El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó la obligatoriedad de la vacunación contra el coronavirus a la totalidad de los empleados federales, como parte de una nueva iniciativa para combatir la propagación de la variante Delta, en medio de un nuevo repunte de contagios en el país.
Hasta ahora, solo los trabajadores de la salud empleados por el gobierno federal, cuya actividad implica contacto con pacientes de covid-19, estaban obligados a inmunizarse. Al resto de los trabajadores se les recomendó vacunarse o someterse a pruebas periódicas.
La Casa Blanca precisó que "el Departamento de Trabajo requerirá que todos los empleadores con 100 trabajadores o más se aseguren de que su fuerza laboral esté completamente vacunada o muestren una prueba negativa al menos una vez a la semana". Se trata de empresas que emplean a más de 80 millones de trabajadores.
Mientas tanto, la secretaria de prensa de Biden, Jen Psaki, señaló esta mañana a la cadena CNN que el presidente presionará para aumentar las vacunas y los test, aunque precisó que tiene poderes limitados y no hay ningún plan para implementar un pasaporte nacional de vacunación.
"Se trata de reducir las hospitalizaciones, realizar más testeos y poner en marcha más protecciones en forma de refuerzos para asegurarse de que la gente tenga un nivel de protección mayor al actual", explicó.
A su turno, el propio Biden publicó un mensaje en sus redes en favor de la campaña de vacunación: "La pandemia de los no vacunados es una tragedia que se puede prevenir. La gente está muriendo y morirá de covid-19 cuando no debería pasar. Si no se ha vacunado, hágalo ahora. Podría salvar su vida y la de sus seres queridos".
En distintas oportunidades, el presidente estadounidense ha reconocido su frustración porque casi 80 millones de estadounidenses siguen sin vacunarse pese a que la vacuna es "segura, efectiva y gratuita".
De acuerdo con los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), el 53,3 por ciento de los estadounidenses ha recibido la pauta completa de las vacunas contra la covid-19, incluidos el 62,4 por ciento de los mayores de 12 años,
No obstante, la distribución regional es sumamente desigual, y en los estados del sur como Alabama, Luisiana y Misisipi los niveles de vacunación son mucho menores.
La expansión de la variante delta ha devuelto un panorama sombrío al país con más muertes por covid-19 del mundo, cuya media diaria de casos volvió a superar los 150.000 la semana pasada por primera vez desde enero, lo que ha saturado los hospitales y provoca más de mil fallecimientos cada día.
La imagen de Joe Biden
El anuncio del nuevo plan contra la nueva ola se produce en momentos en que la popularidad de Biden ha decaído, tras la traumática salida del ejército de Estados Unidos de Afganistán.
El promedio de aprobación general del mandatario está por debajo del 50 por ciento por primera vez en su presidencia: sólo el 44 por ciento aprueba su desempeño, según la última encuesta del diario Washington Post-ABC News.
Aunque el éxito inicial de su gobierno en la distribución de vacunas y la promoción del uso del tapabocas impulsó al líder demócrata, que convirtió al país en ejemplo de lucha contra la pandemia, tras la criticada gestión de su antecesor, el republicano Donald Trump, la aparición de la variante delta cambió el escenario.
La variante delta, mucho más contagiosa que las otras, provocó una explosión de casos durante el verano boreal, con hospitales nuevamente desbordados de enfermos y moribundos.
Tal retroceso volvió a generar incertidumbre en la recuperación económica y en otros aspectos de su gestión, razón por la cual la Casa Blanca pretende un golpe de efecto.
"Como ha dicho el presidente desde el primer día, su administración hará todo lo posible para controlar la pandemia", expresó un funcionario del Ejecutivo, bajo condición de anonimato.
Aunque la administración nacional distribuyó vacunas gratuitas en todo el país, los gobiernos estatales, sobre todo los republicanos de Texas y Florida, se han resistido a imponer el uso obligatorio del barbijo, mientras grandes franjas de su población se niegan a vacunarse, inclusive cuando los casos se disparan.
En consecuencia, Biden y sus partidarios han empezado a llamar a la actual ola del virus la "pandemia de los no vacunados".