El 3 de abril de 1975, en un pasillo de la Universidad Nacional del Sur (UNS), matones de la Triple A de Bahía Blanca contratados por el rector interventor Remus Tetu como personal de "seguridad y vigilancia" asesinaron frente a decenas de estudiantes a David “Watu” Cilleruelo, un militante de la Federación Juvenil Comunista que había sido electo para presidir la Federación Universitaria del Sur. 46 años después, tras la histórica condena a cuatro ex miembros de esa banda paraestatal, el Consejo Superior de la UNS accedió a una iniciativa impulsada por diversas agrupaciones y decidió otorgarle a Cilleruelo un Doctorado Honoris Causa post mortem.
“Sentado en el mismo despacho desde el cual un rector interventor ordenó el asesinato de Watu, siento que debo pedir perdón en nombre de la institución a todos los que fueron perseguidos por ser miembros de esta comunidad universitaria, a sus familias y amigos y a la sociedad en general”, dijo el rector Dante Vega durante la sesión virtual que aprobó el reconocimiento, en la que además de lxs consejerxs participaron la hermana de la víctima, Raquel Cilleruelo, y sus compañeros de militancia, quienes desde el primer día denunciaron como asesino a Jorge Argibay –ex jefe de custodios de Tetu– y nunca dejaron de exigir justicia.
La iniciativa fue impulsada en el 46º aniversario del crimen por una comisión que recogió adhesiones de amplios sectores estudiantiles, docentes, no docentes y de investigación, internos y externos a la UNS. Tras la presentación formal, en julio pasado, el Consejo Superior dispuso la creación de una comisión integrada por personalidades de reconocida trayectoria en materia de derechos humanos, que integraron Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, José “Pepe” Mujica, Dora Barrancos, Baltazar Garzón y Fortunato Mallimaci.
El miércoles presentaron el dictamen, en el que recomendaron aprobar la distinción a Cilleruelo “como un acto fundacional que servirá de ejemplo para el resto de las universidades nacionales de la Argentina y de la Patria Grande Latinoamericana”. También sugirieron extender el Doctorado “al conjunto de las/os integrantes de la comunidad universitaria que fueron víctimas de la Triple A y la última dictadura cívico militar entre 1974 y 1983, cuyos nombres se consignan en el listado que se encuentra en permanente construcción”. Ese listado se compone de 53 estudiantes, 12 graduados, 9 docentes y no docentes y 2 estudiantes de las Escuelas Medias, y fue leído durante la sesión, mientras consejeras y consejeros se ponían de pie.
“La de Watu es una figura icónica dentro de nuestra institución porque es el único caso de un asesinato dentro de los pasillos de una universidad pública por parte del aparato represivo del Estado. Fue un mensaje político, no solamente hacia el claustro estudiantil sino hacia toda la comunidad. Pero 46 años después se logró justicia, aunque sea en parte, ya que otros responsables murieron sin condenas”, valoró Vega. El único condenado por el crimen, el mes pasado, es Raúl Roberto Aceituno, a quien el Tribunal Oral Federal bahiense sentenció a prisión perpetua, que por el momento cumple con arresto domiciliario.