Cecilia tiene 37 años. El 27 de abril radicó su denuncia por abuso sexual contra Carlos Rivera (60) un sujeto condenado en julio por hechos similares a los que la sometía a ella. La joven calló durante 24 años hasta que en septiembre del año pasado se enfermó. “Mi cuerpo habló por mí y de la peor manera”. Hoy pide que Rivera sea imputado en el marco de los nuevos paradigmas que entienden que los delitos de abuso en la infancia no prescriben.
“El aquel momento él era el marido de mi tía, hermana de mi mamá. Nosotras fuimos a vivir con ella, en su casa del barrio La Tablada, cuando yo tenía 6 años. Ahí empezaron los abusos hasta que cumplí los 12 y nos fuimos de esa casa”, cuenta Cecilia a Catamarca/12.
Cecilia trata de explicar y le cuesta. Recuerda que a sus 15 años tuvo su primer intento de suicidio, pero por la dificultad de pensar en aquellos años de dolor, no pudo relacionarlo a los abusos. Cuenta que se calló, que era tan doloroso todo que no pudo contarle ni a sus amigas más cercanas. “Lo máximo que decía era que yo había sufrido abusos de niña, pero no podía contar quién, cómo”, explica.
Los años pasaron, pero el dolor no. En septiembre del año pasado comenzó a sufrir dolores estomacales, mareos, desmayos y debió ser internada mientras los médicos no sabían decirle la causa. “Un médico me dijo que lo que yo tenía estaba en la cabeza y que probara con un psicólogo”.
“Fue recién el año pasado cuando pude hablarlo. Sufrí demasiado, muchísimo. Caí en depresión ataques de pánico, ansiedad, intente suicidarme dos veces más. No quería que esto salga a la luz y de mi cabeza, pero mi cuerpo habló por mí de la peor manera”, relata.
“Todas las mañanas sentía que me moría. Tengo tres hijos, la más chica tiene 3 años. Se me anularon los sentimientos. Yo no podía ni conmigo misma”, explica Cecilia y llora.
Recuerda que en ese torbellino de recuerdos conscientes sólo “quería huir, correr. Salía corriendo hacia la casa de mi mamá y ahí es cuando sentía un poco de alivio”, cuenta. “Me acuerdo que cuando nos fuimos de la casa de mi tía, él iba a visitarnos donde nos habíamos mudado. Una vez fue y como no estaba el pasador entró. Yo estaba sola, vi su figura y corrí hacia el fondo, porque conectaba con el patio de la dueña de la casa que alquilábamos. Me quedé así cuatro horas hasta que llegó mi mamá y le mentí que estaba ahí porque había visto un bicho en la casa”.
Mientras intenta poner palabras Cecilia sigue llorando, quiere explicar su silencio de años, su dolor y se queda en callada. “Para mí lo había guardado en mi cabeza, aunque cada día de mi vida lo tengo presente. No tengo recuerdo de una infancia feliz. Solo lo recuerdo a él”, dice y lo repite: “solo lo recuerdo a él”.
El psicólogo que la atendió no pudo contenerla. Pero sí la psiquiatra. “Ella fue la que me ayudó a hablar, contar y denunciar”.
“Me enteré de que estaba preso en febrero de este año cuando la llamé a su ex mujer, mi tía, para contarle. Ella me dijo que ya lo sospechaba porque me veía mal. Cuando me enteré que estaba preso me tiré en el piso a llorar y gritar. Yo no sabía que alguien lo había denunciado. Me alejé de las redes sociales. Me lo mostraron en un video, me costó reconocerlo”, aseguró.
“Ahora estoy apoyada por mis amigos, por mi mamá y por mi abogado. Mi madre sufrió muchísimo, se tuvo que mantenerse fuerte para cuidar a mis nena más chicas porque yo no podía”, explica.
“Sé que hay más víctimas”, dice de pronto. “Hay más. Estoy en contacto con la mamá de la nena por la que fue condenado. Sé que otra menor hizo una denuncia hace tres años, pero por algún motivo tampoco le dieron relevancia. Ella no quiere que se sepa nada. No tiene abogado, y la anterior víctima tampoco tuvo y sé que así es más difícil que te escuchen en la Justicia”, resalta.
“No quiero que todo mi sufrimiento termine en un cajón. Las heridas no prescriben y nos merecemos justicia”, concluyó.
Por su parte, su abogado, Jorge de la Fuente, señaló que mantuvo una reunión con la fiscal que tiene la causa, Miriam López, quien le prometió que la próxima semana le daría una respuesta en cuanto a "si toma o no la denuncia".
“La denuncia describe 8 hechos de abuso sexual, que fueron los que Cecilia pudo recordar con más detalles, aunque fueron más. Rivera es una persona con antecedentes que pueden ser tranquilamente investigados. Además hay jurisprudencia nacional y provincial en donde toman estos delitos cometidos contra las infancias como imprescriptibles”, dijo.
Condena
En julio, Rivera fue condenado a la pena de 4 años y 6 meses por los jueces de la Cámara en lo Criminal de Tercera Nominación de Catamarca, por el delito de “abuso sexual gravemente ultrajante continuado”.
En el debate se comprobó que el sujeto ultrajó a una niña desde sus cuatro años hasta los 12, cuando pudo contar lo que le sucedía a su madre.