Tokio Rojo Shocking. Así fue el comienzo de La casa de papel. La primera escena mostró al personaje de Úrsula Corberó empuñando un arma, jadeante, y bajo un manto carmesí que inundaba la pantalla. La ficción presentaba a una Bonnie de luto (su Clyde había sido abatido) y en plena fuga. El salvoconducto terminante vendría de la mano del Profesor (Álvaro Morte) quien la rebautizaría con el nombre de la capital japonesa. Así pasaron 31 episodios de este bombazo audiovisual ibérico. Dos golpes imposibles en los que la mujer estuvo al filo de la narración, tomando decisiones en caliente, eje de buena parte de sus giros narrativos y portadora de las frases gancho con los que martilló la serie. El viernes 2 de septiembre Netflix estrenó la temporada final de la creación de Alex Pina y la propia actriz ha definido que su chica intuye lo que se viene.
Colorida, intensa y objeto de toda clase de debates. Así es La casa de papel y su personaje más representativo. Tokio, por otra parte, ha servido de modelo para otras producciones de su artífice (Sky rojo) y también sufrido del mismo síndrome que aquejó al Jon Snow de Game of Thrones y Rick Grimes de The Walking Dead: el protagonista empeñado en equivocarse. “A mí me gusta que la cague”, confesó Corberó en una entrevista exclusiva a la que tuvo acceso Página/12. “Hay algo muy bonito, y que hace mucho que la gente odie y ame a Tokio por momentos, y es que a lo mejor ella se equivoca, pero ella lo hace. Y yo creo que eso es muy importante en la vida en general: hacer lo que uno cree, en lo que uno confía y seguir las intuiciones de uno mismo, porque a veces si la cagas y la cagas porque tomaste una decisión en un momento, pues bueno. Pero si la cagas y la cagas por la decisión de otra persona, eso es horrible, ¿no? Y dices: 'Vaya, tendría que haberme fiado de mi instinto'. Y creo que en ese sentido Tokio es súper fiel a sí misma. La caga, se levanta y dice: “No pasa nada, sigo para adelante. Soy un desastre. Sigo para adelante, no pasa nada”, explicó la intérprete.
La quinta temporada del heist consta de diez episodios divididos en dos tandas (el volumen final llegará el 3 de diciembre). El cambio más significativo viene por el lado de la improvisación de los involucrados. El profesor ha sido atrapado por Alicia Sierra (Najwa Nimri) y la banda de los Dalí tiene los minutos contados. Pero si algo ha enseñado La casa de papel es que la partida siempre tiene una jugada más. Eso sí, dado el contexto Tokio no será la única impulsiva. “Todos sabían tenían que ejecutar de alguna manera para que el plan saliera lo mejor posible, pero ahora van a perder un poco los estribos. Entonces, claro, toda esa mezcla va a ser un cóctel molotov y va a ser la guerra”, señaló Coberó. Este sprint implica una alteración en el tic tac que guiaba la estructura narrativa. “A mí me da la sensación de que es como La casa de papel, pero elevado a la máxima potencia”, espetó la actriz.
-¿Cómo definirías al cierre para la entrega?
-Yo creo que en esta última temporada hay más rock and roll que nunca, hay mucha violencia, hay muchos enfrentamientos y así, en rangos generales, me atrevería a decir que es una temporada bélica. Ahí lo dejo.
-¿Cómo ha evolucionado Tokio en este arco?
-En esta quinta temporada Tokio sabe, en el fondo, que es el final. Ella tiene ese presentimiento, desde que empieza la temporada hasta que termina. Entonces, con Jesús Colmenar, el director, hemos querido darle siempre una cosa como mucho más madura, yo creo. Ella sabe que ya no las tiene todas consigo como antes, que iba muy a saco. Ella sabe que en algún momento las cosas ya se tuercen tanto que es muy difícil salvar según qué situación. Y yo creo que ella está un poco en el mood de reconciliarse con ella misma. Y eso pues también significa estar en paz, ¿no? Estar en paz, estar en paz con Río, estar en paz con sus compañeros y estar en paz con ella misma.
-¿Cómo fue tu último día de rodaje?
-Mi último día de rodaje, cuando yo ya pensaba que nada podía ser más intenso y más fuerte, ese día me di cuenta de que sí, que podía ser el doble de intenso y de fuerte. Fue muy heavy, muy heavy. Me desperté con el corazón a mil y estuve así como dos días más, después de terminar. Me parecía todo rarísimo. Me vinieron a buscar con el coche con el making of. O sea, que ya empecé el día muy consciente de que era el último día. Y lo típico, que cuando terminas algo pues te pones a recordar. Estaba como muy melancólica, me ponía a recordar todo el rato pues todo... Lo que había vivido desde el principio, lo que nos había pasado, los viajes que habíamos hecho, dónde habíamos rodado, lo que había pasado con la serie. Me puse a pensar también qué loco que hicimos una serie que era una serie cerrada: temporada 1, temporada 2 y ahí terminaba. Pasó un año, Netflix compró la serie, la estrenó a nivel internacional, me acuerdo que ni siquiera hubo una promo de marketing. Era una serie española que habían comprado y que la habían puesto ahí. Un año más tarde, un año después, volvimos otra vez y nos encontramos en Tailandia rodando. Todo muy raro. Me puse un poco melancólica, me puse a pensar mucho en todo lo que me había pasado, en cómo me había cambiado la vida y en lo mucho también que iba a echar de menos a todo el equipo, a mis compañeros.
- ¿Podés describir a Tokio en tres palabras?
-Sangre, ca, liente (risas).
-¿Tu escena favorita de La casa de papel?
-Es de la primera temporada, el capítulo sexto. Se trata de un plano secuencia, cuando estamos yendo todos los que nos escapamos de la casa de Toledo para ir a la verbena del pueblo y ahí hay un baile, hay una danza con las cámaras, sin cortes, donde estamos Río, Nairobi (Alba Flores), Denver (Jaime Lorente) y yo que fue muy divertido. Fue como la secuencia, porque era muy al principio, yo creo que fue la secuencia donde nos hicimos amigos. A lo mejor eso es lo que yo creo y no fue así, pero para mí fue muy simbólica. Fue un día muy importante en mi vida.