Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del domingo no encontrarán a la jueza federal María Servini y a la Cámara Nacional Electoral (CNE) en un clima distendido. Por el contrario, en las últimas horas, escaló una contienda de larga data entre la magistrada y sus superiores por la organización de las elecciones con acusaciones cruzadas. La Cámara llegó a afirmar este viernes que las quejas de la magistrada causan "estrépito" en el electorado y Servini les retrucó que querían "manejar la elección".

Las críticas van y vienen, todo ante la mirada del presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, quien ya conoce del temple de Servini: casualmente la jueza lo llamó como testigo para que explique su relación con Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, de quien reclama su extradición a Uruguay para indagarlo por las presiones a los dueños del Grupo Indalo. 

Si bien la pelea entre la CNE y Servini lleva más de una década, esta saga comenzó cuando la magistrada acusó a los camaristas de haberse entrometido en la organización de la votación del domingo, por una serie de recomendaciones que hicieron para todos los jueces electorales, teniendo en cuenta que Argentina sigue bajo pandemia por coronavirus y los cuidados que implican un proceso como éste.

“La intromisión constante de la Cámara Electoral solo consigue entorpecer el desarrollo de nuestra labor, perjudicando a todos los que poniendo el cuerpo desde la trinchera y lejos de la comodidad de los despachos donde se teoriza sobre la cuestión, trabajan denodadamente y muchas veces sin descanso, para poder concluir un proceso electoral exitoso que permita a la ciudadanía expresarse en las urnas”, escribió la jueza. Esa crítica de Servini llegó a la Corte luego de que la CNE estableciera un protocolo del proceso electoral. 

El tribunal, integrado por Santiago Corcuera, Alberto Dalla Via y Daniel Bejas, no se amilanó ante la pluma afilada de Servini y le respondió en duros términos. Sobre su queja ante la Corte, la Cámara dijo que sus dichos generan “confusión y estrépito en el electorado, en un contexto delicado como el que atraviesa la ciudadanía y lejos de promover la confianza en las instituciones, abundan en el descrédito y la desazón de quienes deben cumplir sus obligaciones cívicas”.

Los camaristas recordaron que a ellos les impusieron “potestades reglamentarias, operativas y de administración”, y que incluso se hicieron encuentros, en uno de los cuales participó Servini, con todos los jueces electorales del país para sugerir estos protocolos.

Tras conocerse la respuesta de la CNE, Servini estalló: "Cada vez que hay una elección, la Cámara quiere manejarla en la Capital Federal y creo que también en algunas provincias". Servini --que es jueza electoral desde hace 30 años y tiene 26 elecciones en su haber-- relató que sus diferencias con sus superiores datan de 2008. Servini manifestó que la CNE quiere concentrar información que no le corresponde. “Tengo una carpeta en la que he guardado todas las acordadas de todas las elecciones en donde me quisieron manejar la elección. Y la Cámara no tiene que hacerlo, es de segunda instancia”.