Jair es un tipo repugnante. Sus labios muestran un contorno de baba seca, la boca con una mueca hacia abajo y el pelo de joven en una cara de viejo lo tornan desolador. Sé que lo han echado del Ejército por demencia. Se lo sugiero. En un perfecto castellano -luego me enteré de que tenía en su bolsillo a un enano traductor simultáneo y era éste quien hablaba como en un acto de ventrílocuo al revés- me sugiere que sabe todo sobre mí.

-Su abuelo nació en la comarca de San Carlos en el Estado de San Pablo el 11 de setiembre de 1896. A las 10 de la noche para ser exactos-. Y me apunta con el dedo.

-Conocemos todo sobre usted y porque sus ancestros fueron ladrones usted quedará detenido aquí, hasta que se aclaren los robos. 

Fui a cubrir el partido suspendido y resulta que en el vip del hotel me encuentro con este tipo y su hijo -otro espécimen funesto- reclamándome historias bandoleras de mi pasado. Hurgo en mi bolsillo por el pasaporte . 

-¿Busca esto?- sugiere el babieca que tiene como alcahuete mostrándome mis documentos. Han entrado en mi pieza y revuelto mis cosas. -Esto es suyo también -dice y se ríe-, no sabía que le gustaban los muñequitos- y me lanza mi Conejo de Hule, quien en su papel de mascota de nylon ni se mueve.

-Tranquilo, yo te lo arreglo-, me susurra al oído cuando me lo pongo cerca. Jair mira la escena con un tick nervioso en el labio superior. -Tiene muchas ganas de matarte- me dice su hijo-, está pensando cómo hacerlo. 

El Conejo de Hule usa un pequeño celular de juguete para comunicarse con la embajada: -En un rato vienen para acá, vas a ver cómo se arregla todo. 

Cuando intento pararme no siento fuerza en las piernas -Es el té que le dimos- me dice Jair-. Lo va a hacer más maricón de lo que ya es. No saldrá vivo de acá, se lo prometo. -Pero, pero, ¿por qué?- alcanzo a preguntar. Todos se ríen en la sala: Jair, su hijo, sus guardaespaldas lo hacen a la vez. -¡Va a ir a la cárcel modelo de Pernambuco, sin juicio o puede elegir entre el fusilamiento, el empalamiento, la horca o el garrote vil si no revela el secreto ya mismo! -grita el párvulo. 

Un notario con peluquín explica el caso: "Su nono Antonio nació aquí tal como se lo han anticipado, resulta que el abuelo suyo tuvo un romance con la abuela de la difunta madre de Jair y de esos encuentros nacieron el papá de él primero y luego el suyo en Coronel Bogado, allá en Argentina. ¿Comprende? Eso los emparenta como primos pero él detesta a los argentinos y sabedor que lleva sangre extranjera, decidió hacer justicia con usted. Todos asienten. -Además existe el temita ese del tesoro…-susurra Jair. -¿Qué tesoro?- replico con una voz de mujer y ya sin fuerzas.

-El Secreto Escondido de las Fazendas de tu abuelo Antonio. Oro, diamantes y el título sobre muchas tierras , miserable argentino- enfatiza como una serpiente engordada. Tiene el cuello rojo, los ojos encendidos y una cornamenta fulgurante. -Es el té, la escopolamina o la burundanga… vas a ver lo que ellos quieren que vea-, me calma el Conejo de Hule. 

De pronto irrumpe un tipo por el amplio hall conduciendo una lancha con rueditas que se estrella contra la boutique de ropa. Baja envuelto en ovillos de lana con énfasis pero una guardia de morochos lo retiene.

-Está haciendo lo que puede- intenta tranquilizarme mi conejo. Caigo entonces en un desmayo con colores chillones que se abalanzan hacia mi cara y me obligan a cerrar fuertemente los ojos. Veo el mapa de América completo, con sus rojos de fuego, selvas desvastadas y colinas con banderitas extranjeras. Volcanes escupiendo residuos cloacales que un Tupac cargado de joyas trasforma en armas de última generación que en lugar de lanzar balas lanzan alimentos. Isabel Sarli es encumbrada hasta las estrellas y de allí con sus senos arroja un agua fresca que apaga todos los incendios. Maradona invade Inglaterra y planta millones de ceibos en sus orillas pantanosas; Borges pelea en el Luna Park y Charly es presidente de todos los argentinos. El ronroneo de un motor me despierta. Pego un brinco.

-Tranquilo -me acaricia la cabeza mi Conejo de Hule-, estamos volando sobre la selva, en dos horas llegamos a Rosario.

-¿Qué, qué pasó? 

-Shh, tomate este té de coca para el apunamiento. Logramos recuperar tus documentos gracias a que un compatriota se lo birló al escribano y salió huyendo con su lancha para refugiarnos en la embajada. Lo de tu abuelo, lamentablemente es cierto: Jair y vos son parientes. Primos lejanos. Podés hasta nombrarlo cariñosamente meu prima Jair. 

Después, llegaron ellos dos y en medio de ráfagas de metralla y explosiones pudimos levantar vuelo con un avión que acá, estos campeones lograron encender y cargarnos. Nos salvaron la vida. 

-Ahora saludalos que son nuestros héroes- y me señala con el mentón a ambos pilotos quienes se dan vuelta y me guiñan un ojo a la vez. Tienen el atuendo de Indiana Jones pero resultan ser Tito y Pelusa en unas campera de la Segunda Guerra, lentes de aviador y sonrisas triunfales.

-Hay que llegar para las Paso y antes que se seque del todo el río.

Encienden un Camel y se ponen a silbar la Marcha de San Lorenzo.

 

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