La semana previa a las PASO entrega día a día noticias que tienen mucho de polémica y casi nada de debate electoral. Desde Javier Milei provocando a la banda La Renga, hasta María Eugenia Vidal dando explicaciones confusas sobre el departamento que compró en la denominada Isla de Recoleta, uno de los barrios más caros de la ciudad de Buenos Aires. La saga ahora continúa con una versión que circuló fuerte en las redes sociales: la posible participación del músico Ricardo Iorio en la previa del partido que la selección Argentina jugará este jueves ante Bolivia, válido por las eliminatorias del Mundial Qatar 2022.
La alegría generada tras conquista de la Copa América por parte del equipo nacional duró menos de lo esperado tras el escándalo ocurrido el sábado pasado en San Pablo, cuando la selección no pudo concluir su choque ante Brasil por irregularidades en la inscripción de cuatro jugadores provenientes de la liga de Inglaterra. Por este brete, la Asociación del Fútbol Argentino está más complicada de lo que se supone. Pero, como si eso no fuera poco, la aparente invitación a Iorio para que entone las estrofas del Himno Nacional sigue echando barro justo cuando, además, trascendieron las dificultades para acceder a las entradas del partido que se jugará en el estadio de River.
Ricardo Iorio
Nacido en Caseros y madurado en el barrio porteño de Villa Devoto, Ricardo Iorio decidió hace unos veinte años abandonar la urbanidad para irse a vivir tierra adentro. Primero lo hizo en Villa Ventania y luego más al oeste, en el limite entre las provincias de Buenos Aires y La Pampa. Una hacienda modesta pero lejos de los ruidos metropolitanos. Previo a su mudanza habían sucedido dos episodios que marcaron su vida por siempre, y probablemente hayan influido en tal decisión. Por un lado, aquellas declaraciones antisemitas que lo expusieron a procesos judiciales (de los que, finalmente, quedó absuelto, aunque jamás pudo despegarse la etiqueta). Y, por el otro, el suicidio de Ana Mourín, madre de sus dos hijas. Todo aquello supuso un cambio radical en el Iorio que todos conocían.
En los primeros años de su nueva vida rural, igualmente regresaba a Buenos Aires para hacer shows o grabar discos con Almafuerte, la banda que lideró hasta que en 2016 sucedió un extraño episodio en Jujuy: recién al llegar a Alto Comedero, en la periferia de San Salvador, supo que el show era co-producido por Tupac Amaru, la organización de Milagro Sala. Iorio se negó a cantar y ese fue el fin de su última banda.
Luego llegó su carrera solista, pero con conciertos cada vez más espaciados. Su imagen igualmente permaneció en el ojo público, pero ya no por su arte, sino por sucesivas polémicas: desde la foto compartida con el ultraderechista Alejandro Biondini (en 2019 circuló que podría ser precandidato a diputado bonaerense por su partido, cosa que no ocurrió) hasta las entrevistas que le concede regularmente a distintos exponentes libertarios. A esta altura ya no es novedad que el semblante de Iorio poco tiene que ver con el de aquel que escribió himnos inoxidables en V8 y Hermética, sus bandas más legendarias. Su deriva ideológica, sumada a consumos problemáticos, transformaron a la persona en un personaje que ganó nuevos adeptos pero, a la vez, alejó a los que había seducido con aquellas viejas canciones.
Quizás por eso es el que el propio Iorio haya decidido recluirse en la lejanía bucólica. Sin embargo, la Nueva Derecha sigue acudiendo a su campo como si fuera una procesión a Puerta de Hierro para darle micrófono, soltarle la lengua y hacerlo bajar línea. La maniobra vuelve viral cada uno de sus videos en un peligroso juego de consumo irónico donde el músico va perdiendo su eje con reflexiones empantanadas.
Y, como si tuviera pocos problemas, la AFA ahora se suma otro con esta noticia que aguarda confirmación oficial. Página/12 intentó comunicarse con el manager del cantor, pero no consiguió respuesta. Si todo es político, el fútbol también. Y no parece ser el momento más oportuno para introducir esta polémica que desvía la atención de un partido tenso por su contexto, con el conflicto en Brasil aún caliente, la vuelta de público a una cancha argentina después de dos años y a pocos días de elecciones. Mientras tanto, Iorio sigue en su campo, lejos de los contertulios de las redes sociales pero enredado en una nueva reyerta que no parece beneficiar a nadie.