Hay frases de dirigentes que permanecen en el tiempo y se repiten hasta el cansancio: “Hay que dejar de robar por dos años” (Luis Barrionuevo), “La zurda loca manejada de afuera” (Juan Belén). “Me borré” (Casildo Herrera), “Las mujeres no tienen vocación de poder” (Carlos Acuña). Barrionuevo fue el paradigma del sindicalismo menemista, Belén la ortodoxia contra la existencia de la CTA, Herrera el sindicalismo que abandonaba el barco antes del golpe del 76, Carlos Acuña la expresión de una conducción agotada que reclama renovación y no acepta el avance de las mujeres en la vida sindical.
Hay otro breviario de oraciones dichas por grandes dirigentes sindicales que poco se recuerdan. “Si los dirigentes sindicales nos escondemos qué les queda a los trabajadores que representamos”, (Isauro Arancibia en el velorio de su compañero Atilio Santillán, un día antes de ser asesinado en la madrugada del golpe de 1976). “Prefiero honra sin sindicatos que sindicatos sin honra”, (Raymundo Ongaro) “donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su compañero”. (Agustín Tosco).
Centenares de frases se perpetuaron en el tiempo y representan diferentes figuras del mundo de los dirigentes sindicales.
Lo seguro es que la selección de las mismas determina un posicionamiento con respecto a la historia y el presente del movimiento obrero. Hay expresiones para reivindicar y otras para denostar. Hay una historia del movimiento obrero que da cuenta de grandes luchas y grandes conquistas y otra de historia de arreglos y traiciones.
Lo que es innegable es el hecho que durante un siglo y medio la fuerza social de los trabajadores organizados y sus luchas plasmó un entramado de derechos y conquistas que ponen a nuestro país en la vanguardia de la región en materia de protección social, derechos individuales y colectivos de los trabajadores.
En ese contexto los dichos de Carlos Acuña deben interpretarse como de quién vienen. Hombre de confianza de Luis Barrionuevo, el sindicalismo emergente de la dictadura, el que se consolidó durante el menemismo y hegemonizó la CGT de los años 90, el que coadministró los fondos de las obras sociales junto al Coti Nosiglia, el que engendró el sindicalismo empresario y que siente que los nuevos tiempos amenazan su dominio.
Expresa una generación de dirigentes sindicales que la historia está soltando como lastre y que se han constituido una especie de hermandad destinada al control ideológico de las nuevas generaciones de trabajadores.
La marea verde es un fenómeno histórico y social que va a pasar por arriba esas vallas como siempre sucede cuando los acontecimientos son de tal magnitud. Que sean pocas o muchas las mujeres con vocación de poder individual no impide que haya un movimiento de mujeres que en términos de poder es imparable. Cuando la flecha está en el aire solo resta detenernos a ver dónde se clava. Las palabras huelgan.