Desde Santiago
Poco espacio para la conmemoración del Golpe de Estado de 1973 hay Chile. Entre el desconfinamiento de la mayoría de las ciudades del país gracias a los bajos índices de transmisión del COVID-19, el accidentado proceso constituyente y los 20 años del “otro 11 de septiembre” que fue la caída de las Torres Gemelas en Estados Unidos, el recuerdo de este hito que tiñó de sangre y horror la historia reciente del país parece haber desaparecido.
Y es que el 11 de septiembre chileno desde la recuperación de la Democracia ha sido un dolor de cabeza para los gobiernos desde la Concertación —hoy transformada en el conglomerado Unidad Constituyente que llevará a Yasna Provoste (Democracia Cristiana) de candidata a las presidenciales de noviembre— hasta la derecha del actual presidente Piñera. Esto debido a los violentos cruces que cada año enfrentaba a manifestantes con carabineros en poblaciones —algo que hacía que las empresas dejaran irse a sus trabajadores a casa después del almuerzo— hasta intentos de resignificar la fecha convirtiéndola en feriado bajo el motivo de “Día de la Unidad Nacional” que duró sólo entre 1999 y 2001.
"La Batalla de Chile" por TV
Hoy, más allá de los homenajes y romerías, el único hito novedoso parece ser la transmisión por primera vez en la historia de la TV del célebre documental “La batalla de Chile” de Patricio Guzmán en el canal La Red que bajo la dirección del periodista Víctor Gutiérrez logró que Piñera llame a Miami para reclamar a los dueños por sus contenidos que supuestamente ofendían al gobierno. Que este documental —que en tres partes documenta al auge y caída del gobierno de Salvador Allende junto a la brutalidad de Pinochet— no se haya exhibido en el país grafica hasta qué punto la política de los acuerdos y los consensos dominó al país. De hecho TVN, la estación pública, a pesar de haber tenido los derechos, no la mostró por presiones de sectores de derecha dentro del directorio.
“Desde el primer aniversario del golpe, el 11 de septiembre en Chile se ha vuelto una fecha en disputa, momento en el que se activan las luchas por la memoria y los significados del golpe militar”, contextualiza el historiador Marcelo Casals, autor de publicaciones como “El alba de una revolución. La izquierda y la construcción estratégica de la ´Vía Chilena al Socialismo´". 1956-1970” (2010) y “La Creacion de la Amenaza Roja” (2016).
“La dictadura utilizó la fecha para celebrarse a sí misma. Pinochet daba en esos días su cuenta pública, intentando resignificar aquel momento republicano de los discursos presidenciales que en la democracia que destruyó se hacían tradicionalmente los 21 de mayo. Ya en los 80, cuando el régimen fue incapaz de controlar la esfera pública, el 11 de septiembre fue también la fecha para la movilización de la oposición y la socialización de la denuncia local e internacional de los crímenes del régimen”.
"La caja de la memoria"
Casals señala que durante la democracia transicional —entre 1990 y 2000— se acoplaron nuevas luchas y demandas, aunque el eje memoria, verdad y justicia siguió siendo lo principal, tal como sucedía también en otros países del cono sur con experiencias análogas. La derecha política, una vez que se desvinculó de una defensa cerrada y explícita de la dictadura, intentó "cerrar la caja de la memoria", en palabras del historiador norteamericano Steve Stern, apelando a la unidad nacional y a superar los conflictos del pasado, aunque sin mucho éxito. A casi medio siglo del golpe de Estado, la fecha aún activa las experiencias del autoritarismo, cuestión explicable dada la profundidad de las heridas que la dictadura imprimió a buena parte de la sociedad chilena.
Para el filósofo José Santos, autor del libro “Lugares espectrales” —que recorre los ex centros de tortura convertidos en tiendas o espacios vacíos— hubo un giro el año 2013. “Se cumplían 40 años y, por alguna razón, eso provocó que las sensibilidades se aguzaran. El hecho es que ese año hubo gran cantidad de eventos, conmemoraciones, revelaciones, muchos pidieron perdón, otros fueron escuchado por primera vez, se publicaron libros y los medios cubrieron como nunca la efeméride”.
