van a surgir nuevas variantes, como ocurrió con India. El peligro mayor es que aparezca una variante que eluda a las vacunas, cosa que hasta el momento no sucedió: las vacunas -todas- han sido muy eficientes.