Revertir el fracaso
¿Cómo se conmemora hoy el 11 de septiembre considerando que en dos años más se cumplirá ya medio siglo? Para el periodista Rafael Otano, autor de Nueva crónica de la Transición, hay un tema de expectativas. “Por una parte la conmemoración del 11 de septiembre es la creación de Allende como un héroe ante la opinión internacional pero también la interna de Chile. Es alguien que se sacrifica por el poder popular y al hacerse mito va perdiendo realidad y elemento histórico concreto, elevándose a otra parte que no tiene que ver directamente con la historia,” dijo Otano, quien vivió el proceso de la Unidad Popular (la coalición de izquierda que llevó al gobierno a Salvador Allende) desde la revista jesuita Mensaje y luego sería director del medio de oposición Apsi,.
Otano dice que el 11 chileno, es también “el fracaso de la idea que la historia tenía un progreso lineal y que el eje de éste era el socialismo”. Para el cronista, la promesa de que “se abrirán las grandes alamedas”, es objetable. “Es posible que volvamos a cierto socialismo, pero no al que entendía él. Estamos en una historia al revés de lo que podría haber imaginado una persona como Allende. El movimiento del Estallido Social que seguramente estarán reivindicando a este Allende que se ha ido a las alturas y con todo el derecho, estará conmemorando un fracaso que ahora se quiere revertir. Vamos a ver qué ocurrirá en este proceso constituyente”.
La no transición
El filósofo Santos dice que la dictadura ha seguido viviendo en la democracia todos estos años; que la transición nunca fue realmente una transición, pues no ha tenido final. “En otras palabras, desde que terminó formalmente la dictadura hemos seguido viviendo bajo su sombra. Por primera vez en octubre de 2019 tuve la sensación de una verdadera democracia: la población alzando la voz, gritando, exigiendo, tomando el poder que le corresponde en democracia. La desaparición de la constitución (pinochetista) de 1980, simbólica y políticamente es, en mi opinión, la muerte definitiva del proyecto de la dictadura militar, iniciado en día del Golpe Militar y continuado hasta nuestros días”.
Para el historiador Casals el Estallido de octubre del 2019 y los meses siguientes cambia el panorama. “A partir de ese evento se evidenció una repolitización de sectores medios y populares, y ello se conecta con la experiencia compartida y los legados de la dictadura. La derecha, excepto sus sectores más extremos, no puede ya apelar a la épica contrarrevolucionaria de otros años, porque eso contradice sus intentos de renovación de su imagen y, como señalan sus intelectuales más dinámicos, el reemplazo del relato del sector.
Sin embargo, admite, no todo es mera continuidad. “El estallido no solo construyó sus significados desde la lucha anti-dictatorial sino que, sobre todo, desde la crítica a las insuficiencias a la transición a la democracia. El 11 de septiembre, entonces, sin vaciarse de sus significado original de memoria, verdad y justicia, incorpora ahora aquella dimensión que, dicho sea de paso, incomoda bastante a los sectores de la ex Concertación, quienes protagonizaron desde el Estado y por varios años las conmemoraciones del golpe”.
Proceso constituyente
Este año, el aniversario del Golpe se da en medio de un proceso constituyente que justamente es reemplazar lo que para Casals es probablemente el símbolo vivo más evidente de los legados dictatoriales: la Constitución de 1980. “Pero otra vez, este cambio de ciclo político y de orden constitucional implica también una dura crítica a la transición democrática leída ahora como incapaz de hacer frente de manera más audaz a los límites impuestos por la dictadura y sus herederos. El 11 de septiembre, como la memoria misma, se muestra como algo más dinámico y polivalente que una mera fecha estática de medio siglo atrás. Es un momento de reflexión y expresión en torno a las enormes asimetrías de poder que se arrastran desde que los militares chilenos destruyeran el proyecto revolucionario de la izquierda chilena y, con ello, la democracia que la hizo posible”.
Santos agrega que el Estallido resignificó el aniversario del golpe. “Si me preguntas si hoy, luego de lo acontecido los últimos años, se alteró nuestra percepción de lo que fue el Golpe y la violencia desencadenada después, te respondo que eso es indudable. Para las generaciones más jóvenes, por ejemplo, la violencia estatal desatada a propósito del estallido ha sido, sin duda, un gran impacto. Es como si todos los cuentos que habían escuchado de la dictadura se hubieran vuelto realidad en su cotidiano: toque de queda, militares en las calles, violencia desmedida de los uniformados, tortura, desapariciones, etc. Para nosotros, los de más edad, fue, en muchos sentidos, como revivir el horror. Recuerdo mi terror y perplejidad la noche en que Piñera declaraba que estábamos en guerra… No me había sentido así en muchos años: simplemente aterrado. En ese momento se me hizo evidente lo central que fue la catástrofe del Golpe de Estados para la vida de cada uno de nosotros”.